Yaacob. Triada y conectividad. Reflexión.

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“Solo, y he aquí una escalera estaba apoyada en tierra y su punta llegaba hasta los cielos; y he aquí que angeles de D’s ascendían y descendian por ella”

Génesis 22:28

Yaacob y la conexión.

Hasta la aparición de Yaacob, el tercero de los Patriarcas, el relato bíblico va dibujando el primer triángulo sefirótico que se completa con el nieto de Abraham. Y es por este sendero que nos iniciamos en lo que los cabalistas llaman el «Zeir Anpin» o pequeño rostro, donde Abraham representa la cualidad de Jesed o bondad, que claramente se encuentra ligado al cielo como está escrito: » Y lo sacó afuera, y dijo: «Observa ahora los cielos y cuenta las estrellas, si puedes contarlas» Y le dijo: «Así será tu descendencia». Génesis 15-5.

Por el contrario, su hijo Isaac se encuentra ligado a la tierra como dice en la Torá: «Isaac había salido para arar el campo a la hora de la tarde» Génesis 24-63. Isaac representa la cualidad del Juicio (Din) o rigor, situado debajo de Biná y al lado y a la izquierda de Jesed, y es el atributo que impone límites al actuar del hombre 

Yaacob y la triada.

Triada se define como un grupo de tres elementos o seres que tienen un vínculo particular. Y es que la escalera del sueño de Yaacob une al cielo con la tierra, es decir, logra una conectividad o conexión entre Abraham e Isaac, y de esta mezcla aparece la Sefirá de Tiferet (la belleza) que integra (estando ubicada en la columna del medio del árbol de la Vida) a los atributos de compasión y severidad, que son fuerzas expansivas y restrictivas, pero que lejos de oponerse se complementan, ya que, sin ambas, no puede manifestarse el flujo de la energía divina.

Tiferet, el corazón. Final.

La posición central en el árbol Sefirótico, hace que Tiferet sea conocida como » el Asiento de Salomón», y ligada al sol en el sistema planetario y relacionada con el corazón al ubicar la relación entre los atributos y los órganos del cuerpo humano.

Para concluir, hemos completado con la lectura del parashá Vayetzé o capítulo semanal de la Torá que se lee en las Sinagogas, este primer triángulo cuyo vértice apunta hacia abajo, ya que la energía espiritual que mana desde lo alto, debe alcanzar Malkuth o los pies del árbol y este mundo material.

Para concluir, impregnar la materia de espiritualidad es el trabajo de todo judío, y para ello necesita modelar sus atributos emocionales, y lograr ese fino y constante equilibrio que resulta del accionar de dos fuerzas opuestas situadas en el mismo nivel, y el trabajo de una tercera que logra la armonía o reitero integrarlas, ya que existe una columna central que permite que esa energía se pueda descargar en forma adecuada, en respuesta a variados estímulos y desafíos que son constantes a lo largo de la existencia humana en este mundo terrenal y físico que nos toca vivir por voluntad divina

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