El lunes 2 de agosto fue la fecha límite para la presentación de candidaturas presidenciales y para el Congreso de Nicaragua, ante los comicios que se celebrarán el 7 de noviembre de este año. Tras el encarcelamiento de los principales líderes opositores, la pareja presidencial de Daniel Ortega y Rosario Murillo se encaminan a mantenerse aferrados al poder hasta 2027. El congreso partidario del Frente Sandinista proclamó la fórmula por unanimidad, así como la continuidad de los actuales diputados en el Congreso, en una demostración que recuerda las exhibiciones de regímenes comunistas de la guerra fría.
Este será el cuarto mandato consecutivo de Daniel Ortega en el poder, desde que volvió a asumir en 2007, en una elección en la que prometió abandonar sus prácticas autoritarias de los años ochenta. No obstante sus palabras, Daniel Ortega y su mujer y vicepresidente, Rosario Murillo, han construido una enorme masa de poder en base a la violencia, la opresión y la corrupción en la última década y media, y el primer magistrado se habilitó su reelección aun cuando la Constitución se lo prohibía. Para estas elecciones, y entre otros opositores, se encarceló a Cristiana Chamorro, hija de la ex presidente Violeta Barrios de Chamorro, quien en 1990 venció a Ortega en comicios libres. Se estima que era la principal contendiente de la pareja presidencial, pero se habilitaron fórmulas presidenciales que no supongan riesgo para sus planes de perpetuación y que a su vez exhiban una apariencia de normalidad y competencia. Es también hija del emblemático director de La Prensa Pedro Chamorro, quien fue un opositor al régimen de Anastasio Somoza y que murió asesinado. Su candidatura simbolizaba la posibilidad de un retorno a la vigencia de las libertades, pero bajo la acusación de “traición a la patria”, de conspirar con Estados Unidos y los países europeos, se la quitó de carrera, junto a otros rivales también relevantes. La participación de otros candidatos es cuestionada por la oposición, ya que es un proceso electoral viciado y condicionado, y con un resultado previsible.
Esta situación política ha merecido las sanciones de la Unión Europea, que establece restricciones migratorias y financieras no sólo a la pareja en el poder, sino también a su hijo Juan Carlos Ortega Murillo, director de un canal de televisión y figura prominente en el Frente Sandinista, perfilándose como el sucesor para el futuro próximo.
La elección se realizará en un momento en el que sus principales socios en la región, como Cuba y Venezuela, se hallan en un momento de debilidad. Si bien todo indica que los Ortega-Murillo seguirán en el poder con un mandato hasta 2027, el régimen se presenta inestable y con un mandatario que hoy tiene 75 años de edad. Daniel Ortega es un símbolo de la guerra fría y, a su vez, uno de los gobernantes de la nueva ola autoritaria en América latina.