Generación “Z”, 1ra. parte

La columna de hoy es la primera entrega del abordaje a un fenómeno, no sólo generacional, sino de sus implicancias en lo social, en lo político y hasta con efectos geopolíticos, y para comenzar, y recordando mis tiempos que cursaba el profesorado de Filosofía, me voy ayudar del pensamiento del filósofo griego Heráclito, destacado pensador del período pre-socrático, considerado fundador de la Dialéctica, quién creía que el devenir del mundo estaba regido de acuerdo al “Logos”, la “razón”, e insistía en el “cambio” concibiendo un mundo en constante movimiento, idea quizás inmortalizada con su expresión, “ningún hombre se sumerge dos veces en el mismo río”, y dicho esto, ahora creo que estamos en situación para desarrollar el tema de la Generación”Z”.

Pues bien, la Generación “Z”, también llamada “Centenials”, está conformada por aquellos nacidos en el período que va, de la segunda mitad del 95 al 2010, y que se caracteriza por ser la primera generación que creció en el mundo digital, es decir, el de la Internet y las redes sociales, produciendo y consumiendo información a través de distintas fuentes, que en muchos casos, los convierten en autodidactas, con el uso de tutoriales en línea y otras herramientas digitales, que también les sirven, para hallar apoyo y visibilidad a las problemáticas que los ocupan.

Se caracterizan por el activismo en campos como, cambio climático, la lucha por la igualdad social y el desarrollo sostenible, que lo exteriorizan a través de manifestaciones, algunas violentas, como medio para exigir los cambios que reclaman, y al presente, constituyen la franja etaria de entre los 15 y 28 años.

Ahora, analizaré como este movimiento generacional, tiene relevancia en los eventos recientes que se han producido en dos países, con consecuencias internas e incidencia geopolítica, el primero de los cuales, es el que trataré en esta columna, la República de Madagascar.

Brevemente, y para ponernos en contexto, y como siempre ayudado de la Historia, diré que la República de Madagascar o República de Malgache, está en el océano Índico, separada de la costa oriental de África por el Canal de Mozambique, con una superficie de más de 580 mil Km2, con una población de unos 30,2 millones de habitantes, con un PBI per capita de apenas U$S 560, con forma de gobierno una república unitaria semi presidencialista, y que tiene dos idiomas oficiales, el francés y el malgache. Sus primeros habitantes no fueron africanos, sino indonesios, que llegaron en el Siglo I e.c., luego llegaron migraciones banitúes del África, y hacia el año 1000, los árabes, razón por la cual la región norte se profesa el Islam, aunque el 70% de su población es cristiana, mayoritariamente católica y le siguen cultos protestantes. Los primeros occidentales en colonizar la isla, fueron los portugueses en el 1500, quienes explotaron el comercio de esclavos, y para mediados del Siglo XVII, los franceses intentaron ocupar la totalidad de la isla, pero recién lo lograron para la segunda mitad del Siglo XIX, y Madagascar pasó a ser posesión colonial de Francia. En la actualidad, el 79% de su población vive en la pobreza, a tal punto, que ocupa el 4to. puesto de países con desnutrición crónica, sólo el 25% tiene acceso a la electricidad, y 12 millones de personas no tienen acceso al agua potable, siendo la agricultura y la silvicultura, sus principales actividades económicas, destacándose como el mayor exportador de canela de África.

El dominio francés se consolidó tras las guerras de 1883-1896, lo que posibilitó la instauración de una estructura administrativa, judicial y educativa, idéntica a la francesa, pero que no apagó las ansias de libertad de los malgaches, que le llevó a las tropas coloniales 15 años más para “pacificar” la isla, en una encarnizada lucha contra las guerrillas independentistas, que se saldó con más de medio millón de víctimas malgaches. Al estallar la 1ra. GM, un contingente de 50 mil nativos combatió para Francia, y tras el conflicto, se organizaron grandes manifestaciones, en 1927 y en 1930, y luego de la 2da. GM, los movimientos anti-colonialistas posibilitaron el estallido de la insurrección de 1947, que comenzó a fines de marzo y a la que respondió el ejército francés con suma brutalidad, que causó más de 100 mil malgaches muertos y la quema de poblaciones, aplicando la doctrina de “tierra arrasada”. En 1960, obtiene su independencia y es elegido como presidente, Phillibert Tsiranana, líder del partido Socialdemócrata, pero no fue una ruptura definitiva, pues persistieron vínculos económicos y militares, bajo el modelo pos-colonial de “Francafrique”, que le garantizaba a París mantener su influencia en ámbitos estratégicos.

