A los 87 años, el rabino activista Arthur Waskow sigue protestando y sigue siendo arrestado

El día después de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020, el rabino Arthur Waskow subió con cautela a un pequeño escenario de madera en el Independence Mall de Filadelfia para dirigirse a decenas de activistas preocupados porque Donald Trump estaba tratando de detener el conteo de votos emitidos legalmente.

A los 87 años, el rabino activista, que ha estado a la vanguardia de las luchas judías por la justicia social durante más de medio siglo, se encuentra en una categoría de riesgo elevado por el coronavirus, usó barbijo y mantuvo la distancia mientras esperaba su turno para dirigirse a la multitud.

Cuando lo hizo, invocó a Moisés reuniendo a los israelitas al pie del monte Sinaí y a la tradición judía que dice que no solo los israelitas estaban vivos en ese momento estaban presentes para recibir la Torá, sino que todas las generaciones posteriores que aún no habían nacido también estaban allí.

“Lo que estaba diciendo era que este momento era tan importante que afectaría el futuro para siempre”, recordó Waskow más tarde. “Y tenía razón sobre el Sinaí, no solo para los judíos, sino también para el cristianismo, el Islam y las personas que ahora dirían que son laicas. Y creo que esta elección fue fundamental para los Estados Unidos de América e incluso para el planeta. Afectará el futuro durante cientos, tal vez miles de años”.

Durante meses, mientras la pandemia se desataba, Waskow apenas había salido de su casa en el vecindario Mount Airy de Filadelfia, salvo para los turnos médicos y las manifestaciones. Y no es difícil ver por qué Waskow considera a los dos en pie de igualdad en lo que respecta a su bienestar general.

Desde que Abraham Joshua Heschel marchó con el reverendo Martin Luther King en Selma en 1965, un rabino estadounidense no se había asociado tan indeleblemente con la lucha por la justicia como Waskow. Desde la creación en 1969 del “Seder de la Libertad”, una versión de la Hagadá de Pesaj que introdujo las luchas de liberación contemporáneas en la historia antigua de la huida israelita de la esclavitud egipcia, Waskow ha estado entre las voces principales que han aportado la sabiduría espiritual judía a la agenda política progresista. Y ni la edad ni una pandemia mundial han disminuido su ardor por la lucha.

En septiembre, Waskow publicó “Dancing in God’s Earthquake” (Bailando en el terremoto de Dios), este último de un catálogo de más de dos docenas de libros, varios de los cuales se han convertido en clásicos judíos. El nuevo trabajo recorre la letanía de temas que han animado a Waskow durante décadas: el feminismo, la injusticia económica y, lo que es más urgente en los últimos tiempos, el cambio climático, todos reflejados a través de la lente de las lecturas innovadoras de Waskow del texto y la tradición judíos. Hay otros dos libros en proceso, aun cuando Waskow ha mantenido por años comentarios sobre los problemas del día entregados por correo electrónico, a menudo a un ritmo de varias comunicaciones por semana.

La edad avanzada tampoco ha llevado a Waskow a mostrarse reacio a que lo arresten, lo que han hecho más de dos docenas de veces (perdió la cuenta exacta) desde la primera vez que protestara contra la segregación en un parque de diversiones en su ciudad natal de Baltimore en la década de 1960. En 2019, Waskow fue arrestado frente a una oficina del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas en Filadelfia mientras protestaba por el trato de la administración Trump a las mujeres migrantes. Había sido detenido en el mismo lugar, por el mismo motivo, el verano anterior.

El rabino Mordechai Liebling, otro rabino activista de Filadelfia y fundador del programa de capacitación en justicia social en el Reconstructionist Rabbinical College, recordó un incidente de hace una década cuando él y Waskow protestaban contra el oleoducto Keystone en el edificio federal de Filadelfia. Liebling fue arrestado después de saltar una barricada en un esfuerzo por bloquear las puertas, pero Waskow, que entonces tenía poco más de 70 años, no pudo saltarla.

“Arthur se agachó y trató de pasar por debajo de la barricada para bloquear la puerta”, dijo Liebling. “No se iba detener”.

Waskow estaba destinado al activismo desde una edad temprana. Ambos padres estaban comprometidos políticamente: su padre era un organizador laboral que había encabezado el sindicato de maestros de Baltimore y su madre registró votantes negros en el vecindario de la ciudad de Maryland. Ambos activaban en Americans for Democratic Action. Su abuelo fue un organizador de distrito de Eugene Debs, el legendario sindicalista que se postuló para presidente cinco veces como socialista entre 1900 y 1920.

