Súplica de judíos polacos antes del Holocausto a Chamberlain: déjenos entrar a Palestina



En marzo de 1939, semanas antes del notorio Libro Blanco, los judíos polacos enviaron a Londres un telegrama desesperado, publicado aquí aparentemente por primera vez. A un terrible costo, fue ignorado.

Imagen principal de AP muestra al primer ministro británico Neville Chamberlain estrechándole la mano a Hitler para sellar el Acuerdo de Múnich, septiembre de 1938 La sórdida historia del Libro Blanco británico de mayo de 1939, el notorio documento con el que los británicos cerraron las puertas de Palestina a los judíos europeos, ha sido documentada muchas veces. Menos recordado es cómo el New York Times (de propiedad judía) apoyó al primer ministro británico Neville Chamberlain el día después de que se emitió el Libro Blanco, provocando la ira de Chaim Weizmann y el liderazgo sionista. Sin embargo, es prácticamente desconocido que la comunidad judía polaca había enviado una súplica desesperada dos meses antes a Chamberlain – un telegrama en el que le rogaba que mantuviera abiertas las puertas de Palestina.
Esta es la historia de esa súplica.
Aunque el envío del telegrama fue informado en ese momento, este artículo aparentemente marca la primera vez que se publica el documento.
La misiva fue descubierta después de 82 años en un archivo de la Oficina Colonial Británica; no hay evidencia de que Chamberlain o alguien en su oficina lo haya discutido o, de hecho, incluso lo hayan visto.
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A fines de 1938, la posición judía en Europa, ya precaria en Alemania y en países bajo la amenaza de la invasión alemana, había empeorado dramáticamente. El 30 de septiembre de ese año, Chamberlain firmó el Acuerdo de Múnich, permitiendo a Hitler anexarse ​​las áreas de los Sudetes de Checoslovaquia.
Chamberlain creía ingenuamente que el apaciguamiento traería «paz en nuestro tiempo», pero en realidad, ocurrió lo contrario – la debilidad de Chamberlain envalentonó a Hitler para empezar la Segunda Guerra Mundial solo 11 meses después. En junio de 1940, Hitler estaba bombardeando la población civil de Londres.
El Acuerdo de Múnich también allanó el camino para el Holocausto, que comenzó menos de seis semanas después con el pogromo de la Kristallnacht del 9 de noviembre de 1938. Miles de empresas y sinagogas judías fueron destruidas en toda la Alemania nazi. Cientos de judíos alemanes perdieron la vida en la nocturna orgía de violencia, un precursor del destino que espera a otros seis millones de judíos en toda Europa. Después de Kristallnacht, nadie podía alegar ignorancia de las intenciones de Hitler hacia los judíos.
Al llegar 1939, las perspectivas para los judíos europeos nunca habían sido peores. La Agencia Judía instó desesperadamente al gobierno británico a permitir que más judíos europeos inmigren a Palestina. El Comité Superior Árabe, que representa a los árabes palestinos, se opuso rotundamente a cualquier inmigración judía adicional.

Un hombre observa los restos de una tienda judía en Berlín el 10 de noviembre de 1938, a raíz de la Kristallnacht. (Foto AP)

En Palestina, la revuelta árabe inspirada por Haj Amin Al-Husseini, el gran muftí de Jerusalén y acólito de Hitler, había estado en su apogeo durante casi tres años, costando cientos de vidas. El gobierno británico abandonó el esquema de partición de Palestina que su propia Comisión Peel había instado en un amplio informe de 1937.
La Comisión Woodhead, designada para realizar un análisis técnico de seguimiento de la propuesta de partición de la Comisión Peel, declaró que el plan era inviable. En un cruel giro de ironía, la Comisión Woodhead publicó su informe el 9 de noviembre de 1938, solo unas horas antes del inicio del pogromo de la Kristallnacht.
A raíz de los hallazgos de la comisión, el gobierno británico anunció que invitaría a representantes de los árabes palestinos y los estados árabes vecinos, así como a representantes del lado judío, a una conferencia en Londres a principios de 1939 para discutir el futuro de Palestina.

