El régimen de los ayatolás en Teherán ha decidido avanzar sin disimulo. Nuevas imágenes satelitales del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) revelan que Irán continúa ampliando una instalación nuclear subterránea próxima a Natanz, apenas meses después de los ataques de Israel y Estados Unidos que destruyeron los principales complejos de Fordow, Natanz e Isfahán.
Los analistas del CSIS detectaron la construcción de muros de seguridad, túneles y accesos reforzados en una zona montañosa situada a kilómetro y medio del centro original. Las obras, iniciadas en 2020, se reactivaron con mayor intensidad tras la operación Martillo de Medianoche, y sugieren tres posibles objetivos: una planta de ensamblaje de centrifugadoras, la expansión del proyecto Pickaxe Mountain o la creación de un nuevo búnker clandestino de enriquecimiento.
La falta de supervisión del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha convertido el programa nuclear iraní en un territorio opaco, donde cada excavación podría esconder un nuevo desafío a las normas internacionales.
La respuesta de Grossi y la nueva advertencia internacional
El director general del OIEA, Rafael Grossi, advirtió en una entrevista con el diario suizo Le Temps que “si la diplomacia fracasa, temo un renovado uso de la fuerza”. Sus palabras provocaron una reacción inmediata en Teherán. El ministro de Exteriores, Abbas Araqchi, replicó que quienes amenazan “deben comprender que repetir una experiencia fallida solo conducirá a otro fracaso”.
La tensión entre Irán y el OIEA se agravó tras la guerra de doce días entre Irán e Israel, cuando Teherán suspendió su cooperación con la agencia al considerar “insuficiente” la condena internacional a los bombardeos sobre sus instalaciones. Aunque en septiembre ambas partes alcanzaron un marco de cooperación limitado, el régimen lo declaró nulo después de que Reino Unido, Francia y Alemania promovieran el restablecimiento de sanciones de la ONU levantadas por el acuerdo nuclear de 2015.
Teherán entre la opacidad y el riesgo de aislamiento total
Grossi señaló que Irán continúa imponiendo restricciones a las inspecciones bajo el pretexto de la “seguridad nacional”, permitiendo el ingreso de observadores solo de manera esporádica. Es el único país sin armamento nuclear que enriquece uranio al 60 %, umbral peligroso que lo aproxima al 90 % necesario para fabricar una bomba.
Aunque el OIEA no ha confirmado que Irán busque construir armas nucleares, el volumen de material acumulado permitiría fabricar al menos diez cabezas atómicas si se diera el paso final. Con una diplomacia debilitada, sanciones restablecidas y nuevas estructuras bajo tierra, Teherán parece más dispuesto a desafiar al mundo que a cumplir sus compromisos.

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