Por primera vez, agua desalinizada comenzó a fluir hacia el Mar de Galilea, el principal reservorio de agua dulce de Israel, en un proyecto pionero para frenar la caída de los niveles del lago. Desde el 23 de octubre, se bombean 1.000 metros cúbicos por hora, lo que se espera que eleve el nivel del lago en apenas 0,5 centímetros por mes, aunque los investigadores advierten que se necesitarán meses de datos para evaluar los efectos reales.
El laboratorio limnológico del Kinneret comenzó a analizar el impacto químico y biológico del nuevo flujo de agua. Los científicos estudian cómo el agua recoge nutrientes como nitrógeno y fósforo, así como micronutrientes y bacterias provenientes del lecho seco del arroyo Tsalmon antes de entrar al lago. Excesos de nutrientes podrían generar proliferación de algas y afectar la vida acuática, por lo que su seguimiento es clave.
Según Yaron Be’eri Shelvin, director del laboratorio, los efectos hasta el momento parecen mínimos debido al reducido volumen de agua que ingresa al Mar de Galilea. “No hemos visto nada que nos haga decir ‘detengan el flujo’”, explicó. Las muestras se toman en varios puntos del arroyo y en tres ubicaciones del delta del lago, donde se espera que cualquier cambio significativo sea detectado primero.
El proyecto se originó tras años de sequía entre 2013 y 2018, cuando los niveles del Mar de Galilea alcanzaron mínimos históricos. Tras un invierno con precipitaciones muy por debajo del promedio, el aporte de agua desalinizada busca revitalizar tanto el lago como el ecosistema de los arroyos que lo alimentan, garantizando así la disponibilidad de agua potable y el equilibrio ambiental en la región.
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