El 5 de septiembre de 1978 comenzaron doce días de negociaciones, con la mediación de Jimmy Carter, entre Anwar el Sadat y Menachem Begin.
Las mismas culminaron el 17 de septiembre de 1978. Con el presidente Jimmy Carter como testigo, el presidente egipcio Anwar Sadat y el primer ministro israelí Menachem Begin se reunieron en la Casa Blanca y firmaron los Acuerdos de Camp David, que estaban compuestos por dos acuerdos marco: un esquema que establecía un tratado de paz entre Egipto e Israel y una plataforma que conduciría al autogobierno de los palestinos residentes de la Cisjordania y la Franja de Gaza, territorios controlados por Israel a partir de la guerra de junio de 1967.
Los Acuerdos de Camp David marcaron una transición vital para Egipto, Israel y la región en sentido amplio, pues de estar en un estado casi permanente de conflicto pasaron a una era de paz. Aunque la región todavía tiene problemas graves, los acuerdos ayudaron a impulsar una mayor prosperidad para personas en todos los sectores y eliminaron una importante amenaza a la paz y estabilidad regional.
En los años previos a Camp David estallaron cuatro guerras entre Egipto e Israel. En los 43 años transcurridos los dos países se han mantenido en paz, salvando innumerables vidas.
Tanto Egipto como Israel lograran sus objetivos principales: Egipto recuperó la península del Sinaí que Israel había capturado en la Guerra de los Seis Días en 1967 e Israel obtuvo su primer reconocimiento legal por parte de un estado árabe. También establecieron relaciones económicas y de seguridad y más fuertes entre Estados Unidos y las partes de los acuerdos.
Sadat y Begin recibieron conjuntamente el premio Nobel de la Paz y los acuerdos también dieron como resultado el tratado de paz de 1979 entre Israel y Egipto.
Los acuerdos también establecieron relaciones de seguridad y económicas más fuertes entre Estados Unidos y las partes de los acuerdos. Actualmente Egipto e Israel son dos de los asociados más cercanos a Estados Unidos en materia de seguridad, no solamente en la región sino en todo el mundo.
Los historiadores y los académicos coinciden en que ni los Acuerdos de Camp David ni el tratado de paz firmado pocos meses después hubieran sido posibles si el presidente egipcio Anwar Sadat no se hubiera alineado con la política norteamericana y no hubiese presionado hábilmente para que el Sinaí retornara a la soberanía egipcia.
Afortunadamente, Sadat se encontró con que los primeros ministros israelíes Yitzhak Rabin y Menachem Begin estaban dispuestos a aceptar su apertura. Ambos comprendieron la importancia estratégica que tenía para Israel la posibilidad de eliminar la participación militar de Egipto, dado que Israel vivía cercado por un mundo árabe hostil.
Seis meses después de la firma del acuerdo, el 26 de marzo de 1979, los tres hombres se reunieron nuevamente en la Casa Blanca para firmar el tratado de paz. Es fácil dar reconocer ahora los beneficios de los acuerdos, pero cuando las negociaciones estaban en curso en Camp David, el resultado estaba lejos de ser cierto. Pero Carter estaba decidido a que ambas partes llegaran a un acuerdo. Para ello adoptó un enfoque personal en las discusiones que fueron, por momentos muy tensas. Le preguntó a Begin sobre sus nietos, haciendo que líder israelí reflexionara sobre la necesidad de mejorar las condiciones para el futuro. Incluso Carter llevó a ambos a visitar el Parque Nacional Militar de Gettysburg, empleando a la Guerra Civil de Estados Unidos como un símil ante los conflictos entre Egipto e Israel.
Aunque los acuerdos no eliminaron de pronto las discordias entre árabes e israelíes, el arreglo estableció los cimientos sobre los cuales los diplomáticos del siglo XXI pudieran seguir trabajando.
Estos acuerdos “nos enseñan que la diplomacia puede lograr no solo el fin de una guerra, sino también una mayor prosperidad y oportunidades para todos los involucrados”.