Unas 300 personas llegaron en el vuelo de Ethiopian Airlines, muchos de ellos ondeando banderas o deteniéndose a besar el suelo cuando bajaron del avión hasta una alfombra roja. Muchos vestían túnicas tradicionales etíopes, y muchas mujeres llevaban bebés en brazos. Sonaban canciones hebreas de celebración por los altavoces.
Una gran delegación de funcionarios israelíes recibió al grupo y Pnina Tamano-Shata, la primera ministra del gobierno nacida en Etiopía, viajó al país africano para acompañarles en el vuelo.
“Mi esposa, Sara, y yo estábamos allí con lágrimas en los ojos”, dijo el primer ministro, Benjamin Netanyahu, en una ceremonia de bienvenida. “Esta es la esencia de nuestra historia judía, la esencia de la historia sionista”.
Activistas de base han acusado al gobierno de retrasar la aplicación de una decisión de 2015 para llevar a Israel a todos los etíopes de origen judío que quedaran en Etiopía en un plazo de cinco años. El partido Likud de Netanyahu reiteró esa promesa antes de las elecciones nacionales de este año.
Ethiopian Aliyah, un grupo activista que defiende la reunificación familiar, estima que en Etiopía quedan unos 7.000 judíos, algunos de los cuales llevan años esperando a reunirse con sus familias.
“Una vez más, el gobierno dirigido por el primer ministro Netanyahu ha decidido poner cuotas a la inmigración de judíos desde Etiopía”, dijo Muket Fenta, activista y que lleva una década luchado para llevar a su tía a Israel.
“El gobierno festeja a unos pocos cientos de inmigrantes de Etiopía, mientras se suponía que miles deberían estar aquí y siguen abandonados con su futuro en duda”, dijo.
Radio Jai