Extremismo, propaganda y geopolítica en el siglo XXI

La crisis política que atraviesa Israel se ha transformado en un fenómeno estructural que combina tensiones internas, pérdida de cohesión social y desafíos crecientes en el terreno internacional. En el corazón del debate aparece un país dividido, con un liderazgo cuestionado y un clima de incertidumbre que dificulta proyectar una salida clara a corto plazo.

Uno de los puntos más sensibles es el aumento de la violencia por parte de grupos extremistas judíos en zonas de Judea y Samaria. La quema de olivos, autos y viviendas palestinas, junto con la pasividad de las fuerzas de seguridad ante estos episodios, genera preocupación tanto dentro como fuera del país. Según distintos testimonios, esta falta de respuesta estaría vinculada a presiones políticas que limitan la capacidad de actuar de la policía y el ejército. El costo institucional y diplomático de estos hechos se vuelve cada vez más evidente.

En paralelo, la discusión sobre el futuro del territorio y la posibilidad de que organismos internacionales impulsen un camino hacia un Estado palestino añade un factor de tensión adicional. La eventual presencia de fuerzas extranjeras en Gaza —como Turquía, Qatar o Egipto— es vista por analistas como un escenario que podría reducir la libertad operativa de Israel y dificultar la estabilidad en la región.

Las diferencias dentro de la sociedad israelí también se profundizan. Sectores liberales denuncian que el clima político actual se ha alejado de valores democráticos que antes resultaban centrales, mientras el debate sobre el liderazgo, la responsabilidad por las fallas del 7 de octubre y el rol de los sectores ultraortodoxos ocupa cada vez más espacio en la agenda pública. Entre protestas recurrentes y un gobierno cuestionado, la sensación de fragmentación se vuelve palpable.

La guerra, además, dejó de ser un conflicto circunscripto al terreno militar. Se trasladó a las universidades, al deporte, a los concursos internacionales y a las redes sociales, donde proliferan campañas de desinformación que afectan especialmente a los jóvenes. En un entorno global hostil, Israel enfrenta hoy una combinación inédita de presiones: internas, externas y digitales. Comprender este entramado es clave para dimensionar las transformaciones políticas y sociales que el país experimenta en tiempo real.