Rabí Isaac ben Solomon Luria, nacido en Jerusalén en 1534, creció en Egipto. Fue un experto conocedor de la mística y del derecho judío. En el año 1570 viajó a Safed, en Galilea, centro un cabalístico y estudió con el cabalista Moisés ben Jacob Cordovero. Luego inició la exposición de su propio sistema de pensamiento. Según el mismo, en el Talmud Dios concentró toda su radiación (shejiná) en un solo punto, el más santo de los lugares, una singularidad, como se diría en la cosmología moderna. Para los cabalistas esa concentración es, de hecho, una retirada. De este modo la existencia del universo se hace posible gracias a la fuga de Dios, que resulta esencial para la aparición del mundo.
Se duda sobre el año de su traslado. Según su propio testimonio, había estudiado en Jerusalén con el cabalista Kalonymos. Sin embargo, la tradición oral sitúa su llegada a la casa de su tío, en Egipto, a la edad de siete años. Luria estudió en una yeshivá bajo la dirección de David ben Salomon ibn Abi Zimra y su sucesor. Se mostró excepcionalmente dotado, cubriendo sus necesidades gracias al comercio y los negocios.
A la edad de 15 años, se casó con su prima, y los recién casados se retiraron a una isla desierta en el Nilo que pertenecía a su tío y suegro. Isaac Luria se consagró principalmente al Zohar y a obras cabalísticas anteriores, llevó una vida ascética y comenzó a tener visiones. En 1569, siguiendo una llamada interior, se instaló en Safed, donde construyó rápidamente una gran reputación como poeta místico, empezó a enseñar la Cábala y a predicar en las sinagogas. Se interesó especialmente en las ideas del rabino Moisés Cordovero, y estudió con él hasta la muerte de este.
Isaac Luria fue extremadamente reverenciado, sus discípulos le imputaron numerosos milagros, y le consideraban como un santo, elohim, “divino”, no es un término honorífico frecuente en el judaísmo. Prácticamente sólo se aplica a él. Borges decía que la historia del pensamiento es la historia de unas cuantas metáforas. Si partimos de esta afirmación, podemos concluir que la inversión de una metáfora puede desencadenar una corriente inédita y revolucionaria del pensamiento. Esa fue la “estrategia”, más o menos consciente, que siguió Isaac Luria: darle la vuelta a una metáfora. Hasta ese momento, según la tradición neoplatónica, el Uno se deshace en universo. Tras una serie de emanaciones, transfiere su vida al universo, que a partir de ese momento es inteligente y tiene alma. Luria concibe el origen de un modo diferente. Y lo hace a través de un concepto, el tsimtsum, que significa retirada, retraimiento o contracción. El universo ya no se expande, como en el big bang neoplatónico, sino que se contrae. Para ello tiene que revolucionar un antiguo proverbio.
El razonamiento es sencillo, el mundo no podría existir si D´s estuviera en todas partes. Y tampoco podría crearlo D´s de la nada si no existiera la nada que, obviamente, no existe. La vida de los seres, su libertad, requiere de la divina discreción. “D´s se vio obligado a hacer sitio al mundo abandonando, por así decirlo, una zona de sí mismo, de su interioridad, una especie de espacio primordial místico del que Él se retiró a fin de regresar al mundo en el acto de creación y revelación”. Es decir, a fin de hacer posible la experiencia religiosa y el despertar de la llama divina que hay en los seres. Dicho en términos sencillos: D´s se retira para que, en el ejercicio de la libertad, los seres lo busquen.
Afirmaba que D´s, al igual que Israel, necesitaba ser redimido del exilio y que la humanidad tenía asignado el papel crítico en el drama cósmico de la redención (tikún). Con la meditación y el cumplimiento de los mandamientos, la humanidad podía rescatar las chispas de luz divina aprisionadas en el mundo durante la creación, reuniendo así la divinidad. El pensamiento de Luria transformó la Cábala en un movimiento popular mesiánico que infundió la tradición rabínica y afectó al judaísmo, pavimentando el camino para el mesianismo sabetiano del siglo XVII y el jasidismo del siglo XVIII. No dejó escritos, por lo cual su pensamiento se conoce por la obra de discípulos.
Isaac Luria murió en Safed durante una epidemia el 25 de julio de 1572.
Dr. Mario Burman