“Eso está en mi torrente sanguíneo”, dijo Waskow.

Después de obtener un doctorado en historia de la Universidad de Wisconsin, Waskow se puso a trabajar en el desarme y en los derechos civiles para Robert Kastenmeier, un influyente miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos desde hacía

mucho tiempo. Más tarde se convirtió en miembro del grupo de expertos progresistas del Institute for Policy Studies. En 1970, testificó para la defensa en el juicio de los Chicago 7.

El juicio fue la primera vez que Waskow usó un kipá en un entorno no religioso: el juez trató de que se lo quitara, pero cedió ante la insistencia del fiscal. En ese momento, Waskow “todavía estaba luchando con lo que esta extraña y poderosa ‘cosa judía’ significaba en mi vida”, como escribiría más tarde. Aunque siempre había observado Pesaj, el judaísmo no había logrado captar seriamente su atención hasta bien entrada la edad adulta.

Eso cambió una noche de abril de 1968 cuando Waskow se dirigió a su casa para prepararse para el Seder de Pesaj. Las tropas federales salieron en masa para sofocar los disturbios provocados por el asesinato de Martin Luther King Jr. pocos días antes, y al ver una ametralladora apuntando a su cuadra en la sección Adams Morgan de Washington, DC, Waskow tuvo la intuición de que se trataba del ejército del Faraón ocupando su barrio.

Esa idea inspiró a Waskow a escribir el “Seder de la Libertad”, que se refería a King y a Mahatma Gandhi como “profetas” e introdujo citas de una variedad de pensadores modernos junto con el texto tradicional, incluidos Thomas Jefferson, Nat Turner y Eldridge Cleaver. La Alianza Rabínica Ortodoxa de América denunció el trabajo como “de lo más ofensivo” por realizar cambios radicales en la Hagadá sin autoridad rabínica y citar a presuntos antisemitas.

“No hay duda, fue “chutzpadik”, dijo Waskow, usando una expresión idish que significa audaz. “Creo que resultó ser un santo chutzpah”.

Waskow no tenía una posición real en ese momento para reescribir un clásico del canon judío, pero sin embargo encontró una audiencia preparada. Al año siguiente, en el aniversario de la muerte de King, la Hagadá se utilizó como guía para un Seder en el sótano de una iglesia negra en Washington. Asistieron cientos de personas y el evento se transmitió en vivo por radio.

El “Seder de la Libertad” sería el primero de muchos trabajos que Waskow escribiría que reinventaron la tradición judía para hablar más directamente de las preocupaciones contemporáneas, iniciando un movimiento que muchos judíos ahora dan por sentado. Los Seders de Pesaj que integran la opresión de los uigures en China o el genocidio en Darfur difícilmente sorprenden hoy en día. Tampoco es raro ver a rabinos con chales de oración tocando shofars y arrestados en manifestaciones. Pero en 1968, la idea de que Pesaj tenía algo que decir sobre la situación política estadounidense fue una revelación.

Waskow continuó en esta línea con su obra “Seasons of Our Joy” de 1982, una guía de la Nueva Era para las fiestas judías (la Nueva Era pasó a ser “moderna” en ediciones posteriores). Escrito en el espíritu DIY del “The Jewish Catalog”, este libro reintrodujo las raíces agrícolas terrestres de las fiestas judías décadas antes de que los agricultores judíos y los activistas ambientales hicieran que tales vínculos parecieran obvios.

En 1982, cuando cientos de palestinos fueron masacrados por falangistas cristianos alineados con Israel en Sabra y Chatila, Waskow se encontraba en un centro de retiro cerca de Baltimore para Rosh Hashaná. Waskow tomó el artículo de primera plana sobre los asesinatos del Philadelphia Inquirer y lo cantó como la haftará en el servicio matutino.

Al año siguiente, Waskow fundó el Centro Shalom en Filadelfia, inicialmente para abordar la amenaza de las armas nucleares a través de una lente judía. Con el tiempo, la organización se centró en otras preocupaciones, incluida la paz en Oriente Medio, las relaciones interreligiosas y el cambio climático.

