Turquía no es Irán, pero sí representa una amenaza

Por Gallia LindenStrauss

Las declaraciones y acciones de Erdoğan hacia Israel suscitan inquietudes sobre si “Turquía es el nuevo Irán”, pero ¿es esta la analogía correcta para la amenaza turca?

Durante el último año, en el discurso público israelí, Turquía ha sido descrita cada vez más como “el nuevo Irán”. Si bien esta caracterización es problemática en varios aspectos —entre ellos, que minimiza la amenaza iraní, que sigue vigente, y que Turquía es miembro de la OTAN—, refleja, no obstante, la preocupación por Ankara. Israel está particularmente preocupado por la presencia militar de Turquía en Siria, la participación de Ankara en el conflicto palestino-israelí y el potencial de fricción en el Mediterráneo oriental. Además, Turquía se está fortaleciendo militarmente, expresa posturas extremadamente críticas hacia Israel e incluso emplea un discurso deslegitimador en su contra. Al mismo tiempo, se espera que la participación estadounidense en la reducción de las tensiones entre Israel y Turquía, que ya está en marcha y será necesaria en el futuro, ayude a ambos países a continuar sus esfuerzos por evitar una confrontación militar directa e incluso a avanzar hacia la mejora de sus relaciones bilaterales.

En el último año, afirmaciones como «Turquía es el nuevo Irán» se han vuelto cada vez más comunes en el discurso público israelí. Esta afirmación es problemática, ya que minimiza la persistente amenaza iraní y pasa por alto el hecho de que aún existen relaciones diplomáticas y cooperación en materia de inteligencia —aunque limitadas— entre Israel y Turquía. Además, Turquía es miembro de la OTAN, mantiene estrechas relaciones con Occidente y no muestra indicios de intentar establecer una red de grupos afines contra Israel. Sin embargo, tales afirmaciones reflejan las preocupaciones de Israel sobre Ankara en varios ámbitos. La mayoría de estas preocupaciones se relacionan con la creciente presencia de Turquía en Siria tras el colapso del régimen de Assad, así como con su influencia en los acuerdos posteriores al alto el fuego en Gaza, particularmente si dichos acuerdos incluyen una presencia militar dentro de una fuerza internacional de estabilización en la Franja. Un escenario menos comentado, pero con un importante potencial de fricción, es el Mediterráneo Oriental, donde Turquía cuenta con la ventaja de la fuerza de su Armada. Además, el fortalecimiento militar turco, impulsado por la creciente influencia de Ankara en Washington y otras capitales occidentales, junto con su dura retórica hacia Israel, contribuye aún más a la inquietud en Jerusalén.

En la Franja de Gaza, la principal tensión entre Israel y Turquía radica en la postura de Ankara de que Hamás sigue siendo un actor importante en la Gaza de posguerra, aunque solo sea en la sombra. Durante toda la guerra, Israel se opuso a otorgar a Turquía un papel significativo en las conversaciones para alcanzar un alto el fuego, basándose en el reconocimiento israelí de que Turquía, junto con Qatar, es uno de los aliados de Hamás y en que no había indicios de que Ankara reconsiderara su apoyo a la organización tras la masacre del 7 de octubre. Por el contrario, el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, ha declarado repetidamente que Hamás es un movimiento de resistencia y no una organización terrorista. Las declaraciones de Turquía durante la guerra fueron particularmente críticas con Israel, incluso en comparación con otros estados que adoptaron una retórica agresiva. Al concluir el Ramadán en marzo de 2025, Erdoğan maldijo diciendo: «¡Ojalá Alá destruyera al Israel sionista!», una afirmación que deslegitima la existencia misma de Israel y que ya no es inusual en el discurso turco. De hecho, este tono se ha intensificado. En agosto de 2024, Turquía se unió a la demanda de Sudáfrica contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, acusando a Israel de genocidio. Además, el 7 de noviembre de 2025, la fiscalía de Estambul emitió órdenes de arresto contra 37 altos funcionarios israelíes —entre ellos el primer ministro, el ministro de Defensa, el ministro de Seguridad Nacional y el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)— por cargos de crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y genocidio.

Al mismo tiempo, Turquía desempeñó un papel importante presionando a Hamás para que aceptara el alto el fuego en octubre y liberara a los rehenes israelíes que la organización mantenía en su poder. En la Cumbre de la Paz celebrada en Sharm el Sheikh, el presidente estadounidense Donald Trump expresó sobre Erdoğan que «siempre está ahí cuando lo necesito». Trump considera a Erdoğan capaz de resolver problemas regionales y «poner fin a las guerras», y atribuyó la liberación de todos los rehenes vivos, en parte, a los esfuerzos del presidente turco.

