El Porvenir de una ilusión…o un provenir sin ilusión

Por Silvia Chab*

En su trabajo del año1927, El Porvenir de una ilusión, Freud realiza al mismo tiempo una indagación sobre las diversas causas del surgimiento de las religiones, más allá de las diferencias subjetivas que motivan la búsqueda de refugio en ideas trascendentales, y también analiza el desarrollo de la Cultura (o la Civilización) con sus efectos positivos y negativos sobre los Hombres.
En cuanto a los ideales religiosos Freud se pregunta cómo va llegando el hombre a concebirlos y hace un paralelo entre éstos y lo que representa para el individuo la función del Padre. Para Freud el Hombre es el único sujeto de la naturaleza que nace con una indefensión básica y que precisa de Otro para su supervivencia. Es así que el primer objeto de amor que lo protege contra lo malo del entorno es la madre nutricia; y en un segundo tiempo será el Padre esa figura protectora.
En la medida en que el individuo se enfrenta cada vez más a un mundo hostil (no sólo de la Naturaleza dado que el resto de la humanidad también lo hace víctima de sus propias tendencias agresivas), la búsqueda se orienta hacia otras figuras que lo protegerán a cambio de su sumisión (el Padre de la horda primitiva; un animal; un Totem) hasta llegar al D”s del Monoteísmo.
El Padre de la Horda era un ser autoritario, despótico, sanguinario, que poseía todos los bienes, todas las mujeres y esclavizaba a todos los hombres. Pero al mismo tiempo los protegía de su indefensión y por eso se sometían y lo amaban, a la vez que lo odiaban.
El anhelo de refugio en ideales sobrenaturales es apenas una ilusión. Hace falta algo más para darnos un reaseguro ante las fuerzas de la Naturaleza y del resto de los humanos. Y esa función la cumple la Cultura.
El primer aspecto positivo de la Civilización se refiere al dominio de la Naturaleza, y el negativo al precio que ello impone en cuanto a la represión de tendencias instintivas en el hombre que le proveen satisfacción. Dicho de otro modo: si bien el hombre es un ser gregario y no puede vivir aislado (a diferencia del resto de los seres vivos necesita de un Otro para sobrevivir), para estar en armonía con su prójimo, debe contener sus naturales tendencias agresivas que lesionan toda convivencia.
Esto vale tanto para el caso de sentimientos de odio como amorosos (que llevados a un extremo de imposición sobre otros podrían culminar en el asesinato). El Deuteronomio precisamente advierte sobre tales desbordes cuando manda No matarás, No codiciarás (lo ajeno), No desearás a la mujer de tu prójimo, y ordena en primer lugar Yo soy tu único D”s, no tendrás otros dioses delante de mi. Mandamiento que desplaza al individuo y pone a D”s delante de él.
Pensemos qué pasaría si los hombres ejercieran libremente sus pulsiones de amor y de odio y si no se sometieran a un Orden simbólico; viviríamos en un caos.
En síntesis, los ideales religiosos no son suficientes para darnos la protección buscada. Y por ese motivo debe agregarse la función de la Cultura.

Pandemia y Salud
La Pandemia que estamos padeciendo desde hace ya un año –o más según los registros de casos sueltos previos al comienzo de 2020- revela una vez más las fuerzas avasalladoras y casi indomables de la Naturaleza. Toda la sociedad humana ha vuelto al sentimiento de indefensión originario ante el cual la única apuesta posible parece ser la de la Ciencia. Los demás caminos resultan inconducentes; quienes niegan la realidad de la Pandemia y sus desenlaces muchas veces fatales, terminan padeciendo sus efectos como cualquier otro mortal. Y el refugio en ilusiones de tipo religioso, si bien pueden brindar algo de consuelo, no resuelven el mal.
A lo largo de este tiempo hemos visto situaciones que parecían inimaginables como el apego de algunos segmentos de la sociedad a una vida seudo “normal” (salir en multitudes, vivir sin barbijo) a veces por necesidad (de trabajo y búsqueda de sustento) y otras por priorizar la satisfacción por sobre la protección propia y ajena. Pero lo más escandaloso fue la puesta en evidencia de los Vacunados-Vip, con o sin argumentos, con o sin argucias, por fuera de toda lista de espera y de protocolos pre-establecidos relativos a un orden de prioridades. Y esto no es más que un botón de muestra.
¿No vemos en tales actitudes de rechazo de reglas de convivencia una manifestación perniciosa del malestar en la civilización , una puesta en acto de impulsos narcisistas, destructivos y antisociales, que no dudan en atropellar al prójimo con tal de ejecutar la primitiva tendencia al sálvese quien pueda?.
Sobre el riesgo de no encauzar esta corriente nos advierte el Psicoanálisis cuando se refiere recuperar la vía de la Civilización pese al malestar que pueda producir.

