Por Yehoshua Kalisky
El rápido desarrollo tecnológico de los últimos años ha convertido el mercado de metales y minerales en un factor crítico para la economía global. Esto se debe a las propiedades químicas y físicas únicas que hacen de los metales y minerales componentes fundamentales en numerosos sectores industriales.
Esto es particularmente cierto para la industria de alta tecnología, que depende en gran medida de metales y minerales esenciales para la producción de productos tecnológicos cotidianos.
Por ejemplo, esto incluye la industria de semiconductores o la fabricación de componentes avanzados basados en chips, así como industrias derivadas de estos componentes, como vehículos autónomos y eléctricos, imanes para la producción de motores, aeronaves, misiles, satélites, comunicaciones y electrónica, turbinas eólicas y energías renovables, tecnología médica como la resonancia magnética, centros de mando y control, fotónica, láseres y electroóptica.
La necesidad esencial de metales especiales también se aplica a industrias tradicionales como la siderúrgica, que dependen de metales capaces de soportar tensiones mecánicas y térmicas extremas.
El mercado de metales y minerales incluye principalmente hierro, cobre, platino, oro, titanio, paladio, escandio, magnesio, plomo, cobalto, litio y sus derivados compuestos, así como metales raros, denominados en la terminología profesional como «elementos de tierras raras», entre los que se incluyen el neodimio, el erbio, el iterbio, el tulio, el praseodimio y otros.
Es importante destacar que estos metales son recursos naturales que se encuentran a gran profundidad bajo tierra.
Para su extracción, se requieren operaciones mineras especializadas o perforaciones profundas.
Además, dado que estos metales se presentan en la naturaleza como mezclas o compuestos químicos, se necesitan instalaciones industriales especiales y el uso de productos químicos peligrosos para sus procesos de extracción y separación, lo que puede poner en peligro tanto a los trabajadores como al medio ambiente.
Como se señala en un exhaustivo informe del INSS publicado en octubre de 2024, estos minerales son fundamentales para todas las ramas de la industria moderna.
Por lo tanto, el control sobre estas industrias y cadenas de suministro es vital para el desarrollo económico de China y constituye una herramienta estratégica para posicionarla como un actor principal en la economía global, con una considerable influencia económica y política.
En las últimas tres décadas, China ha invertido billones de dólares en minería, desarrollo de infraestructura e instalaciones de refinación de minerales críticos en África.
En algunos mercados, ostenta un dominio casi total, de hasta el 90%, en ciertos productos.
Esto tiene profundas implicaciones económicas y políticas, particularmente para las relaciones entre China y Estados Unidos y los vínculos de China con África, Europa y el Sudeste Asiático.
Desde principios de la década de 1980, el gobierno chino ha realizado importantes inversiones en infraestructura de extracción y procesamiento de minerales en diversos países africanos, así como en infraestructura civil relacionada.
Estas cuantiosas inversiones chinas en todo el continente africano y más allá responden a un doble propósito: satisfacer tanto las necesidades internas como los objetivos geopolíticos estratégicos.
La visión de esta estrategia dual es impulsar la economía china mediante la acumulación de reservas estratégicas de minerales críticos y el control de las cadenas de suministro de productos de consumo clave, vitales tanto para la economía china como para la global.
Esto coincide con la visión del presidente chino Xi Jinping, quien considera el dominio de la industria de semiconductores un componente clave de la seguridad nacional de China.
Paralelamente a sus esfuerzos por controlar los recursos minerales de África, el gobierno chino también está invirtiendo fuertemente en el desarrollo de recursos naturales nacionales y en importaciones masivas de minerales para su procesamiento en China.
Esto le permite acumular importantes reservas de materias primas críticas y, en consecuencia, ejercer control sobre los volúmenes de consumo globales y las cadenas de suministro de componentes críticos.
El dominio de China en el mercado de minerales se ha convertido en una poderosa herramienta de presión política y económica, como por ejemplo, al restringir a la industria automotriz occidental mediante el control de las exportaciones de materias primas para baterías de vehículos eléctricos o imanes de motor.
Esta tendencia alarmó a las Administraciones estadounidenses anteriores, bajo Obama y Biden, y ahora preocupa a la Administración Trump, que ha intensificado la guerra comercial con China mientras busca acuerdos con países como Ucrania y Australia para reducir la dependencia de Occidente, y en particular la de Estados Unidos, con respecto a China.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies
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