Por su parte, Ankara siente urgencia por su participación en Gaza. Erdoğan viajó a la Cumbre de la Paz en Sharm el Sheikh y fue uno de los cuatro líderes que firmaron el acuerdo al concluir la misma. Pocos días después de la entrada en vigor del alto el fuego, Ankara nombró un Coordinador de Ayuda Humanitaria para Palestina, quien anteriormente había dirigido la agencia de rescate turca, AFAD, y también había sido embajador. Organizaciones humanitarias turcas ya han publicado fotografías de sus representantes ondeando banderas turcas, ayudando a limpiar escombros, brindando asistencia médica y distribuyendo alimentos en Gaza. Erdoğan también ha recalcado que las tiendas de campaña son insuficientes y que, de cara al invierno, Ankara debería enviar contenedores utilizados por las personas cuyas casas en Turquía resultaron dañadas por el terremoto de febrero de 2023.

Desde el alto el fuego, Turquía también ha sido sede de una conferencia de ministros de Relaciones Exteriores de países árabes y musulmanes centrada en la implementación de la segunda fase del plan de 20 puntos de Trump. También se han celebrado reuniones públicas entre representantes de Hamás y el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, así como con el director del servicio nacional de inteligencia turco. A pesar de la firme oposición de Israel al despliegue de soldados turcos en la fuerza internacional de estabilización que se prevé establecer en Gaza, la idea no se ha descartado. Informes de prensa indican que Turquía está estudiando activamente la posibilidad de enviar unos 2.000 soldados a la Franja.

En el contexto sirio, las principales preocupaciones de Israel son la presencia militar turca en el centro y sur de Siria y las restricciones impuestas a la Fuerza Aérea israelí en el espacio aéreo sirio. Si bien la presencia militar de Turquía en el norte de Siria comenzó con las operaciones militares lanzadas allí en 2016, no fue sino hasta la caída de Assad en diciembre de 2024 que las aspiraciones de Ankara con respecto a otras partes de Siria se volvieron realistas. Si dependiera únicamente de Ankara, ya se habrían establecido bases militares en Siria, pero tanto la conducta del presidente sirio Al Sharaa —quien busca diversificar sus fuentes de apoyo externo— como las acciones preventivas de Israel han bloqueado hasta ahora las intenciones de Turquía. En cuanto a las inversiones económicas previstas en Siria, existe preocupación de que algunas de las rutas comerciales y energéticas que Turquía intenta promover puedan eludir a Israel de maneras que podrían poner en peligro proyectos que Israel esperaba impulsar, como los relacionados con el desarrollo del Corredor India-Oriente Medio-Europa (IMEC).

Además de la preocupación por la conducta de Turquía, cabe destacar que los recientes acontecimientos en Siria ponen de manifiesto que tanto Turquía como Israel temen un enfrentamiento aéreo. La disposición de ambas partes a operar mediante una línea directa, establecida tras las conversaciones entre funcionarios turcos e israelíes en Bakú (con el apoyo de Estados Unidos), es una clara señal de que ambas partes siguen rehuyendo la confrontación directa. Asimismo, se espera que los avances hacia un acuerdo de seguridad entre Israel y Siria contribuyan a aliviar las tensiones en Siria, incluidas las que existen entre Israel y Turquía.

En el Mediterráneo oriental, las tensiones entre Israel y Turquía se han hecho especialmente patentes durante el último año en dos asuntos: Chipre y las flotillas hacia la Franja de Gaza. En lo que respecta a Chipre, el despliegue en septiembre del sistema de defensa aérea Barak MX, adquirido a Israel, ha provocado reacciones negativas en Turquía. Algunos incluso compararon la situación con la crisis de 1997, cuando Turquía presionó a Chipre para que transfiriera a Grecia el sistema S-300 que había comprado a Rusia. En cuanto a las flotillas, este tema ha sido un punto recurrente de fricción entre Israel y Turquía desde el incidente del Mavi Marmara en 2010. El pasado octubre, miembros del parlamento turco participaron en la flotilla “Global Sumud”, y Erdoğan declaró a la prensa que había seguido de cerca las imágenes recibidas de los drones turcos que escoltaban la flotilla.

Respecto a las relaciones comerciales entre ambos países, el boicot económico que Turquía declaró a Israel en mayo de 2024 aún no se ha levantado, y Turquía lo aplica con rigor de forma intermitente, incluso tras el anuncio del alto el fuego. Sin embargo, durante todo este tiempo, las mercancías han seguido llegando a Israel a través de terceros países y comerciantes palestinos. El hecho de que se haya mantenido un volumen significativo de comercio (en algunos meses, incluso cerca de la mitad del volumen anterior al boicot), a pesar de las restricciones, pone de manifiesto el gran interés de los empresarios de ambos países por mantener los vínculos comerciales. En cuanto a las relaciones aéreas, poco después del inicio de la guerra, las aerolíneas de ambos países suspendieron sus vuelos recíprocos, servicio que aún no se ha reanudado.