El futuro primer ministro israelí David Ben Gurion, centro, y el futuro presidente Chaim Weitzmann, sentado a su izquierda, con otros delegados judíos en la Conferencia de Londres, el Palacio de St. James, febrero de 1939. (Dominio público)

La Conferencia de Londres se inauguró el 7 de febrero de 1939 en el Palacio de St. James. Chaim Weizmann y David Ben-Gurion, más tarde primer presidente y primer primer ministro del futuro Estado de Israel, respectivamente, encabezaron la delegación judía.
En sus palabra de apertura – hecha solo para el gobierno británico y los delegados judíos, ya que los delegados árabes se negaron a sentarse en la misma habitación que los judíos – Weizmann enfatizó el peligro extremo que Hitler representaba para los judíos europeos, señalando proféticamente que «el destino de seis millones de personas estaba en la balanza».
Pero las advertencias de Weizmann no fueron tomadas en cuenta. A fines de febrero de 1939, menos de tres semanas después de que comenzara la Conferencia de Londres, funcionarios británicos comenzaron a revelar a la prensa su intención de proponer la independencia de Palestina en 10 años bajo el dominio árabe mayoritario, junto con limitaciones inmediatas y severas a la inmigración judía a Palestina.
Como informó el Times de Londres el 28 de febrero de 1939, «[los] árabes estaban jubilosos con las propuestas, los judíos las rechazaron y se amargaron». El mismo Chamberlain que tontamente creía que apaciguar a Hitler representaba la mejor manera de mantener la paz en Europa,  decidió, sin que sea una sorpresa, que apaciguar al muftí era la mejor manera de restaurar la paz en Palestina.
A mediados de marzo todos se dieron cuenta de que Gran Bretaña planeaba cerrar las puertas de Palestina a todos menos a un ínfimo grupo de inmigrantes judíos. El 15 de marzo de 1939, el Times de Londres publicó detalles filtrados adicionales de las propuestas británicas para Palestina, incluida la limitación de la inmigración judía a 15,000 por año durante los próximos cinco años.
Ese mismo día, 15 de marzo de 1939, Alemania invadió Checoslovaquia, y las fuerzas alemanas entraron marchando triunfantes a Praga.

El ejército alemán entrando en Praga el 15 de marzo de 1939. (Dominio público)

La comunidad judía en Polonia siguió los siniestros acontecimientos en la Conferencia de Londres y en Checoslovaquia con creciente alarma y preocupación. La acción militar alemana contra la vecina Checoslovaquia levantó el espectro inconfundible y aterrador de una potencial invasión alemana a su otro vecino oriental, Polonia. Esa perspectiva, combinada con las filtraciones de noticias de Londres que indicaban que Gran Bretaña planeaba el cierre virtual de Palestina a la inmigración judía, sumió a los judíos polacos en una crisis.
En este contexto, dos días después, el 17 de marzo de 1939, la Organización Sionista Unida de Polonia y Agudas Israel de Polonia enviaron un desesperado telegrama de dos páginas a Chamberlain. El telegrama rogaba al primer ministro del Reino Unido que mantuviera las puertas de Palestina abiertas a los judíos polacos, para permitirles al menos una oportunidad de escapar de la inminente amenaza nazi.
Este es el texto del telegrama original:
En las horas más oscuras y trágicas de la historia y la vida de los judíos, tres millones y medio de judíos en Polonia apelan al gobierno de Su Majestad, la autoridad que ha asumido la responsabilidad de crear un espacio en Palestina para el pueblo judío, que considere tanto la confianza que el pueblo judío ha depositado en Inglaterra y las esperanzas más sagradas de los judíos, y que no aplique una política en Palestina que arroje a las masas judías al abismo de la desesperación.
La oficina de Varsovia de la Agencia Telegráfica Judía (JTA por sus siglas en inglés) publicó un breve despacho dos días después, el 19 de marzo de 1939, titulado «Judíos polacos piden a Gran Bretaña que mantenga la fe». El despacho pretendía citar un telegrama de los judíos polacos al Gobierno británico, pero el idioma era diferente del telegrama original que se muestra arriba:
En la hora más oscura y trágica de la historia judía, tres millones y medio de judíos polacos apelan al gobierno británico para que no traicione la confianza del pueblo judío en Gran Bretaña y que no destruya las sagradas esperanzas del pueblo judío mediante la adopción de una política destinada a llevarlos a la desesperación.
Quizás el idioma citado en el envío de JTA era de un borrador anterior del telegrama, o quizás el autor del envío no pudo registrar el idioma exacto del telegrama original. En cualquier caso, parece que el telegrama original nunca antes se había hecho público, hasta ahora. Eso no es sorprendente, dado que el telegrama ha pasado desapercibido durante los últimos 82 años en un archivo de la Oficina Colonial Británica marcado «Palestina: Correspondencia original».

