Historia de la mujer judía que, de ser hija del exilarca de Babilonia, llegó a ser esposa del emperador sasánida y alumbró al rey de los persas en el siglo V EC.
En la más lejana antigüedad histórica, en las mesetas del nordeste de lo que hoy es Irán, lindando con el desierto de Karakorum, se asentaron los arios, una confederación de pueblos unidos por una lengua de la rama irania de las lenguas indoeuropeas. Uno de ellos fueron los partos. En el siglo VII AEC, los partos fueron conquistados por sus vecinos los medos y luego todos ellos sucumbieron al Imperio aqueménida. De esta época es el edicto de Ciro, el emperador que otorgó a su imperio libertad religiosa, permitiendo así que los hebreos cautivos en Babilonia pudieran retornar a Jerusalén para reconstruir el Templo. Luego, el Imperio aqueménida fue conquistado por Alejandro Magno y, a la muerte de éste, la zona pasó a ser parte del Imperio seléucida -los griegos de los Macabeos, por ejemplo, eran seléucidas. En la decadencia seléucida, gobernaban una serie de familias aristocráticas, la dinastía arsácida. Y entonces, en el siglo III EC, llegaron los sasánidas.
A cinco kilómetros de Persépolis, la capital de los aqueménidas (los persas de las guerras médicas contra los griegos) estaba Istajr, donde había un templo advocado al culto de Anahita, la diosa de la fecundidad y la abundancia. Uno de sus sacerdotes se llamaba Sasán. Y un descendiente suyo fue Ardashir I, el que acabó conquistando a los partos e inaugura la dinastía sasánida.
Luchó, ayudado por sus descendientes, Sapor I y Sapor II, por limpiar la cultura seléucida y por contener al acoso de los romanos. Y fundó la ciudad de Ctesifonte, junto al río Tigris, que convirtió en su cosmopolita capital. Dicen que es el lugar donde se desarrollan las acciones de Las mil y una noches. Un lugar muy cosmopolita y multicultural, poblado por partos, persas, iraníes, babilonios, griegos, asirios, protoárabes. Y judíos, porque no todos los hebreos del cautiverio de Babilonia quisieron regresar a Jerusalén.
En el año 722 AEC los asirios se habían llevado cautivos a su reino a los judíos del reino de israel, las diez tribus perdidas.
Sapor III, (nombre de raíces aramea, como Shapir) fue nieto del fundador de la dinastía sasánida y tuvo un hijo que reinó con el nombre de Bahram IV. Murió asesinado en el año 399 EC. Lo sucedió su hermano Yazdegerd I, apodado El Pecador (por haber aceptado ser el preceptor del hijo del emperador cristiano Tedosio).
Fue un emperador que, por su marcada y manifiesta tendencia a conceder una amplia libertad religiosa de las minorías cristiana y judía del Imperio sasánida, se ganó la oposición de los sacerdotes del zoroastrismo. A los cristianos les dejó hasta construir templos en sus territorios.
Con los judíos no escondía tener unas excelente relaciones, sobre todo con el rabino Huna bar Natán, el presidente de la comunidad judía en la diáspora babilonia de entonces, esto es, el exilarca.
El rabino Huna bar Natán, nombre notable de la quinta generación de la era rabínica de los amoraítas (la era que completa la Guemará) era el presidente de la academia talmúdica (Yeshivá) de Sura. Junto al rabino Ashi, primer editor del Talmud, y Mar Zutra, presidente de la Yeshivá de Pumbedita, tenía entrada libre en el palacio de Yazdegerd I. Pero Huna era el que más cercanía tenía con el emperador. Una vez, Huna le contó a un rabino que una tarde Yazdegerd I se fijó en el fajín que Huna llevaba puesto por encima del ombligo, llegándole hasta casi el pecho; el avnet, o fajín, era parte de la indumentaria prescrita en la Torá para los sacerdotes del Templo de Jerusalén. Al ver lo mal que Huna llevaba el fajín, el propio emperador se lo colocó bien en la cintura, diciéndole que ” el reino de los sacerdotes era glorioso y debía comportarse como tal”.
El rabino Huna tenía una hija llamada Shishintit, (Shoshandojek en hebreo), quien fue la esposa de Yazdegerd I, y por tanto, madre de Bahram V. Por aquel tiempo se hicieron grandes mejoras en las juderías de Isfahan y Susa, gracias a tan buenas relaciones con el emperador. De hecho, un tratado de geografía persa, Šahrestānīhā ī Ērānšahr (Las capitales provinciales de Irán) informa que Yazdegerd hizo que los judíos se establecieran en Isfahan a petición de su esposa judía.
En la localidad de Pir Bukram, cercana a Isfahan, hay algunos restos arqueológicos que atestiguan la presencia de población hebrea en aquella época y lugar. En la sinagoga de Yaqub Pir Bakran, también conocida como Esther Khatun (Sareh Bet Asher), mientras se reconstruía el techo de la sinagoga, se encontraron inscripciones de 95 cm de largo y 75 cm de ancho bajo los suelos acumulados de una posterior sinagoga de 1322. Uno de los arcos está instalado dentro de la sinagoga. La inscripción de esta tablilla de piedra en una destacada caligrafía hebrea contiene versículos de la Torá y la fecha de escritura y su instalación desde el comienzo del segundo siglo cristiano es la siguiente: “Ábreme las puertas de la justicia. Alabaré a Dios por entrar en ellos. Esta es la puerta de Dios”.
Ernst Emil Herzfeld, arqueólogo e iranista alemán de fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, sostiene que la famosa tumba en la ciudad de Hamadán, que algunos visitan como lugar del tumba de la tanájica reina Esther y su tío Mordejai, en realidad es la tumba de Shishintit. El emperador murió cozeado por un caballo en el año de 420.
Pedro Huergo Caso / © Enlace Judío