Sucot, también conocida como la Fiesta de las Cabañas o Tabernáculos, es una de las celebraciones más alegres y profundas del calendario judío. Su origen se remonta a los tiempos bíblicos y tiene un doble significado: histórico y agrícola.
Conmemora los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el desierto tras la salida de Egipto, cuando los israelitas vivieron en cabañas temporales —las sucot— bajo la protección divina. Por otro, marca el final de la cosecha agrícola en la Tierra de Israel, un momento de gratitud y alegría por la abundancia recibida.
El significado espiritual de la sucá
Durante los siete días de Sucot, las familias judías construyen una sucá, una cabaña cubierta con ramas y hojas, que se convierte en el corazón de la vida familiar. Allí se come, se reciben invitados y, en algunos casos, se duerme. La fragilidad de la estructura simboliza la vulnerabilidad humana y la confianza en la protección de Dios. El techo, hecho de materiales naturales, debe permitir ver el cielo y las estrellas, recordando que la verdadera seguridad no proviene de las paredes sólidas, sino de la fe, la unión y la esperanza compartida. Sucot enseña humildad, gratitud y el valor de la solidaridad.
El lulav y el etrog: símbolos de unidad. Durante Sucot se realiza una ceremonia con cuatro especies vegetales: el lula* (rama de palma), el hadás (mirto), la aravá (sauce) y el etrog (cidra). Juntas representan la diversidad del pueblo judío, ya que cada una tiene aroma o sabor distintos, pero juntas forman una unidad. Este gesto recuerda que todas las personas, con sus diferencias y talentos, son necesarias para sostener la vida y la comunidad.
Sucot en tiempos de guerra y esperanza
En los tiempos actuales, especialmente cuando Israel atraviesa conflictos y amenazas, Sucot adquiere un significado aún más profundo. La fragilidad de la sucá —esa vivienda temporaria abierta al cielo— refleja la vulnerabilidad de la vida humana, pero también la fortaleza espiritual del pueblo judío. Construir una sucá en medio de la incertidumbre se convierte en un acto de fe, coraje y resistencia. Refuerza valores esenciales como la unidad nacional, la solidaridad entre comunidades, la esperanza frente a la adversidad y la confianza en que la protección divina y el espíritu del pueblo superan cualquier destrucción material. En el Israel moderno, miles de familias levantan sus sucot incluso en tiempos de tensión o duelo, como símbolo de vida, continuidad y esperanza. La sucá se transforma así en una metáfora viva de un pueblo que, a pesar del dolor, elige seguir celebrando y construyendo futuro.
La valentía del pueblo de Israel
Sucot, celebrada en medio de las pruebas que atraviesa el pueblo judío, también resalta la valentía y el coraje del pueblo de Israel frente a los ataques y la intolerancia. En momentos en que la nación es desafiada por la violencia y el odio, hombres, mujeres y jóvenes demuestran una fuerza moral y espiritual admirable. Aun bajo amenaza, la población israelí mantiene su vida cotidiana, sostiene sus hogares, educa a sus hijos y construye con esperanza.
Esa determinación de vivir, celebrar y proteger sus valores refleja el espíritu ancestral de un pueblo que no se rinde ante la oscuridad, sino que responde con luz, fe y dignidad. En cada sucá levantada, hay un testimonio silencioso de resistencia, memoria y amor por la vida.
Una celebración que une a Israel y a la diáspora
Sucot se celebra tanto en Israel como en la diáspora —las comunidades judías dispersas por el mundo— aunque con pequeñas diferencias de duración: en Israel la festividad dura siete días, mientras que en la diáspora se extiende a ocho. En ambos casos, el espíritu es el mismo: recordar la protección divina, compartir la alegría, fortalecer la familia y el sentido de pertenencia al pueblo judío. En sinagogas, escuelas y hogares judíos de América Latina, Europa y otras regiones, se construyen sucot decoradas por niños y adultos, manteniendo vivo el vínculo con Israel y con la historia milenaria del judaísmo.
Una fiesta de alegría universal
En las plegarias hay un momento muy especial donde se pedirá por el bienestar de las 70 naciones (número simbólico de todas las naciones) entendiendo que solo en el bienestar de todos los pueblos puede surgir la armonía y la paz.
Conocida en la Torá como “Zman Simjatenu”, el Tiempo de Nuestra Alegría, Sucot trasciende los límites religiosos. Su mensaje de gratitud por la vida, la naturaleza y la fe compartida conserva plena vigencia en la actualidad. En un mundo marcado por la incertidumbre, Sucot nos invita a mirar el cielo abierto de la sucá y recordar que la verdadera fortaleza no se mide por los muros, sino por la esperanza, la unión y la capacidad de celebrar la vida incluso en los momentos más difíciles.
Marta Arinoviche
