En el momento en que la gente se da el lujo o el permiso de banalizar hechos que formaron parte del genocidio más grande del Siglo XX, es porque el hombre no ha aprendido nada de su historia.
Ya dos veces durante los últimos días hemos visto en los medios de comunicación como se ha utilizado la figura de Ana Frank como un símbolo totalmente desconectado de su historia, adaptado a nuestros días modernos, perdiendo todo tipo de respeto y sentido.
Primero en el programa argentino “Showmatch”, mientras una cantante al ritmo del “Yo no soy esa mujer” de Paulina Rubio, se proyectaba de fondo la foto de la niña judía que vivía en Amsterdam durante la Segunda Guerra Mundial, tratando de ponerla en el contexto del mensaje feminista de “yo no soy esa mujer débil que se queda en la casa por obligación”.
Por otra parte, la revista chilena Velvet. Dónde en su portada se lee “Generación Ana Frank 2.0, los adolescentes salen del encierro”, como parte de los artículos principales.
¿Es en serio? ¿Vamos a comparar las cuarentenas (que fueron difíciles para todos) dónde la mayor parte de la gente pudo pasarlas en sus casas sin miedo a ser perseguidos y asesinados, mientras que no solamente Ana Frank, sino que miles de judíos en Europa durante el Holocausto tuvieron que esconderse por haber nacido judíos? ¿Vamos a situar a una niña que a los 14 años tuvo que quedarse obligada en un espacio pequeño, casi sin comida, agua, compartido con más gente, con la angustia de que cada día podría ser el último?
Esto no se trata solo de la imagen de Ana Frank, su memoria y lo que simboliza. Esto se trata de utilizar el recuerdo de 6 millones de asesinados que no tuvieron elección, y que el mundo moderno y globalizado en el que vivimos hoy, se da el permiso de cambiar su significado, de reinterpretar la historia, de que no haya ningún tipo de consecuencia, para usarlo como herramienta
de ventas. No señores, aún tenemos entre nosotros sobrevivientes del Holocausto y sus descendientes no permitiremos que los que ya no están, caigan en la banalización y el dolor de lo que pasó, se nos vaya como arena entre las manos.
Tal vez estas muestras no son con un fin antisemita, sino que es el intento de utilizar símbolos que puedan llamar la atención. Tampoco se podría tildar de ignorancia, porque sería minimizar su responsabilidad ante sus propios actos. Tanto Showmatch, como la revista Velvet tienen un equipo, alguien que aprueba y toma las decisiones, y quiero creer que no hay un afán de hacer daño, pero son errores que no pueden cometerse cuando se tiene una responsabilidad comunicacional tan grande. Los medios son los que cargan de información a la gente, los que generan opinión e ideas, el clásico “lo vi en la tele” o “lo leí en una revista”, son cosas que deberían plantearse las cabezas de quienes generan el contenido, porque parecen no entender la responsabilidad social que conlleva publicar algo de esta índole.
No dejemos que la memoria de los muertos en el Holocausto se convierta en herramienta de ventas o de resignificación. No dejemos que los medios se den el lujo de jugar con las “Anas” que ya no son parte de la sociedad por haber sido asesinadas por el hecho de haber nacido judías. No dejemos que la maldad deshumanizadora, se humanice.
Sivan Gobrin desde Israel