Daniel Gold nació el 9 de agosto de 1951 en Tel Aviv, en una época marcada por la construcción del joven Estado de Israel. Desde los primeros años mostró una inteligencia brillante; era el niño que desarmaba radios para entender sus circuitos, el estudiante silencioso que prefería los libros a las palabras y el joven que veía en la ciencia una herramienta para proteger la vida. Su familia y maestros recuerdan a un niño curioso, reservado y con enorme autodominio .
Gold ingresó al Technion – Instituto de Tecnología de Israel, donde realizó una formación poco común por su amplitud y profundidad. Estudió Ingeniería Electrónica, Ciencias de la Computación, Física Aplicada, Microbiología y procesos bioquímicos, y culminó con un Doctorado en Ingeniería Electrónica.
Sus estudios de microbiología le enseñaron precisión microscópica, observación y análisis de procesos complejos, habilidades que luego aplicó a la detección de misiles en tiempo real.
Durante su servicio militar fue seleccionado para unidades de investigación tecnológica avanzada. Sus talentos lo llevaron a la Dirección de Investigación y Desarrollo para la Defensa (MAFAT), donde ascendió al rango de coronel. Su laboratorio era el campo de batalla intelectual: radares, algoritmos y cálculos matemáticos.
El desafío que parecía imposible
Con el aumento de los ataques con cohetes desde Gaza y el Líbano, miles de civiles vivían bajo amenaza diaria. Para Gold, ‘imposible’ no era una palabra aceptable. Soñó con una tecnología capaz de ver el cielo como un mapa vivo: detectar la trayectoria exacta de un cohete, calcular si caería en un campo vacío o en una ciudad, y destruirlo antes de impactar. Avanzó incluso antes de obtener aprobación completa del gobierno, convencido de que no desarrollar tecnología costaba más vidas que arriesgarse.
Nacimiento de la Cúpula de Hierro
Tras años de ingeniería, pruebas fallidas y rediseños, en 2011 se activó la Iron Dome – Cúpula de Hierro. El sistema combina radares avanzados, inteligencia artificial, algoritmos predictivos y misiles interceptores de precisión. En su primera semana operativa logró interceptar más del 90% de los cohetes dirigidos a zonas pobladas.
Impacto en Israel y en la guerra moderna
La Cúpula de Hierro transformó la vida civil en Israel. Las ciudades continúan funcionando, las familias pueden llegar a los refugios, y el país gana tiempo para responder sin caer en el caos. Miles de personas están vivas gracias a esta tecnología.
¿La Cúpula de Hierro fue vendida a otros países?
Sí. Israel ha vendido o cedido el sistema a aliados estratégicos. Estados Unidos adquirió baterías completas y participa en la producción de los interceptores Tamir. Azerbaiyán también posee el sistema. Rumania y Canadá han firmado acuerdos tecnológicos. Otros países como India, Japón y Corea del Sur han mostrado interés. Israel es muy selectivo y no vende a países hostiles o que puedan comprometer su seguridad.
¿En qué trabaja Daniel Gold hoy?
Gold continúa como figura central en el Ministerio de Defensa de Israel. Es director en el área de Investigación y Desarrollo militar, supervisando proyectos estratégicos, muchos de ellos clasificados. No trabaja en el extranjero ni para otros gobiernos; permanece en Israel desarrollando nuevas tecnologías de defensa e inteligencia.
¿Cómo es Daniel Gold en lo personal?
Quienes trabajaron con él lo describen como discreto, humilde, meticuloso, perseverante y profundamente humanista. Cree que la tecnología debe salvar vidas, no quitarlas. Mantiene su vida privada lejos de la prensa; está casado y tiene hijos,
En 2012 recibió el Premio Israel, el honor más alto que puede recibir un científico en el país, además de múltiples reconocimientos internacionales.
Un legado que trasciende
La Cúpula de Hierro no es un arma: es un escudo. Es la prueba de que la ciencia salva vidas y una demostración de la capacidad humana de proteger a los inocentes con inteligencia y tecnología.
Marta Arinoviche
