Llevando al multilateralismo a su destrucción

La deshonestidad intelectual y política del presidente de Brasil tiene una historia de más de un cuarto de siglo, y ya hemos hecho referencia a ello reiteradamente en esta columna. En estos dos últimos años ha pretendido construir cimientos que puedan sostener su presunta reelección en 2026. Una de los cimientos ha sido el antisemitismo feroz y la presión a varios países de que apoyen sus dichos y hechos, y ha utilizado todo lo que le ha permitido la estructura multimillonaria pero deshilachada de la ONU.

Hace un año, como se informó en su momento, Lula hizo declaraciones durante una cumbre de la Unión Africana en Etiopía.

“Cuando veo al mundo rico anunciar que dejará de contribuir a la cuestión humanitaria de los palestinos, me pregunto cuánta conciencia política tiene esta gente. ¿No pueden ver que en la Franja de Gaza no hay una guerra sino un genocidio? Lo que está sucediendo con el pueblo palestino existió cuando Hitler decidió matar a los judíos. No es una guerra entre soldados y soldados. Es una guerra entre un Ejército altamente preparado y mujeres y niños”.

Las falacias y groserías de entonces llevaron a Israel a declarar a Lula “persona non grata”. Pero era y es mucho más que eso. Siendo todavía miembro observador en el IHRA (Alianza Internacional para Recordación del Holocausto) del cual se retiró hace unos meses y habiendo adoptado la definición de antisemitismo del IHRA, no tuvo ningún miramiento en presentarse como perpetrador del antisemitismo de acuerdo con dicha definición, que establece claramente que la comparación de Israel y el nazismo es, antisemitismo. Al decir entonces que era una guerra entre soldados y mujeres y niños, no le importó utilizar una burda mentira, sino que además demostró su apoyo incondicional y enfermizo a Hamas, al cual ni siquiera aludió ni por error.

Lula y sus cómplices iberoamericanos siguieron su guerra contra Israel y el pueblo judío y para ello se apoyaron en quienes concordaban con sus incitaciones al odio y sus acusaciones sin pruebas: las innumerables oficinas de la ONU, ineptas para detener conflictos, pero muy discursivas para proteger criminales como los de Hamas, amparados no sólo por los jerarcas de la UNWRA, sino por los de varias Comisiones, agencias y oficinas desparramadas por el planeta. Pero, hace diez días, las relaciones de complicidad fueron denunciadas por el presidente de Brasil. En una reunión multilateral, en la que se habla mucho y no se decide nada, que tuvo lugar en Malasia, Lula declaró “¿Quién puede aceptar el genocidio que ha sucedido en Gaza por tanto tiempo? Las instituciones multilaterales que fueron creadas para prevenir estos hechos están paralizadas. Hoy, el Consejo de Seguridad y la ONU en general no funcionan”.

Cuando la desvergüenza forma parte de una ideología, contradecirse, mentir, acusar sin pruebas, amenazar, agraviar, todo eso vale en ese contexto. Por supuesto que Lula tiene razón que el Consejo de Seguridad y la ONU en general no funcionan y desde hace muchísimo tiempo. Pero a la corte de países que eligieron seguir sin condiciones (y sin una mínima honorabilidad) las aventuras políticas creadas por la ideología de Lula y sus rasputines Celso Amorin y Marco Aurelio nunca les pareció ni les parece que la ONU no funcione, lo que les molesta es que no funcione para escuchar sus veleidades de tener un asiento en el Consejo de Seguridad, entre otros sueños poco probables.

Entonces quien quiso ser más antisemita que Sudáfrica acusando a todo el Estado de Israel de cometer genocidio, aunque eso fuera falso, y amparando dictaduras latinoamericanas y terroristas como Hamas, hoy no le sirve la ONU porque todo lo que sucede en la guerra de Rusia contra Ucrania y en Medio Oriente no lo ve ni de lejos el multilateralismo sino los más fuertes imponiendo decisiones. Otra vez Lula quedó afuera. En 2015 quiso intermediar en el acuerdo nuclear de entonces entre las potencias e Irán. Ni lo miraron. Ahora dijo pomposamente que ofreció mediar entre Estados Unidos y Venezuela. ¿Ahora? ¿Después de apoyar las dictaduras de Chávez y Maduro por un cuarto de siglo? No hay duda de que entre lo sublime y lo ridículo hay un solo paso.

¿Qué es esa ONU a la que ahora Lula entierra? Es la que creó hace 50 años el Comité para el ejercicio inalienable de los derechos del pueblo palestino y le entregó 3 millones de dólares por año. 150 millones de dólares de los cuales los palestinos no saben nada. Después creó un Comité de ONU por Palestina que ni se conoce dónde está; una celebración dentro de edificios de la ONU del Día de Solidaridad con el pueblo palestino; otra oficina fantasma para “ los derechos palestinos”; la agencia para ayuda a los palestinos UNRWA que está tomada por Hamas y que participó del pogromo contra Israel el 7/10/23; relatores especiales como Francesca Albanese que trabaja descaradamente sólo para Hamas; un Comité Especial que debe informar sobre Israel y los territorios en disputa pero que no va al terreno y redacta lo que le dicta la Autoridad Palestina; y el Consejo de DDHH inventó un ítem 7 para emitir 20 o 30 resoluciones por año culpando a Israel de todos los males del Medio Oriente y sin preocuparse obviamente de ir al terreno para corroborar aunque sea una de las seudo resoluciones que gobiernos como el de Lula han votado sin sonrojarse, aunque ahora el presidente brasileño quiera defenestrar al organismo porque sus intentos de ser alguien en la maquinaria herrumbrada de la ONU han fracasado.

