Stretching: la disciplina que promete menos dolor y más movilidad diaria – Natalia Landman

En diálogo Radio Jai, la profesora de stretching, actriz y bailarina Natalia Landman explica por qué esta práctica gana terreno entre quienes buscan mejorar su calidad de vida sin recurrir a entrenamientos extremos. Con más de dos décadas de experiencia y clases grupales y personalizadas, asegura que el secreto está en “empezar despacio y sostener el proceso”.

¿Por qué creés que tanta gente se vuelca hoy al stretching?
—Porque cuando empezás a hacerlo notás enseguida que te sentís mejor. Es un círculo virtuoso: fortalecés, estirás, liberás tensiones y el cuerpo te lo agradece. Yo siempre digo que cuando salís de una clase pensás “qué suerte que vine”.

Mucha gente cree que se trata solo de estirarse. ¿Es así?
—No, ese es uno de los grandes malentendidos. Para estirar bien primero hay que fortalecer. Si solo elongás, sin sostén muscular, no sirve. Lo que hacemos es trabajar fuerza en distintos grupos musculares y recién después estiramos. Eso evita lesiones y también ese “dolor del día después” que muchos asocian al gimnasio.

¿Qué diferencia hay con un entrenamiento clásico en un gimnasio?
—Que no buscamos lo aeróbico ni el impacto. Acá la herramienta principal es el propio cuerpo. Se puede trabajar en casa, con una silla, una pared o un palo de escoba. No necesitás máquinas. Y es progresivo: cada persona empieza desde donde está, con su edad, su flexibilidad y su historia corporal.

¿Qué cambia cuando se sostiene la práctica en el tiempo?
—Empieza a aparecer la sensación de bienestar. El cuerpo “pide” volver. Te alineás, dormís mejor, se alivian dolores cotidianos. No hace falta querer ir a una olimpiada, solo mejorar la movilidad para la vida diaria.

Mencionás mucho la palabra “proceso”. ¿Es la clave para no abandonar?
—Sí. La mayoría abandona cuando se exige de más en el inicio o cuando siente dolor. El stretching bien hecho no debería dejarte inmóvil al día siguiente. Es trabajo, claro, pero es un trabajo amable. Y eso vuelve posible sostenerlo.

Sin promesas exageradas ni transformaciones mágicas, Landman resume su filosofía con una idea simple: “No importa la edad ni el estado en el que estés. Lo importante es empezar, aunque sea con un pequeño movimiento”.

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