Por Yoel Guzansky
Los Países del Golfo consideran la reconstrucción de la Franja de Gaza como parte de una amplia iniciativa regional destinada a reconfigurar el escenario palestino e impulsar un proceso político liderado por Estados Unidos.
Sin embargo, sus posturas difieren significativamente entre sí.
Arabia Saudita adopta un enfoque diplomático cauteloso y condicional.
Busca formar una coalición árabe-internacional para supervisar la reconstrucción, pero tiene claro que no proporcionará fondos sustanciales sin la transferencia de autoridad a la Autoridad Palestina u otro organismo internacionalmente legítimo.
El reino insiste en la desmilitarización de Gaza y el desarme de Hamás para evitar la reanudación del conflicto y la pérdida de inversiones, al tiempo que evita la cooperación directa con Israel.
Emiratos Árabes Unidos (EAU), en cambio, es actualmente el actor humanitario más activo en Gaza y aspira a ser el protagonista el “día después” de la guerra.
Los informes sugieren que Abu Dabi ha acordado enviar o financiar fuerzas militares como parte de una coalición internacional emergente, pero su participación en la reconstrucción depende de un cambio fundamental en la situación de Gaza: el desmantelamiento completo de Hamás y una reforma integral de la Autoridad Palestina, comenzando con un cambio de liderazgo.
A diferencia de Riad, EAU está abierto a la cooperación directa con Israel, pero exige un marco palestino renovado para garantizar la gestión y supervisión eficientes de los fondos de ayuda.
Qatar, en cambio, sigue combinando la mediación con la asistencia humanitaria, enfatizando la necesidad de una reconstrucción inmediata de la infraestructura prácticamente sin condiciones previas, buscando claramente preservar su influencia en Gaza manteniendo el poder de Hamás.
Probablemente bajo la presión árabe y estadounidense, ha adoptado recientemente una postura algo más moderada ante los llamados al desarme de Hamás e incluso se ha sumado a los llamamientos árabe-occidentales para una nueva autoridad gobernante en Gaza.
La ausencia de los líderes saudíes y emiratíes en la cumbre de Sharm el Sheikh parece reflejar su insatisfacción con el marco emergente, y más aún con la prominencia otorgada a Qatar y Turquía.
Los tres países apoyan en principio la reconstrucción de Gaza, pero difieren en las condiciones previas que establecen.
Tras estas posturas se esconden intereses más amplios: fortalecer su estatus regional, impulsar objetivos económicos y de seguridad, y mantener la credibilidad ante la opinión pública árabe.
Sin embargo, lo que los une es el escepticismo sobre la viabilidad de implementar el ambicioso plan.
Además, dadas las presiones económicas causadas por la caída de los precios del petróleo, los compromisos financieros en otros ámbitos (Siria, Líbano) y la ausencia de un horizonte político claro, es probable que sus inversiones se queden, por ahora, principalmente en el papel.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies
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