Sigmud Freud el hombre que exploró el alma humana

“La voz del intelecto es suave, pero no descansa hasta ser escuchada.”(Freud)

ORÍGENES Y FORMACIÓN

Sigmund Schlomo Freud nació el 6 de mayo de 1856 en Freiberg, Moravia (hoy República Checa), en el seno de una familia judía que valoraba la educación, el esfuerzo y la reflexión.

Su padre, Jacob Freud, era comerciante; su madre, Amalia Nathansohn, una mujer de fuerte carácter e inteligencia viva, a quien Freud recordaría como su primer gran amor infantil.

Cuando Sigmund tenía cuatro años, la familia se trasladó a Viena, donde vivió más de siete décadas.

Desde niño mostró un talento excepcional: aprendió varios idiomas —latín, griego, francés, inglés y hebreo— y fue un alumno brillante.

Ingresó en la Universidad de Viena en 1873, donde se graduó como médico en 1881, especializándose en neurología y neurofisiología.

En el laboratorio de Ernst Brücke estudió el sistema nervioso de las anguilas y las ranas, pero pronto comprendió que el mayor misterio no estaba en los tejidos, sino en la mente humana.

Este giro de lo biológico a lo psicológico marcaría su destino.

DEL LABORATORIO AL ALMA

Entre 1884 y 1887, Freud investigó los efectos terapéuticos de la cocaína, que en esa época era una sustancia legal. Aunque luego reconoció los riesgos de su uso, estas investigaciones le dieron una temprana notoriedad científica.

Más tarde viajó a París para estudiar con Jean-Martin Charcot, el gran neurólogo que utilizaba la hipnosis para tratar la histeria.

Allí descubrió que los síntomas físicos podían tener causas emocionales y reprimidas.

De regreso a Viena, se casó en 1886 con Martha Bernays, una joven culta y de ascendencia judía alemana.

Tuvieron seis hijos, entre ellos Anna Freud, quien heredó su vocación y se convirtió en una figura clave del psicoanálisis infantil.

Freud abrió su consulta privada y comenzó a explorar la vida interior de sus pacientes, combinando la observación clínica con una intuición profunda del alma.

Junto a su colega Josef Breuer, publicó “Estudios sobre la histeria” (1895), el punto de partida del psicoanálisis, una disciplina nueva que unía ciencia, filosofía y poesía.

EL NACIMIENTO DEL PSICOANÁLISIS

Freud descubrió que los síntomas neuróticos eran manifestaciones simbólicas de conflictos inconscientes.

Para acceder a ellos, ideó un método revolucionario: la asociación libre, donde el paciente hablaba sin censura. Así surgió “La interpretación de los sueños” (1900), obra monumental donde presentó el inconsciente como un territorio dinámico, poblado de deseos reprimidos y fantasías.

Sus ideas escandalizaron a la sociedad victoriana: hablar de sexualidad infantil, deseos incestuosos y pulsiones reprimidas era un desafío radical a la moral de la época.

Sin embargo, la profundidad de su análisis conquistó a pensadores, escritores y artistas. El psicoanálisis no solo curaba, transformaba la manera de entender al ser humano.

SU PERSONALIDAD Y ASPECTO FISICO

Freud fue un hombre de presencia elegante, mirada penetrante y modales sobrios. Llevaba barba espesa, fumaba incesantemente sus famosos puros, y mantenía una rutina estricta.

Trabajaba hasta altas horas de la noche, escribiendo a mano con meticulosidad. Era reservado, culto y de una disciplina casi ascética. Leía constantemente, amaba el arte clásico, los perros, y disfrutaba conversar con sus amigos íntimos en su estudio repleto de estatuillas grecorromanas y egipcias. Aunque poseía un temperamento fuerte, mostraba una gran ternura hacia sus hijos y discípulos, especialmente hacia Anna.

En su correspondencia, se revela un hombre irónico, lúcido y a menudo melancólico, consciente de su destino. Sufrió durante dieciséis años un doloroso cáncer de mandíbula, consecuencia del tabaco, pero continuó trabajando con admirable fortaleza hasta su muerte.

