Israel, tecnología bajo fuego: cuando la innovación vence al boicot

A pesar de la guerra, las sanciones y los boicots diplomáticos, el ecosistema tecnológico israelí vive una expansión sin precedentes. En los mismos meses en que el país libra su conflicto más prolongado, la industria de defensa nacional se ha transformado en objeto de deseo para los grandes fondos de inversión globales y para los gobiernos que buscan reforzar sus capacidades estratégicas.

El fenómeno no es nuevo, pero sí su magnitud. Desde el ataque terrorista del 7 de octubre de 2023, más de un tercio de las startups israelíes vinculadas a la defensa se fundaron en respuesta directa a las carencias reveladas entonces. Hoy suman más de 300 empresas, y su influencia ya rebasa las fronteras del país.

De la crisis al liderazgo

La jornada trágica del 7 de octubre fue para Israel una catástrofe y, a la vez, un punto de inflexión. La guerra desatada contra Hamás obligó a movilizar a cientos de miles de reservistas, muchos de ellos ingenieros y emprendedores de alta tecnología que regresaron del frente con una certeza: el futuro de la seguridad nacional dependerá tanto del software como de los soldados.

De ese diagnóstico nacieron fondos y proyectos que hoy definen la nueva frontera tecnológica. Uno de ellos es Protego Ventures, creado por Lee Moser y Lital Leshem, dos mujeres que decidieron canalizar la experiencia adquirida en el campo de batalla hacia la inversión estratégica en defensa. Con cerca de 100 millones de dólares recaudados, su fondo impulsa soluciones para comunicaciones, inteligencia artificial, ciber seguridad y robótica militar.

“Después del 7 de octubre todos sentimos la necesidad de hacer algo por el país -explica Moser-. Nuestra forma de contribuir fue invertir en la protección de nuestra identidad y, al mismo tiempo, en tecnologías exportables a países amigos que compartan nuestros valores”.

El atractivo de la defensa israelí

A nivel internacional, la guerra no disuadió a los inversores: los atrajo. Desde Nueva York, Josh Wolfe, cofundador de Lux Capital, resume el cambio de paradigma: “El mundo vio en acción a la Cúpula de Hierro y al Arrow interceptando misiles iraníes. Nadie dijo ‘tuvieron suerte’. Todos dijeron ‘yo quiero eso’ ”.

Su fondo, con 5.000 millones de dólares bajo gestión, creó un programa específico para apoyar a startups israelíes. Wolfe lo explica con una convicción inusual en los círculos de Silicon Valley: “Invertimos en estas empresas porque son israelíes, no a pesar de ello. El interés se ha multiplicado; algunos socios incluso quieren participar directamente junto a nosotros”.

Lux Capital recaudó otros 200 millones de dólares para financiar exclusivamente tecnología de defensa. En su cartera figura Kela, considerada la futura “empresa de mil millones” del sector, con participación de Sequoia Capital y del brazo inversor de la CIA.

Política y necesidad

En Europa y América del Norte, la actitud hacia Israel se mueve entre la condena diplomática y la dependencia tecnológica. Gobiernos como el de España, que cancelaron contratos con Elbit Systems o Rafael Advanced Defense Systems, se enfrentan a una realidad: las mismas soluciones que censuran son las que otros países buscan con urgencia.

“Donde se cancela un contrato, otro país hace fila para comprar -asegura Moser-. Las amenazas no desaparecen y la necesidad prevalece sobre la política”.

El mensaje encuentra eco en los directores de empresas como Commcrete, especializada en comunicaciones satelitales tácticas. Su cofundador, Itzik Daniel Michaeli, veterano de las FDI, lo confirma: “Incluso los países que dicen oponerse a Israel nos llaman para probar nuestra tecnología. Cuando un gobierno necesita protegerse, se protege”.

Los productos de Commcrete, ligeros y portátiles, permiten mantener contacto en condiciones extremas y ya se utilizan en misiones de defensa y rescate en Israel, Europa, Norteamérica y Asia. La compañía multiplicó sus ingresos en 2025 y planea duplicarlos nuevamente el próximo año.

Un ecosistema probado en combate

La ventaja israelí reside en su experiencia de guerra. Cada conflicto ha servido para perfeccionar prototipos que luego se exportan a todo el mundo. Lo que antes era un laboratorio de urgencia se ha convertido en una incubadora permanente de innovación militar.

“El mundo quiere tecnología israelí porque está probada en batalla -resume Moser-. Los drones, los sistemas de detección, la inteligencia artificial aplicada a la defensa: todo se ensaya aquí antes de venderse fuera”.

Wolfe coincide: “Resolver amenazas existenciales es más importante que crear la próxima red social. Las tecnologías que salvan vidas son las que moldearán la economía del siglo XXI”.

De la defensa al futuro global

Israel, a pesar de los boicots, se consolida como un referente mundial en innovación dual -civil y militar-. Detrás de cada avance hay una conjunción de urgencia, talento y disciplina. Fondos extranjeros, agencias gubernamentales y universidades ven en el país un socio indispensable para afrontar una era definida por la inteligencia artificial, los sistemas autónomos y la ciberdefensa.

La guerra más larga de la historia israelí, paradójicamente, ha fortalecido su músculo tecnológico. En palabras de Wolfe, “esta vez sí es diferente: la defensa ha dejado de ser un gasto y se ha convertido en la inversión más estratégica del planeta”.

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