El ex analista civil de inteligencia naval estadounidense Jonathan Pollard, condenado en 1987 por espiar para Israel, ofreció un extenso testimonio sobre su vida, su fe y su visión del Estado judío.
En diálogo con Radio Jai, repasó los 30 años que pasó en prisión y las circunstancias que lo llevaron a convertirse en una de las figuras más controvertidas en la historia de las relaciones entre Estados Unidos e Israel.

Pollard, nacido en Texas en 1954, fue acusado de haber entregado información clasificada a Israel a través del oficial de la Fuerza Aérea Aviem Sela. “Yo no fui acusado de traición, porque nunca ayudé a un enemigo en tiempo de guerra”, aclaró. “Transmití información a un aliado, sin intención de dañar a los Estados Unidos”. Pese a su defensa, fue condenado a cadena perpetua y liberado recién en 2015, tras tres décadas de encierro.
Durante la entrevista, Pollard explicó que la severidad de su sentencia tuvo raíces políticas. “Ofendí al secretario de Estado Weinberg, que odiaba a Israel. Él dijo en su sentencia que yo había hecho a Israel demasiado fuerte”, recordó. A eso se sumaron falsas acusaciones vinculadas a la muerte de agentes norteamericanos y su presunta relación con el caso Irán-Contra. “Fui una pieza de negociación en las conversaciones entre Washington y Jerusalén”, aseguró.

Su relato incluyó estremecedores detalles sobre el tiempo en prisión. “Estuve seis semanas torturado. Me quebraron la espalda, las piernas, y me violaron. Querían que implicara a líderes judíos de Estados Unidos, pero me negué”, contó. Luego fue recluido siete años en una prisión subterránea a 150 metros de profundidad. “Había 41 hombres más, y todos se suicidaron. Yo fui el único sobreviviente. Le recé a Dios, y Él me salvó”.
A pesar del sufrimiento, Pollard conservó su fe y su humor como formas de resistencia. “Cuando me golpeaban, me reía. Uno de mis torturadores me preguntó por qué, y le respondí: ‘Mi madre me pegaba más fuerte que tú’”. Ese espíritu, dice, fue lo que lo mantuvo vivo. “Decidí morir de pie antes que vivir arrodillado”, afirmó con firmeza.
Hoy, Pollard vive en Israel, país que lo recibió “como a un hijo recién nacido”. Allí se dedicó a cuidar a su esposa Esther hasta su fallecimiento, y hoy continúa una nueva vida junto a su actual pareja. Consultado sobre su visión política, fue tajante: “Para mí no hay otra posibilidad que una victoria absoluta sobre nuestros enemigos. Luchamos por Dios, no por el emperador de Washington”.

Con serenidad, pero también con convicción, Jonathan Pollard se define como un hombre transformado. “Cuando salí, era un mejor judío que cuando entré”, concluyó. Una frase que sintetiza no solo su historia personal, sino también su visión de lealtad y sacrificio por el pueblo de Israel.
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