Profundizando la alianza entre EE. UU. y Arabia Saudita: Una perspectiva israelí

Por Yoel Guzansky y Eldad Shavit

La visita del príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman, a Washington es una continuación directa de la exitosa visita del presidente Trump a Riad y marca una nueva etapa en el fortalecimiento del eje Washington-Riad.

La recepción real enfatizó el mensaje de que Arabia Saudita es un socio estratégico de Estados Unidos, con un estatus similar al de Israel.

La visita incluyó la firma de una serie de entendimientos y acuerdos con importantes implicaciones estratégicas para el ámbito regional e Israel.

Entre otros aspectos, los acuerdos incluyen el compromiso de Trump de vender a Arabia Saudita aviones F-35, así como la cooperación en energía nuclear civil, minerales críticos, tecnologías avanzadas y seguridad.

La firma del Acuerdo de Defensa Estratégica (ADE) entre Estados Unidos y Arabia Saudita constituye un hito importante.

El acuerdo consolida una relación de seguridad de 80 años y fortalece la disuasión frente a Irán.

La declaración de cooperación en materia de energía nuclear civil, si bien establece el establecimiento de estrictas normas de no proliferación, plantea interrogantes importantes para Israel debido a la entrada de Arabia Saudita en el ámbito nuclear.

Sin embargo, desde la perspectiva israelí, una estrecha participación estadounidense en este campo es preferible a la injerencia de Rusia o China.

La profundización de la cooperación entre Riad y Washington en los campos de la inteligencia artificial y los minerales críticos fortalece la posición de Estados Unidos frente a China.

Esto responde claramente al interés israelí: mantener la influencia occidental sobre las tecnologías clave en Oriente Medio contribuye a la estabilidad regional y reduce el riesgo de un uso indebido de las capacidades avanzadas.

Para Israel, el acuerdo presenta tanto oportunidades como riesgos: una mayor cooperación en materia de seguridad entre Estados Unidos y Arabia Saudita podría generar un nuevo diálogo regional e incluso respaldar futuros procesos de normalización, aunque, por el momento, el príncipe heredero sigue vinculando esto al progreso hacia el establecimiento de un Estado palestino.

Al mismo tiempo, el suministro de sistemas de armas avanzadas a Arabia Saudita, principalmente el F-35, exige una reevaluación de los mecanismos para preservar la superioridad militar cualitativa de Israel y una comprensión de hasta qué punto la implementación de estos acuerdos estará condicionada al avance de la normalización entre ambos países.

La visita ilustra una tendencia de acercamiento estratégico destinada a fortalecer el frente prooccidental y profundizar la participación estadounidense en la región.

Para Israel, este es un acontecimiento que cambia las reglas del juego: puede favorecer la estabilidad regional, pero también requiere una estrecha vigilancia del equilibrio de poder, el incipiente proceso de cooperación nuclear y las implicaciones de la venta de armas para el entorno estratégico.

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