Un telegrama inédito del liderazgo judío polaco instando a Gran Bretaña en marzo de 1939 a permitir que los judíos huyan a Palestina y escapen de la próxima embestida nazi. (Steven E. Zipperstein)
Se ha consultado a una variedad de expertos, todos los cuales informaron que no habían oído hablar del telegrama ni lo habían visto publicado en ningún lado.
El profesor Dan Michman, jefe del Instituto Internacional para la Investigación del Holocausto y titular de la Cátedra John Najmann de Estudios del Holocausto en Yad Vashem en Jerusalén, dijo que no lo había visto anteriormente, pero advirtió sobre «exagerar la importancia y el impacto de un telegrama. »
El profesor David Engel, de la Universidad de Nueva York, un destacado experto en la historia de la judería polaca y el Holocausto, dijo que no recordaba ninguna discusión sobre el telegrama en la literatura relevante.
El personal de investigación en el Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos en Washington, DC, indicó que tampoco habían visto el telegrama anteriormente, pero informó el envío de JTA mencionado anteriormente a este reportero.
Trágicamente, el telegrama original no logró conmover al gobierno británico. De hecho, ninguno de los archivos relevantes del gobierno británico refleja ninguna discusión interna del mensaje, incluso si el primer ministro o alguien en su oficina lo vieron alguna vez. El gobierno británico tampoco ofreció ninguna respuesta a los judíos de Polonia, hasta que publicó el Libro Blanco que anunciaba la nueva política palestina del gobierno exactamente dos meses después, el 17 de mayo de 1939.

Unos días antes de que su esperanza de ingresar a Palestina fuera destruida por la orden británica que los deportaba a Chipre, inmigrantes ilegales judíos se alinean en la baranda de un barco en el puerto de Haifa el 8 de agosto de 1946. (Foto AP)
El Libro Blanco impuso límites extremos a la inmigración judía a Palestina, restringiendo la afluencia a un máximo de 75,000 inmigrantes judíos en total durante todo el período de cinco años entre 1939-1944.
En el momento de la publicación del Libro Blanco, el telegrama de los judíos polacos había sido enterrado en los archivos de la Oficina Colonial, donde permaneció oculto a la vista pública durante los próximos 80 años, hasta ahora.
El resultado de la política de inmigración del Libro Blanco fue catastrófico: de los seis millones de judíos en cuyo nombre Weizmann había apelado en su declaración de apertura en la Conferencia de Londres, 5.925.000 fueron condenados a permanecer en Europa. De los 3,5 millones de judíos polacos que le habían pedido ayuda a Chamberlain en marzo de 1939, solo 75,000 seguían vivos a principios de 1945. Independientemente del motivo o la intención, Hitler y Chamberlain parecían estar operando en una alianza tácita para condenar a muerte a los seis millones de judíos de Europa.

«¡Salven a nuestros hijos y a nuestros padres!», dicen pancartas llevadas por hombres en las calles de Jerusalén el 16 de enero de 1939 manifestando contra los severos límites de inmigración. (Foto AP)
El liderazgo sionista reaccionó al Libro Blanco con furia, enviando cartas de protesta y un memorando legal integral al gobierno británico y al Consejo de la Liga de las Naciones.

Palestina: Declaración de Política: el Libro Blanco de 1939
Weizmann logró obtener un voto simbólico de desaprobación de la Comisión de Mandatos Permanentes de la Liga de las Naciones, pero no significó nada para los judíos condenados de Polonia y de otras partes de Europa.
Uno hubiera pensado que el Libro Blanco y la difícil situación de los judíos polacos y europeos debieron haber provocado la protesta de otras influyentes voces judías en todo el mundo. Pero uno de los canales más importantes, el New York Times, de propiedad judía, defendió sorprendentemente el Libro Blanco en un editorial publicado el 18 de mayo de 1939, el día después de su publicación.
El editorial, escrito solo seis meses después de Kristallnacht; dos meses después de la invasión alemana de Checoslovaquia y el telegrama judío polaco; y menos de cuatro meses antes de la invasión de Alemania a Polonia, proclamó cruelmente, «[la] presión sobre Palestina es ahora tan grande que la inmigración tiene que ser estrictamente regulada para salvar a la patria de la sobrepoblación…»