Cuando desde tribunas llenas de burócratas que cobran salarios muy altos por una silla en alguna oficina de la ONU se dice que, aunque el organismo puede tener fallas, pero es lo que hay, la contestación es preguntarse si la ONU de hoy es lo mejor que casi 200 países pueden hacer para tener una multilateralidad que pueda denominarse como tal. Un sistema que le da autoridad en oficinas de derechos humanos a Irán no es una herramienta seria, sino algo tan inútil como perverso. Hay además una realidad contundente: los números destrozan todo análisis sobre funcionamiento siquiera decente en la ONU. Hace escasas semanas, el secretario general Guterres informó que “las Naciones Unidas se enfrentan a una carrera hacia la bancarrota a menos que los Estados miembros paguen sus cuotas íntegramente y a tiempo. Estamos presentando un presupuesto ordinario drásticamente reducido de 3.238 millones de dólares para 2026”. Lo drástico para Guterres es bajar 500 millones de dólares de un pedido inicial impresentable y realmente ofensivo. No satisfecho con manejar esas cifras escandalosas, Guterres también informó que, en lugar de 13.809 funcionarios, ahora estaba recortando a 11.594. Los números son contundentes y aunque a cualquier ciudadano común lo llame a perplejidad, es penoso que eso no pase por la cabeza de ninguna de las potencias ricas que financian un elefante dentro de un bazar.

Precisamente según el último informe sobre El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, publicado por agencias de Naciones Unidas, el hambre sigue aumentando en África, donde lo sufre un 20,4 % de su población. La inseguridad alimentaria afecta a casi el 29 % de la población mundial, y en África esta cifra casi duplica el promedio global, alcanzando el 58 %. En un planeta que produce alimentos suficientes para todos, pero sobre todo en un continente eminentemente agrícola, una de cada cinco personas en África vive sin tener la certeza de cuándo comerá la próxima vez. En cifras, son 298 millones de historias de vidas. Y para 2030, se calcula que la población mundial que padecerá hambre se concentrará en África, tanto en cifras relativas como absolutas. Pero el secretario general de la ONU pide más de 3 mil millones de dólares para más de 11 mil empleados; los Lula, Petro, Sánchez, y otros gobernantes han estado acusando a Israel de no permitir asistencia en Gaza, pero jamás han reconocido que la ayuda estaba siempre y también siempre era violentamente robada por Hamas delante de las narices de los funcionarios de la ONU. Ahora, cuando las evidencias de los hurtos en Gaza ya no se pudieron ocultar más, los acusadores callan ominosamente. Los que han generado y siguen incitando a la mayor ola de antisemitismo en los diferentes continentes desde la Shoá, no están solos. A la inmoralidad y amoralidad de la ONU como pretendido centro de un multilateralismo que se cae a pedazos, hay dos ejemplos muy recientes.
Hace escasos días, la Reina Rania de Jordania comparó el trato de Israel hacia los habitantes de Gaza durante la guerra entre Israel y Hamas con lo que hizo la Alemania nazi con el pueblo judío, mientras hablaba ante una multitud de miles de jóvenes en Múnich, Alemania. En un intento por justificar la comparación, dijo que “cada atrocidad es única”, afirmando que sus declaraciones no se tratan de sopesar el dolor o comparar el sufrimiento, sino de “afirmar que cada vida humana tiene igual valor” y honrar la memoria del Holocausto en lugar de desafiarlo. De nuevo la comparación antisemita de igualar a Israel con los nazis. No debería llamar la atención ni de esta reina ni de su esposo, más allá del acuerdo de paz entre Israel y Jordania que lleva vigente varias décadas. Este rey jordano nada tiene que ver con su padre que fue el que logró el acuerdo. Es un gobernante tiránico, que cree que, manteniendo una relación más cercana a lo hostil con el Estado judío, su pueblo lo apoyará más. Su esposa es más radical y sincera con su odio. Compara a Israel con los nazis, horada la historia de la Shoá y dice lo que su esposo piensa, pero por las dudas, no dice en público. No hay que olvidar jamás el asesinato en masa perpetrado por Jordania contra los palestinos en 1970 del cual ningún país árabe le pidió cuentas nunca, y menos la ONU o cualquier potencia. Y este martes Zohran Mamdani se convirtió en alcalde de Nueva York. El político que el mismo 8 de octubre de 2023, publicó un comunicado lamentando “los cientos de muertes ocurridas en Israel y Palestina en las últimas 36 horas”. Las democracias son responsables del hundimiento de la ONU; las dictaduras la usan. La democracia americana ahora le abre un camino a un político capaz de escupir sobre los miles de asesinados por Hamas. Las democracias son las que hoy no están logrando impedir que las repúblicas estén todas amenazadas. En ese contexto, el antisemitismo sin máscara en América Latina, Estados Unidos, Europa, Medio Oriente encuentra terreno fértil.