El gobierno israelí promete continuar los esfuerzos para repatriar los cuerpos de los 11 rehenes restantes
El ejército israelí confirmó este jueves la identificación de los cuerpos de Amiram Cooper, de 85 años, y Sahar Baruch, de 25, dos de los rehenes asesinados por Hamás cuyos restos fueron devueltos recientemente a Israel.
Cooper había sido secuestrado de su casa en el kibutz Nir Oz durante la masacre del 7 de octubre de 2023. Su nombre se convirtió en símbolo de una generación que sobrevivió guerras y atentados, pero que terminó cayendo víctima del terrorismo en su propio hogar. En junio de 2024, las Fuerzas de Defensa de Israel confirmaron oficialmente su muerte en cautiverio.
Baruch, en tanto, fue secuestrado del kibutz Be’eri, una de las comunidades más devastadas por el ataque. El joven fue asesinado durante una operación fallida de rescate de rehenes en diciembre de 2023, en la que las tropas israelíes se enfrentaron a una densa infraestructura subterránea de Hamás. Su historia encarna la tragedia de una generación más joven, nacida en un Israel moderno, pero obligada a convivir con una violencia que se resiste a desaparecer.
En un comunicado oficial, la Oficina del Primer Ministro expresó “el profundo dolor del gobierno israelí junto a las familias Cooper y Baruch y de todas las familias de los rehenes caídos”. El texto subraya que Israel “permanece decidido, comprometido y trabajando incansablemente” para traer de vuelta a los 11 rehenes asesinados que aún permanecen en Gaza, y recordó que Hamás tiene la obligación de cumplir sus compromisos con los mediadores internacionales y devolver los cuerpos restantes.
La repatriación de los cuerpos, realizada bajo estrictas condiciones de seguridad y supervisión médica, tuvo lugar en el cruce de Kerem Shalom, con la presencia de oficiales de las FDI, la Cruz Roja y representantes del Coordinador de Asuntos Gubernamentales en los Territorios (COGAT).
El regreso de los restos de Cooper y Baruch no solo marca un cierre doloroso para sus familias, sino que también recuerda a toda la sociedad israelí que la guerra contra Hamás no terminó con la tregua, sino que continúa en el terreno moral y humanitario: la restitución de la dignidad de quienes fueron asesinados en cautiverio.
El gesto, aunque limitado, representa un paso dentro de las negociaciones indirectas mediadas por Egipto, Catar y Estados Unidos, donde el componente humanitario sigue siendo un punto sensible para avanzar hacia un acuerdo más amplio que contemple la devolución de los cuerpos y la liberación de los últimos rehenes vivos.
Israel insiste en que “ningún acuerdo político o diplomático será completo mientras haya cuerpos israelíes retenidos en Gaza”, una frase que refleja tanto la firmeza del Estado como la profundidad de la herida nacional.
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