Ilustrativo: Representantes de siete estados árabes, incluidos reyes, presidentes y príncipes, se reunieron en El Cairo, Egipto, el 29 de mayo de 1946, por invitación del rey Farouk, para organizar un frente unido contra la inmigración judía a Palestina. Almorzando en la propiedad real están, de izquierda a derecha: Seif El Islam de Yemen, Shek Beshara El Khoury, presidente del Líbano, presidente Shukry El Kowalty de Siria, el rey Faruk de Egipto, el rey Abdalah de Transjordania y Amir Saud, príncipe heredero de Arabia Saudita. (Foto AP)
El editorial coincidió con el gobierno británico en que era más importante evitar molestar a los árabes palestinos que permitir que más de un pequeño número de judíos europeos emigren al país.
Weizmann estaba tan furioso con el Times que se negó a reunirse con el editor del periódico, Arthur Hays Sulzberger, durante la visita de Sulzberger a Londres unos días después. Weizmann expresó su ira en una carta a Solomon Goldman el 30 de mayo de 1939, desestimando a Sulzberger como un «judío cobarde». En la misma carta, Weizmann le preguntó a Goldman, «lo que me gustaría entender es si la actitud general y el sentimiento de los judíos [estadounidenses] son ​​muy diferentes a los de Sulzberger y su periódico».
Incluso después de que la Segunda Guerra Mundial había terminado y el liderazgo sionista le rogaba al gobierno británico que permitiera a 100.000 sobrevivientes del Holocausto indigentes y en peligro de extinción («solicitantes de asilo» en el lenguaje de hoy) emigrar a Palestina, el New York Times continuó instando a apaciguar a los árabes palestinos en lugar de permitir que los judíos sobrevivientes de Europa busquen una nueva vida en Palestina.

Hombres, mujeres y niños en la cubierta superior, junto con ganado vacuno y aves de corral, a bordo del Panamá con tripulación griega, detenido frente al puerto de Jaffa, el 17 de julio de 1947 por el dragaminas británico Sutton. (Foto AP)
Al comentar sobre la difícil situación de los judíos europeos en un editorial del 14 de noviembre de 1945, el Times declaró fríamente: «Ciertamente no hay indicios de que la solución se encuentre en la emigración masiva a Palestina».
Para su gran crédito, el entonces presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, ignoró al Times y presionó públicamente al primer ministro Clement Attlee para que dejara de lado las restricciones del Libro Blanco y otorgara 100.000 certificados de inmigración a los solicitantes de asilo judíos europeos.


Misma amenaza, diferente día
¿Por qué deberíamos preocuparnos por esto más de 80 años después?
Porque la historia tiene una forma de repetirse. El sentimiento antiinmigrante y anti-refugiado se ha extendido por grandes extensiones de Europa y Estados Unidos en los últimos años. Más inquietante para el pueblo judío, el antisemitismo y el anti-sionismo están convergiendo y ganando cada vez más predominio en Europa y Estados Unidos, tanto a la izquierda como a la derecha del espectro político.
Debe recordarse la perfidia del gobierno conservador de Chamberlain al emitir el Libro Blanco y condenar a millones de judíos europeos a las cámaras de gas, para que la historia no se repita.
Por el bien de los casi 3,5 millones de judíos polacos y los otros 2,5 millones de judíos del resto de Europa que perecieron de manera tan trágica e innecesaria, nunca debemos olvidar lo que podría haberse hecho para salvarlos.
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Steven E. Zipperstein es el autor del próximo libro, «La ley y el conflicto árabe-israelí: los juicios de Palestina». Zipperstein es un ex fiscal federal de los Estados Unidos y ahora ocupa el puesto de investigador principal en el Centro para Desarrollo del Oriente Medio en UCLA. También enseña en el programa de Estudios Globales de UCLA y en la Escuela de Asuntos Públicos, y como profesor visitante en la Facultad de Derecho de la Universidad de Tel Aviv. Copyright: Steven E. Zipperstein 202 Fuente: Consulado de Israel en Guayaquil
Fuente: Consulado de Israel en Guayaquil

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