Hoy empieza Iom Kipur. Mañana serán 727 días de #Oct7. Este viernes serán 104 semanas.
El 15 de octubre, Simjat Torá, serán 740 días. Y seguimos contando. Los números abruman.
Será que nos aferramos a los números porque ya no encontramos las palabras.
Sea desde el micrófono de una radio o desde el púlpito de una sinagoga, este Iom Kipur es muy difícil decir algo no ya coherente sino sobre todo esperanzador.
Mientras Iom Kipur entra en la vida de los judíos de todo el mundo, esperamos por la respuesta de Hamás a la propuesta de Trump que Netanyahu aceptó a regañadientes con la esperanza que Hamás siga haciéndole el campo orégano. Vale decir, que siga justificando su política de modo de mantener a los halcones en su coalición. Por lo que uno lee, parece que será como él desea.
Por eso es tan difícil este Iom Kipur. Porque lo único que está en nuestras manos son nuestras acciones cotidianas, nuestros vínculos familiares y comunitarios, la conversación judía entre amigos. Y aun así, nada de esto deja de estar atravesado por los 48 rehenes todavía cautivos. Aun entre amigos, #Oct7 y sus consecuencias dividen las aguas: no como paso de salvación sino como un límite, por cambiante que sea, entre unos y otros.
Lo que la guerra une en la batalla el discurso separa en la vivencia del trauma de #Oct7.
Tal vez este Iom Kipur no sea tanto acerca de perdonar sino de ser más benevolentes y misericordiosos con nuestros hermanos. Nadie tiene razón. Todos somos víctimas. Si no podemos escucharnos entre nosotros, apesadumbrados pero libres, qué podemos ofrecer a los rehenes. Qué esperanza podemos infundir en sus familias. En todos nosotros.
Am Israel Jai! Gmar Jatimá Tová! Que seamos rubricados en el libro de la vida. En especial, los rehenes que todavía se aferran a ella.