En 1975, se produjo un “golpe de Estado”, y tomó el poder el capitán de fragata Didier Ratsiraka, que gobernó como un férreo autócrata, hasta que en 1992, por presión popular, designó un gobierno de transición, sin embargo, se sucedieron gobiernos caracterizados por las rencillas entre facciones, y ya en este Siglo, en el 2002, Madagascar estuvo a borde de la guerra civil, con una sociedad y sus FF.AA. polarizadas, y gracias a la intervención internacional, especialmente de los EE.UU., Suiza y Noruega, y más tarde Francia, se evitó el conflicto, siendo reconocido como presidente Marc Ravalomanana, empresario y líder del partido Tiako i Madagasikara, quién ejerció la presidencia hasta 2009, quién logró un crecimiento económico, con la ayuda de entidades internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, pero sus políticas económicas, en particular las concesiones de tierras a empresas extranjeras, derivaron en una crisis, y los militares apoyaron al entonces alcalde de la capital, Antananarivo, Andry Rajoelina, quien asumió la presidencia, y anunció elecciones para el 2011 y la modificación de la Constitución. En ese escenario, la UE se negó a reconocer al nuevo gobierno y la Unión Africana suspendió la membrecía de Madagascar, y en general, los miembros de la comunidad internacional, evitaron legitimar el cambio de poder en la isla.

Por su parte, las relaciones entre Francia y Madagascar se han caracterizado por las tensiones, más allá que en el 2023, el presidente francés Emanuel Macron, si bien no pidió perdón por los crímenes cometidos durante el período colonial, sí reconoció, las que llamó “responsabilidades históricas” de la violencia ejercida por Francia, a lo que se suma la disputa sobre la soberanía de las Islas Dispersas, que se encuentran en el canal de Mozambique, y marcan las crisis recurrentes entre París y Antananarivo.

Sin embargo, esto no explica la pobreza estructural y una democracia imperfecta, hasta diría sólo nominal, con una corrupción endémica e instituciones débiles e ineficientes, tal es así, que la ONG Transparencia Internacional ubica a Madagascar en el puesto 140° sobre 180°, en cuanto al Índice de Percepción de la Corrupción, lo que se condice con los escándalos políticos, como ser la malversación de bienes públicos, por el caso, la desinversión en los sistemas de distribución de agua potable y en el hidroeléctrico, o la firma de contratos con empresas extranjeras pocos claros, en los que están involucrados funcionarios de la elite gobernante, todo lo cual ha conllevado al aumento de la desconfianza pública, y la erosión de la legitimidad de las instituciones, y que motivó movilizaciones y manifestaciones –algunas violentas- de jóvenes de la Generación Z, a las que se le dio el nombre de Movimiento Leo Délestage, y que causaron cerca del centenar de muertos, sea por la represión ejercido por la policía, o bien como consecuencia de saqueos y el vandalismo, que se han dado durante la última semana de septiembre ppdo., y ya a inicios de este mes, los sindicatos se unieron a las protestas y declararon una huelga general, incluso el líder de la oposición, Rivo Rakatovao pidió la dimisión del presidente, Andry Rajoelina, quién como se señaló, ejerció la presidencia desde el 2009 al 2014, apoyado por los militares, y en diciembre del 2023, volvió al poder.

La crisis fue agravándose, cuando el presidente Rajoelina, decidió por decreto disolver la Asamblea Nacional, lo que derivó en que el cuerpo de elite del ejército, CAPSAT, la fuerza que garantiza protección y apoyo a las Instituciones, apoyara la destitución del mandatario resuelta por 130 votos a favor y 1 abstención, en la Asamblea Nacional y tomó el poder, lo que obligó a Andry Rajoelina a exiliarse en la isla de Reunión, ayudado por fuerzas especiales francesas, pero la situación de esta república africana es crítica e indefinida, manteniéndose las manifestaciones de la Generación Z, para lograr una democracia real, sin embargo, en la sociedad malgache no hay un liderazgo civil consolidado, y esto se refleja en la historia de la república, cuya inestabilidad propicia recurrentes golpes de Estado protagonizados por los militares, y esto le ha quitado hasta el presente, la posibilidad de una evolución cívica, que es lo que pretende la Generación Z.

Pero la crisis política-institucional que vive la República de Madagascar, tiene sus implicancias geopolíticas, particularmente en el litoral del océano Índico, donde convergen los intereses de los EE.UU., India, China y por supuesto de Francia, por el estratégico paso marítimo del canal de Mozambique, una de las importantes rutas del comercio global, además, en el caso de la India, hay convenios de cooperación naval con Madagascar, en cuanto a China, es el principal socio comercial del país insular, Beijing tiene inversiones directas en distintas actividades y sectores por cientos de millones de dólares, las que se relacionan con el Camino de la Seda, por su parte, para los EE.UU., Madagascar tiene una proyección estratégica en el escenario Indo-Pacífico, pero para Francia, es de importancia por su presencia militar-naval y sus vínculos diplomáticos con Estados insulares, como Reunión y Mayotte, que hacen su proyección regional y neocolonial.

Así finaliza la columna de hoy, la primera parte del fenómeno de la Generación Z en la República de Madagascar, y donde abordé las causas de sus reclamos e incluso las implicancias geopolíticas que tiene la crisis político-institucional que sufre esta ex colonia francesa, y mi reflexión sobre este caso es la siguiente: las consecuencias de un violento pasado colonial aún están presentes en este país africano, aquejado de una debilidad institucional, de una corrupción endémica y una pobreza estructural, que ha desembocado en las manifestaciones de una generación cansada de una nefasta continuidad histórica, y que quiere cambiarla, y el protagonismo de la Generación Z busca construir un futuro mejor, por eso la frase para terminar es de Henry Kissinger, que dijo: “Los países poscoloniales, todos han tratado de superar el legado de lo colonial.”.-