La visita del presidente Trump a Oriente Medio

Por Eldad Shavit

Al concluir su visita a Oriente Medio, el Presidente Trump publicó en X: “Todos los países que han luchado durante tanto tiempo trabajarán ahora juntos para completar la misión. Gaza es solo una parte. La parte más importante es la paz en Oriente Medio”.

Al regresar a Washington, satisfecho por su éxito en la liberación de los rehenes y presidir una cumbre de líderes promotores de la paz en Egipto, Trump no ocultó su visión de impulsar una nueva arquitectura regional, basada en la expansión significativa de los Acuerdos de Abraham y el fortalecimiento de las relaciones regionales sobre bases económicas y empresariales.

La siguiente pregunta sigue abierta: ¿Podrá Trump reavivar la misma energía e influencia para imponer a las partes la implementación de la “segunda etapa” de su plan, una fase aún lejos de finalizar?

La crisis en torno a la devolución de los cuerpos de los rehenes subraya la complejidad.

Trump, quien declaró el fin de la guerra y aparentemente garantizó a Hamás que Israel no reanudaría los combates, deberá ahora invertir importantes esfuerzos diplomáticos para abordar cuestiones mucho más complejas: desmantelar la capacidad militar de Hamás, minimizar su influencia en Gaza, establecer una fuerza de monitoreo multinacional y definir los parámetros de la retirada israelí.

La impresionante cumbre de Sharm el Sheikh simbolizó la intención regional, pero no ofreció soluciones concretas a los problemas fundamentales, especialmente dada la ausencia de Hamás e Israel en la mesa de negociaciones.

Tras las declaraciones de unidad y compromiso para definir el “día después” de la guerra se esconden profundas divisiones entre los países participantes, y ciertamente entre Israel y Hamás, respecto al futuro de Gaza.

Arabia Saudita sigue vinculando la normalización con Israel a un progreso significativo en el frente palestino, mientras que Egipto y Jordania buscan mantener un estricto control de seguridad por temor a la expansión de Hamás en sus territorios.

Más allá de la dimensión humanitaria, Trump ve el proceso como una oportunidad para restaurar la influencia estadounidense en la región y contribuir significativamente a su esfuerzo más amplio por construir un eje estadounidense-sunita para contrarrestar a Irán y sus aliados.

Su éxito en la liberación de los rehenes le supone el primer logro diplomático de su actual mandato, un logro que se espera que presente como prueba de su capacidad para lograr un “gran acuerdo”, en contraste con la política de mera “gestión” de su predecesor.

Implicaciones para Israel

Para Israel, este logro también presenta un complejo desafío diplomático.

Trump podría exigir medidas tangibles, incluyendo una retirada gradual de Gaza y el restablecimiento de un órgano de gobierno palestino organizado en la Franja, junto con el compromiso israelí de abstenerse de reanudar los combates.

Aún no está claro cómo y en qué medida se atenderá la demanda de desarmar a Hamás, mientras que Israel deberá seguir operando bajo restricciones políticas e internacionales.

Israel debe asegurarse de que la Administración estadounidense lo incluya en las conversaciones con actores regionales e internacionales sobre la configuración de la segunda etapa del plan.

Israel deberá encontrar un equilibrio entre preservar la libertad de acción militar y evitar fricciones con Washington, sobre todo ante la posibilidad de que Trump considere el rápido progreso diplomático como parte de su legado presidencial.

Sin embargo, el proceso también podría brindar una oportunidad significativa: la ampliación de los Acuerdos de Abraham y la incorporación de Arabia Saudita a una nueva iniciativa regional podrían crear un marco económico y de seguridad mejorado, siempre que Israel gestione con cuidado las presiones políticas y sus necesidades de seguridad nacional.

En este sentido, la visita de Trump no es solo un evento diplomático, sino una prueba de fuego para la política israelí.

Israel deberá elaborar un enfoque equilibrado entre los imperativos de seguridad, la legitimidad internacional y el futuro de su relación con Washington.

Más allá de las implicaciones inmediatas para Gaza, estos acontecimientos podrían reconfigurar el equilibrio de poder regional: de tener éxito, el proceso fortalecerá al bloque proestadounidense y marginará a Irán; si fracasa, Israel podría encontrarse en una situación de seguridad aún más precaria frente a Hamás y a los gobiernos extranjeros que buscan limitar sus acciones.

Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies

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