“Fue casi la única voz durante mucho tiempo que realmente trataba de llevar los valores judíos a la situación política”, dijo Liebling. Heschel ciertamente había hecho esto, y había otros dos o tres rabinos que lo hicieron: Everett Gendler y algunos más. Pero no eran tan radicales como Arthur”.

Ser radical es una especie de insignia de honor para Waskow, quien todavía tiene un brillo infantil en sus ojos y se describe a sí mismo como un revolucionario. Su decisión de buscar la ordenación rabínica en 1995, cuando tenía 62 años y ya enseñaba en el Reconstructionist Seminary, nació de su reconocimiento de que el rabinato era una institución revolucionaria, una pieza clave de la transformación del judaísmo antiguo de una fe basada en los ritos del templo a uno de aprendizaje y oración.

A juzgar por las apariencias, Waskow parece especialmente adecuado para el papel de revolucionario religioso. Waskow, un hombre corpulento de barba blanca e instinto para la oratoria apasionada, nos recuerda a los profetas bíblicos. En un libro que escribió con su hermano Howard, de quien anteriormente había estado distanciado, y Howard relata cómo Arthur inspiraba miedo cuando era más joven. Y aunque su paso se ha ralentizado y depende de un bastón para mantener el equilibrio, Waskow sigue siendo físicamente imponente. Sus fotos en las manifestaciones de los últimos años muestran que su capacidad para invocar la furia justa frente a la injusticia sigue siendo en gran medida inalterada.

“La gente ha dicho que lo he ablandado”, dijo la rabina Phyllis Berman, esposa de Waskow durante 34 años. “Y creo que sí. Y también me ha endurecido. Ambas cosas son ciertas. Me dijo hace muy poco, en un intercambio muy valioso, que ya no le aguanto ninguna

imbecilidad. Y creo que probablemente lo hice durante mucho tiempo. Es un hombre aterrador cuando está enojado. Pero he aprendido a enfrentarlo de una manera mucho, mucho más profunda”.

Berman y Waskow se conocieron en una conferencia en 1982, algunos meses después de que ella leyera “Seasons of Our Joy” y le enviara una carta de amor a Waskow, que él nunca respondió. (Se había perdido en el correo). Berman confrontó a Waskow por el traspié y los dos entablaron una amistad. Cuatro años más tarde se casaron y cada uno adoptó un nuevo segundo nombre, Ocean, inspirado por su amor compartido por el mar.

Los océanos, o los niveles crecientes de los mismos, están muy presentes en la mente de Waskow en estos días mientras dedica sus energías a combatir el cambio climático. Waskow dedica el primer capítulo de “Bailando en el terremoto de Dios” a volver a contar la historia del Jardín del Edén a través de una lente ecológica antes de pasar a una variedad de respuestas sugeridas, desde cooperativas solares hasta aumentar el uso compartido del automóvil para evitar más daño.

En diciembre, publicó un artículo en Tikkun impulsando su idea de cooperativa, una iniciativa que Waskow cree que no solo puede acelerar el cambio a fuentes de energía renovables sino que también, al enfatizar la cooperación local, evitar el riesgo de que caiga una iniciativa ambiental masiva de Washington presa de la división cultural de Estados Unidos. El destacado activista medioambiental Bill McKibben lo mencionó en su columna del New Yorker.

A pesar de que Waskow cree que el cambio climático es lo más urgente, espera que su legado sea un cambio más profundo en la teología judía y, por extensión, en la psique judía. Waskow cree que la modernidad ha presentado al judaísmo un desafío a la par con el que se enfrentaron los antiguos rabinos tras la destrucción del Templo. Ese desafío, reflejado en las crisis en cascada que ahora enfrenta la humanidad, requerirá una profunda transformación en el pensamiento religioso – desde uno centrado en servir a Dios como gobernante o rey a una cosmovisión más ecológica que vea a toda la creación como parte de un todo interrelacionado.

“La modernidad nos hizo lo que Roma, y antes de Roma, Egipto y Babilonia, hicieron”, dijo Waskow. “Y la pregunta ahora es, si la modernidad se ha vuelto tan poderosa, tan indiferente e incontrolable, va a destrozar toda la articulación antes de que podamos crear una respuesta eficaz. ¿O podemos crear una respuesta eficaz? Y eso es lo que he intentado hacer”.

 

 

POR BEN HARRIS

Fuente: JTA

Traducción para Radio Jai Alicia Weiss

Se permite la reproducción citando las fuentes

 

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