El factor iraní en la escalada Israel–Hezbollah

La frontera entre Israel y el Líbano atraviesa uno de sus momentos más frágiles en años. La eliminación reciente de Haytham Ali Tabataba’i —alto jefe militar de Hezbollah y antiguo líder de las Fuerzas Radwan— no solo reconfigura el tablero estratégico de la organización chiita, sino que profundiza la inestabilidad en una región donde la delgada línea entre disuasión y escalada se vuelve cada vez más difícil de sostener.

Hezbollah, que continúa operando en abierta violación de los límites establecidos al norte del río Litani, ha reforzado su presencia militar pese a los acuerdos vigentes. Informes internacionales señalan contrabando de armas desde Siria con apoyo iraní y un posible arsenal de miles de misiles de corto alcance apuntando hacia el norte israelí. En paralelo, Israel intensificó sus operaciones aéreas y de inteligencia, logrando neutralizar a unos 350 combatientes, pero también generando un deterioro humanitario que golpea a civiles de ambos lados de la frontera.

El contexto regional no ofrece amortiguadores. Con Hamás dando por terminada la tregua en Gaza y anticipando nuevas hostilidades, Irán busca fortalecer el eje de presión sobre Israel, utilizando el territorio libanés como plataforma estratégica ante la merma operativa del grupo palestino. Esta combinación convierte al Líbano en un punto crítico donde milicias, intereses estatales y tensiones sectarias convergen de manera explosiva.

En este escenario, el riesgo no reside únicamente en un error de cálculo. El verdadero peligro es que actores armados que no responden a gobiernos centrales, pero sí a agendas externas, continúen empujando los límites de una frontera históricamente volátil. El equilibrio actual depende de movimientos milimétricos: cualquier variación puede disparar un conflicto que ningún actor regional —y mucho menos la población civil— puede permitirse afrontar.