Dice Freud en El Porvenir de una ilusión:
“Supongamos levantadas las prohibiciones (que le imponen renunciar a sus instintos), el individuo podrá elegir como objeto sexual a cualquier mujer de su gusto, podrá desembarazarse sin temor de algunos rivales que se la disputen, (…)podrá apropiarse de bienes ajenos sin pedir siquiera permiso a sus dueños. La vida parece convertirse asi en una serie ininterrumpida de satisfacciones…pero tropezamos con una primera dificultad y es que todos los demás hombres abrigan los mismos deseos que yo y no han de tratarme con mayor consideración que yo a ellos. (…) sólo un individuo puede llegar a ser ilimitadamente feliz con esta supresión de las restricciones de la civilización: un tirano, un dictador que se haya apoderado de todos los medios de poder. Y aún para este individuo será muy deseable que los demás observen por lo menos uno de los mandamientos culturales: el de no matar.”
Si escribimos vacuna donde dice bienes ajenos tendremos una puesta al día de esos conceptos.
El Contrato Social
La forma para conseguir que los hombres encuentren algo de felicidad en la pugna entre los beneficios que obtiene de la Cultura y la renuncia que esta le impone a sus instintos es que acepten someterse a reglas básicas de convivencia. Y el medio fue el establecimiento de un pacto o contrato social, que en países como el nuestro se plasmaron en la Constitución Nacional. Y quienes tienen en sus manos el derecho y la obligación de respetar y hacer respetar ese Pacto son nuestras máximas autoridades, del Presidente para abajo.
¿Por qué es imprescindible cumplir esta línea de acatamiento a las reglas? Porque de lo contrario estaríamos dirigiéndonos hacia una indeseable situación de caos y anarquía en la cual la historia mundial y la nuestra en particular nos han demostrado que culminan con el surgimiento de líderes autoritarios y despóticos. ¿Hacen falta más aclaraciones?
Independientemente de la adhesión a ideales religiosos absolutamente comprensibles y que nos aportan una cuota moral, es imprescindible la adhesión de toda una comunidad a un Contrato Social. Y su trasgresión debe ser sancionada como corresponde.
En Argentina –y tal vez no sea una excepción en el mundo, pero eso no cambia nada- se ha atropellado una y otra vez la confianza de la gente; y, vuelvo a aclarar, en esta oportunidad hago un recorte premeditado para hablar sólo de la situación sanitaria. Se han descripto y diagnosticado hechos no sustentables; se han prometido cosas incumplibles; se han impuesto restricciones a cambio de una ilusión que cada vez parece más lejana en el tiempo. Y cuando esperábamos alguna explicación racional que nos devolviera la confianza, lo único que recibimos fueron discursos politiqueros que en nada aportan a la esencia de lo que significa la pérdida de confianza existente en la sociedad. Y que abarca peligrosamente tanto al espectro político como científico, atacando el único instrumento apto y capaz de hacernos salir de la incertidumbre y la confusión: los progresos de la ciencia.
No puedo negar que me invade una honda preocupación por el presente y el futuro de nuestro hermoso país. Temo que se estén desarticulando las bases que mal o bien hasta ahora nos han mantenido dentro del marco del respeto por las leyes y la democracia, pese a los embates de toda índole que hemos padecido en nuestra historia y de otros que seguimos padeciendo. Si esto ocurriera sería una catástrofe que nos retrotraería a etapas de primitivismo social y cultural.
Apelo a la conciencia de quienes todavía pueden redirigir este y otros procesos en camino al desmadre. Aún estamos a tiempo de evitar caer en la tristísima idea de tener un Porvenir sin Ilusión.

*Psicoanalista

Reproducción autorizada por Radio Jai citando la fuente.

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