Por Yoel Guzansky
Esta semana, el grupo OPEP+ (Arabia Saudita, Rusia, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Irak, Kazajistán, Argelia y Omán) anunció otro aumento en la producción de petróleo, esta vez de 137.000 barriles diarios a partir de octubre, que se suma al crecimiento de la producción del grupo de 547.000 barriles en septiembre.
En los últimos dos años, Arabia Saudita ha liderado los esfuerzos para expandir la producción, lo que ha impulsado la baja de los precios.
Con un exceso de capacidad de producción de aproximadamente 2 millones de barriles diarios, Arabia Saudita es el actor principal del grupo y cuenta con un amplio margen de maniobra.
A primera vista, la decisión de aumentar la producción parece ilógica: más petróleo en el mercado significa precios más bajos.
¿Por qué Arabia Saudita, que enfrenta un déficit presupuestario y tiene ambiciosos planes de desarrollo que requieren capital masivo, perjudicaría su propia economía al aumentar la producción?
Lo más probable es que se trate de una medida destinada a mantener la cuota de mercado.
Arabia Saudita quiere asegurarse de que sus clientes clave, especialmente en Asia, no recurran a la competencia.
Al inundar el mercado con más barriles, consolida su posición como proveedor confiable.
Además, el aumento de las cuotas permite a Arabia Saudita recordar a los otros países quién manda en la OPEP+ y exigirles que cumplan con sus propias cuotas.
También es posible que Riad busque desafiar a sus competidores.
Si los precios del petróleo caen, las compañías petroleras norteamericanas tendrán dificultades para obtener ganancias.
El aumento de la producción también tranquiliza a los principales consumidores de petróleo (Estados Unidos, China, India) y demuestra que Arabia Saudita no permitirá que los precios se disparen y lastimen la economía global.
Esto le otorga reconocimiento internacional.
En este contexto, también podría haber presión por parte del presidente Trump, quien ha pedido precios más bajos de la gasolina para aliviar el costo de vida y reducir la inflación (incluso a costa de desafiar a la industria del esquisto), y posiblemente también para aumentar la presión sobre la economía rusa.
En definitiva, Arabia Saudita está sacrificando algunas ganancias inmediatas para asegurar el control del mercado, la fidelización de sus clientes y prepararse para un futuro en el que se prevé una disminución de la demanda de petróleo.
El reino está renunciando a ganancias hoy para preservar su posición y apalancamiento a largo plazo.
Esta medida permite a Riad fortalecer su liderazgo en la OPEP+ y estrechar sus vínculos con Estados Unidos, además de seguir utilizando el petróleo no solo como herramienta económica, sino también como activo político.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies
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