DE EPIDEMIAS, PANDEMIAS Y MEDICIBA

Del pasado sanitario de mi Buenos Aires querido …

Por Martha Wolff

Soy una mujer grande y recuerdo en mi juventud haber padecido los cuidados que tomó mi madre cuando sufrimos la epidemia de poliomielitis, allá por 1956.

Lo primero que hizo fue mandarme a Mar del Plata, a la casa de una amiga. No sé si frente al mar me iba a salvar pero fue una manera de sacarme del foco infeccioso que era Buenos Aires.

En esa crisis una amiga la tuvo y le quedó una secuela de por vida.

Fue una gran alegría, después de tantos temores, que Jonás Edward Salk, descubriera la vacuna intramuscular y luego Albert Sabin, la oral. Era un paso más para salvar la vida de tanta gente y, sobre todo, los padres a sus hijos.

Eran épocas en las que, al igual que hoy, estábamos expuestos a las enfermedades, a pesar de los cuidados, las vacunas, las profilaxis, los consejos y las medidas sanitarias.

Los consejos iban de boca en boca o a través de los colegios a los padres y de vecina a vecina o a través del único medio de difusión que era la radio.
El hospital público era el lugar al que se acudía para ser atendido. Pocos recurrían a la medicina privada y todos, ricos y pobres, querían tener un doctor amigo en la familia en quien confiar.

Los hospitales de las colectividades fueron de gran ayuda al país porque los inmigrantes podían hablar en su idioma sobre sus dolencias y ser atendidos por médicos de su mismo origen.

Mis abuelos y padres inmigrantes tenían la idea fija de que creciéramos fuertes y sanos. Para ello, el aparatito exprimidor de carne era infaltable en la cocina para aprovechar la sangre de la carne cruda en el puré, el aceite de hígado de bacalao o hacernos dar rayos ultravioletas. La fascinación que nos producía el ponernos los anteojos protectores!!

Por supuesto no faltaban las cataplasmas y las botellas de agua caliente anteriores a las bolsas de goma para calentar los pies y la ollita con agua y hojas de eucalipto para aromatizar el ambiente o como broncodilatador. Todo esto con sopa de pollo casera y la yema con azúcar y licor…

Con estas estampas quise revivir algo del pasado sanitario del ayer, de mi Buenos Aires Querido, ante tanta Tecnología y avances de hoy, compararlos con los remedios caseros de aquellos tiempos.

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