El escritor, guionista y conductor Marcelo Birmajer reflexionó sobre su trayectoria, el impacto del 7 de octubre y el lugar de Israel en el debate contemporáneo. Con su estilo directo y crítico, el autor repasó su vínculo con la literatura, su pasado político y los desafíos que enfrenta hoy el pueblo judío tanto en Israel como en la diáspora.
Birmajer recordó las comparaciones que distintos medios internacionales realizaron entre él y Woody Allen, un paralelismo que atribuye a cierta afinidad narrativa. Sin embargo, aprovechó para marcar distancia en un aspecto central: “Woody Allen tiene una patología: no incorporó a Israel en su obra ni siquiera en forma simbólica”. Esa ausencia, afirmó, refleja una desconexión que contrasta con el rol que Israel ocupa en la experiencia judía contemporánea.
El escritor también revisó una etapa de su juventud ligada a la militancia de izquierda. “Entre los 18 y 23 años fui marxista y trotskista. Ese fue mi período estúpido”, admitió sin rodeos. Aun en esos espacios, asegura que sostuvo una postura clara: “Siempre fui sionista. Defendí a Israel incluso en ámbitos que eran nazis ideológicamente”.
Birmajer profundizó en su lectura crítica de Marx, a quien vincula directamente con tradiciones ideológicas antijudías. “Hay una línea que va de Karl Marx a Adolf Hitler”, afirmó, argumentando que parte del pensamiento marxista contribuyó a legitimar visiones hostiles hacia el pueblo judío. En ese análisis también retomó un punto histórico recurrente: la paradoja de que los judíos hayan sido acusados simultáneamente de marxistas y de fascistas.
El 7 de octubre ocupa un lugar central en su reflexión. Recordó el asesinato de su hermano en Jerusalén en 2015 y analizó la fractura interna que precedió al ataque de Hamás. “El 7 de octubre mostró que los judíos somos nuestros peores enemigos. Nos debilitamos por dentro”, señaló al referirse a las divisiones políticas y sociales que atravesaba Israel en los meses previos. Aun así, destacó que las fallas en la seguridad no implican traición: “Como Pearl Harbor o Yom Kipur, fue una catástrofe que nadie imaginó, no una entrega deliberada”.
Sobre el conflicto en Gaza y el debate público en torno a un cese del fuego, fue categórico: “No puede haber alto el fuego con el islamonazismo. La única salida es la derrota total de Hamás”. También refutó la afirmación de que Israel “financió” al grupo terrorista. “Israel permitió la entrada de comida y combustibles. Hamás robó todo y lo convirtió en su infraestructura militar”, explicó.
Por último, dedicó un mensaje crítico a ciertos sectores de la diáspora, especialmente en Estados Unidos. “Parte de la comunidad judía vota a candidatos que son hostiles a Israel. Eso es una tragedia”, lamentó, subrayando la importancia de la lucidez política en un contexto global marcado por el antisemitismo y la desinformación.
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