Oraciones, luz y testimonio: el alma del 7 de octubre
Ricardo Sánchez Serra
La Embajada de Israel convocó a un acto conmemorativo profundamente emotivo en honor a las víctimas de la masacre del 7 de octubre de 2023. A dos años del trágico suceso, el patio del colegio León Pinelo se transformó en un espacio de memoria, dignidad y luz.
Velas encendidas, canciones que acariciaban el alma y videos que estremecían la conciencia marcaron el inicio de una ceremonia que reunió a congresistas de la República, funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, miembros del Cuerpo Diplomático, representantes de la Comunidad Judía y amigos de Israel. Todos unidos por el respeto, la solidaridad y el compromiso de no olvidar.
Tres rabinos iniciaron el acto con oraciones solemnes por el descanso de las víctimas, la sanación de los heridos y la paz de Israel. Sus plegarias, pronunciadas con recogimiento y fe, invocaron la misericordia divina y la fortaleza espiritual del pueblo judío. Fue un momento de profundo silencio compartido, donde cada palabra resonó como un eco de esperanza y consuelo.
El embajador de Israel en Perú, Eran Yuvan, ofreció un discurso conmovedor, evocando “ese sábado maldito que cambió nuestras vidas” y recordando que “el dolor no cede ni se desvanece”. Con firmeza y sensibilidad, destacó la exposición presentada esa noche: “En el corazón del 7 de octubre. Testimonios”, basada en un cómic histórico creado por doce artistas israelíes, que retrata con crudeza y humanidad las historias de aquel día. “Un documento esencial”, dijo, “para comprender la magnitud de lo vivido y la fuerza de quienes sobrevivieron”.
El embajador rindió homenaje a las víctimas peruanas de origen israelí, como el Dr. Daniel Levi y la señora Margit Schneider Zimmerman, así como a los soldados caídos, entre ellos David Flores García y el teniente coronel Yuval López. “Abrazamos con fuerza a todas las familias de los asesinados y caídos”, expresó, “y oramos por la pronta recuperación de todos los heridos, tanto física como mentalmente”.
En su mensaje, Yuvan abordó los desafíos que Israel ha enfrentado desde aquel día: siete frentes de amenaza, operaciones militares complejas y una lucha constante contra el terrorismo. A pesar de ello, reafirmó la esperanza de retomar el camino de la paz, en línea con el plan del presidente Trump y la ampliación de los Acuerdos de Abraham, que buscan integrar a más países árabes y musulmanes en un círculo de normalización y diálogo. “Los próximos días y semanas serán críticos”, advirtió, “y cada paso será examinado con los ojos bien abiertos, siempre priorizando la seguridad de nuestros residentes”.
Reafirmó también la identidad de Israel como “el único estado judío del mundo, una democracia abierta a todas las creencias, que cuida de forma equilibrada el bienestar de todos sus residentes”. Destacó la ética y moral de su ejército, y el sacrificio de quienes han defendido su tierra. “Gracias a Dios y a la experiencia”, dijo, “hoy tenemos un Estado fuerte, con valores de unidad y solidaridad”.
El embajador denunció el aumento sin precedentes del antisemitismo en el mundo, incluyendo asesinatos por motivos religiosos. Hizo un llamado urgente a gobiernos, organizaciones civiles y ciudadanos -judíos y no judíos- a combatir el odio, la violencia y la discriminación. “Solo juntos podemos ser fuertes y afrontar cualquier desafío que se nos presente”, concluyó.
El copresidente de la Asociación Judía del Perú, señor Simon Fishman, ofreció palabras que resonaron como plegaria colectiva. Con voz serena y firme, recordó que “la memoria nos endurece”, y que el verdadero homenaje a los caídos consiste en vivir con dignidad, justicia y compromiso ético. Su intervención reafirmó que el recuerdo de las víctimas debe traducirse en obras de bien, en defensa de la vida y la libertad.
El acto concluyó con un mensaje de esperanza. Se recordó la liberación de 20 secuestrados tras 738 días de sufrimiento, y se rindió homenaje a los trece que no sobrevivieron. “Nuestro corazón está con ellos y con sus familias”, se dijo. Luego, se invitó a los presentes a contemplar la exposición y a entonar el himno de Israel, de pie, en señal de respeto y unidad.
Este homenaje no solo recordó a los caídos: reafirmó el valor de la vida, la resistencia de la memoria y la fuerza de la solidaridad. En tiempos de dolor, el arte, la palabra y el encuentro se convierten en antorchas de dignidad.
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