Además de los puntos de tensión específicos entre Turquía e Israel, no se puede ignorar el fortalecimiento militar turco. Ankara ha identificado tres debilidades clave en las Fuerzas Armadas Turcas y trabaja activamente para resolverlas, especialmente a la luz de las lecciones aprendidas de la guerra de doce días entre Israel e Irán. Una vulnerabilidad importante es la antigüedad de la flota de aviones de combate de la Fuerza Aérea Turca y la necesidad de adquirir nuevas aeronaves. En octubre, Turquía firmó un acuerdo con el Reino Unido para la compra de 20 Eurofighter Typhoon, y está a punto de adquirir unos 24 Typhoon usados ​​de los Emiratos Árabes Unidos y Omán para evitar los largos plazos de entrega asociados a la adquisición de nuevos aviones. Turquía también está avanzando en el campo de la defensa aérea y aspira a construir un sistema de defensa aérea integral, conocido como “Cúpula de Acero”. Además, ha ampliado significativamente la normativa relativa a la construcción de refugios en el país. Finalmente, durante la guerra entre Israel e Irán, Erdoğan habló de la necesidad de Turquía de adquirir misiles de medio y largo alcance con fines disuasorios, y la prensa ha informado de que Turquía está trabajando en la construcción de un centro de pruebas de misiles en Somalia.

Al mismo tiempo, tener una visión más amplia de las relaciones entre Israel y Turquía es esencial para comprender plenamente el panorama general. Esta perspectiva permite identificar áreas en las que los intereses de ambos Estados no solo no entran en conflicto, sino que incluso se complementan; por ejemplo, en la región del Cáucaso y en Siria con respecto a la contención de la presencia iraní.

Israel también tiene un claro interés en la participación de Estados Unidos para reducir las tensiones entre Israel y Turquía. De hecho, parece que solo la participación del presidente Trump y altos funcionarios de la Administración estadounidense puede ser efectiva en esta etapa. En este sentido, son importantes las declaraciones realizadas en el Diálogo de Manama por Tom Barrack, embajador de Estados Unidos en Turquía y enviado especial estadounidense para Siria. Barrack predijo que Israel y Turquía evitarán un conflicto militar directo y que ambos países eventualmente cooperarán desde el mar Caspio hasta el Mediterráneo; sin embargo, en Turquía se criticó esta evaluación por considerarla una mala interpretación de la situación. Al mismo tiempo, es importante que Estados Unidos reconozca que Israel no suavizará su oposición al despliegue de fuerzas militares turcas como parte de la fuerza internacional de estabilización que se está estableciendo en Gaza, debido a la profunda desconfianza entre ambos países.

Junto con Estados Unidos, los demás miembros de la OTAN también deben actuar para reducir las tensiones entre Israel y Turquía, ya sea públicamente o discretamente. Esto es esencial porque el veto turco sigue obstaculizando la necesaria cooperación entre Israel y la OTAN y socava los esfuerzos frente a Rusia en el contexto de la guerra en Ucrania. Las tensiones entre Israel y Turquía también afectan las disputas de Turquía con Chipre y Grecia, dado el endurecimiento de las relaciones entre estos tres estados durante más de una década desde el incidente del Mavi Marmara. En cualquier caso, los países occidentales deberían tener en cuenta las tensiones entre Turquía e Israel al considerar la venta de armas y la cooperación industrial y de defensa con Ankara. Por su parte, Israel debería seguir cultivando sus relaciones con estados que comparten algunas de sus preocupaciones sobre Turquía, como Grecia, Chipre, los Emiratos Árabes Unidos e India.

La presión externa también puede ayudar a contrarrestar las demandas públicas, tanto en Israel como en Turquía, de adoptar una postura intransigente entre sí. Por ejemplo, existe un vínculo claro entre los resultados de las elecciones locales celebradas en Turquía en marzo de 2024 (que fueron desfavorables para el partido de Erdoğan) y la posterior imposición de un boicot comercial total a Israel poco después. Levantar el boicot comercial a Israel podría, por ejemplo, servir como medida para fomentar la confianza entre Turquía e Israel, pero hacerlo podría tener un coste político interno para Erdoğan. Lo mismo ocurre con el primer ministro Benjamin Netanyahu si permitiera que Turquía desempeñe un papel central en la reconstrucción de Gaza. Al mismo tiempo, el impulso de Turquía por una amplia participación en Gaza debería alentar e impulsar a Israel a tomar la iniciativa —en lugar de verse arrastrado— en lo que respecta a la reconstrucción de la Franja y el restablecimiento de la normalidad en la zona.

Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies

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