SUS ENEMIGOS Y OPOSITORES

El pensamiento freudiano despertó admiración y también resistencia feroz. Dentro del ámbito académico, muchos médicos lo consideraron un hereje científico, porque desafiaba las bases del positivismo y proponía una ciencia del alma. Fue atacado por psiquiatras tradicionales, filósofos racionalistas y teólogos que veían en sus teorías una amenaza moral.

Incluso dentro de su propio círculo surgieron rupturas dolorosas: Carl Gustav Jung, su discípulo predilecto, lo abandonó para fundar la psicología analítica; Alfred Adler creó su teoría del “complejo de inferioridad”, rechazando el papel central de la sexualidad.

Estas divisiones lo afectaron, pero también fortalecieron su convicción.

En el terreno político, el nazismo lo convirtió en enemigo ideológico: por judío, por intelectual, y por promover el pensamiento libre.

Sus libros fueron quemados públicamente en Berlín en 1933 junto a los de Einstein, Kafka y otros pensadores judíos.

La Gestapo lo vigiló y finalmente lo forzó al exilio en Londres en 1938.

EL EXILIO Y EL FINAL

Con la ayuda de la princesa Marie Bonaparte, Freud logró escapar de Viena con su familia. En Londres vivió sus últimos meses entre libros, dolores y recuerdos. Murió el 23 de septiembre de 1939, a los 83 años, asistido por su médico Max Schur, quien cumplió su deseo de una muerte digna. Antes de morir, Freud había escrito “Moisés y la religión monoteísta” (1939), su testamento espiritual, donde interpreta la figura de Moisés como símbolo del destino judío y del poder de las ideas. Con esta obra cerró su vida volviendo a sus raíces, reivindicando su identidad judía como fuente de resistencia moral e intelectual.

EL JUDÍO Y EL HOMBRE UNIVERSAL

Freud nunca fue practicante, pero jamás renunció a su identidad judía. En un tiempo de antisemitismo creciente, su judaísmo le otorgó una mirada crítica, ética y rebelde. Afirmaba que el pensamiento judío le había enseñado a cuestionar toda autoridad y a confiar en la fuerza de las palabras. Su relación con Palestina y el naciente Estado de Israel fue más intelectual que política, aunque fue miembro honorario de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Su legado encarna el espíritu judío: la búsqueda incesante del sentido, la introspección y el valor del conocimiento frente a la oscuridad.

OBRAS FUNDAMENTALES

– La interpretación de los sueños (1900)

– Tres ensayos sobre teoría sexual (1905)

– Tótem y tabú (1913)

– Introducción al psicoanálisis (1917)

– Más allá del principio del placer (1920)

– El yo y el ello (1923)

– El malestar en la cultura (1930)

– Moisés y la religión monoteísta (1939)

POR QUÉ FUE TAN POPULAR

Freud se hizo famoso porque tocó lo que nadie se atrevía a nombrar: el deseo, el sueño, el miedo, la culpa. Su teoría no solo curaba, sino que explicaba la condición humana. Las personas comenzaron a hablar de “freudismo”, de “lapsus freudianos”, de “complejos” y “represión”, términos que pasaron al lenguaje común. El psicoanálisis se expandió desde Viena hacia París, Londres, Nueva York y Buenos Aires. En América Latina —y especialmente en Argentina— encontró un terreno fértil, convirtiéndose en parte esencial de la cultura. Hoy, más de un siglo después, el psicoanálisis sigue vivo en consultorios, universidades, literatura y arte.

VIGENCIA Y CONTRIBUCIÓN A LA HUMANIDAD

Freud cambió la historia de las ideas al demostrar que el inconsciente dirige buena parte de nuestra conducta, y que conocerse es el primer paso hacia la libertad.

Su legado es inmenso: inspiró a escritores como Thomas Mann, Franz Kafka, Virginia Woolf, y a pensadores como Lacan y Fromm.

En tiempos donde la tecnología domina, Freud sigue recordándonos que el ser humano es más que razón y algoritmo: es deseo, memoria y sueño.

Su pensamiento atraviesa los siglos porque habla del misterio más antiguo y más actual: la búsqueda del sentido interior.

“He sido un hombre afortunado: nada en la vida me ha sido fácil”

 

Marta Arioviche