Somalilandia, Yemen y el nuevo mapa de poder en el Mar Rojo

Los recientes acontecimientos en Yemen volvieron a exponer las fisuras internas dentro del bloque árabe que enfrenta a los hutíes respaldados por Irán. El ataque a embarcaciones vinculadas a Emiratos Árabes Unidos en el puerto de Moca dejó en evidencia que, más allá del enemigo común, Arabia Saudita y Emiratos sostienen proyectos políticos distintos para el futuro del país. Mientras Riad apuesta por un Yemen unificado bajo un gobierno reconocido internacionalmente, Abu Dabi respalda a fuerzas del sur que podrían reactivar la histórica división entre Yemen del Norte y del Sur.

Estas diferencias no son solo tácticas, sino ideológicas. Arabia Saudita promueve una visión religiosa más purista, mientras que Emiratos Árabes Unidos avanza hacia un modelo más pragmático y plural en su política exterior. Esa brecha se replica en otros escenarios regionales y se conecta con disputas más amplias que exceden a Yemen.

En ese contexto, Somalilandia emerge como una pieza clave del tablero geopolítico. Este territorio, que funciona de facto como un Estado independiente desde 1991, se consolidó como una de las zonas más estables del Cuerno de África. Su ubicación estratégica, frente al estrecho de Bab el-Mandeb, lo convierte en un punto neurálgico para el control de rutas marítimas vitales para el comercio global y la seguridad regional.

El reconocimiento de Somalilandia por parte de Israel introduce una nueva variable en la ecuación. Para Jerusalén, el enclave representa una puerta de entrada a África y un punto de observación clave frente a las actividades hutíes y la influencia iraní. Para otros actores, como Turquía, Egipto o Yibuti, este movimiento desafía intereses consolidados vinculados a la integridad territorial de Somalia, al acceso al mar y al control portuario.

La reacción cautelosa de organismos regionales y de algunos países firmantes de los Acuerdos de Abraham sugiere que se está transitando una nueva etapa: menos declarativa y más estratégica. En un escenario donde comercio y diplomacia avanzan por carriles distintos, Somalilandia, Yemen y el Mar Rojo se consolidan como ejes centrales de un reordenamiento regional que todavía está lejos de estabilizarse.