Mi trabajo como presidente de la sociedad funeraria judía es un privilegio sagrado y la más elevada forma de bondad.
En hebreo, la sociedad funeraria judía es llamada jevrá kadisha, lo que literalmente significa «la sociedad sagrada». Sin ninguna duda mi trabajo es aleccionador y me ayuda a mantener mi humildad, pero no lo considero como mórbido o deprimente. Los miembros de la jevrá kadisha se sienten honrados de tener la singular responsabilidad y el privilegio de efectuar el máximo acto de bondad por las personas fallecidas.
Aquí hay explicaciones de las leyes y costumbres del entierro judío:
1. En la Torá hay un mandamiento específico de enterrar a los muertos.
La mitzvá (ver Deuteronomio 21:23) emula la bondad de Dios tal como la Torá dice que Dios mismo enterró a Moshé.
2. Enterrar el cuerpo en la tierra ayuda a que el alma encuentre su descanso eterno.
Como judíos, respetamos el proceso ecológico de descomposición y retorno a la tierra de toda materia inanimada. Reconocemos que esta ley natural fue establecida por un Dios bondadoso que nos ama.
Lo más importante, enterrar el cuerpo debajo de la tierra ayuda al alma a encontrar la paz total. El Talmud y el Midrash (Bereshit Rabá 100:7) nos dicen que el alma sólo tiene paz completa una vez que el cuerpo es enterrado y retorna a la tierra.
3. El entierro prepara al cuerpo para su final reunión con el alma.
La muerte no es el destino final; es sólo un gran paso en el camino. El Midrash (Bereshit Rabá 28:3) dice que una chispa del alma permanece en el cuerpo incluso después de que la persona muere, lo que le da al cuerpo un elemento de eternidad.
La chispa Divina que permanece en el cuerpo es comparada en el Talmud (Sanedrín 90b) con una semilla que en el futuro germinará y brotará durante la resurrección de los muertos. De este modo, preservar el cuerpo bajo la tierra prepara al cuerpo para su futuro renacimiento.
Por esto es que brindamos respeto a la tumba de nuestros seres queridos. Al rezar en el sitio donde están enterrados, despertamos la chispa celestial dentro de ellos y provocamos que intercedan en nuestro beneficio.
4. El entierro ayuda a preparar al alma para su encuentro con Dios.
Los miembros de la jevrá kadisha purifican el cuerpo a través de un proceso llamado tahará o purificación, para ayudar al muerto a dejar el mundo en un estado de pureza. El cuerpo es sumergido en una mikve o se le vierte agua sobre el cuerpo y se lo viste con una mortaja blanca, que simboliza la pureza. Las fuentes kabalísticas dicen que enterrar el cuerpo en un estado de pureza beneficia al alma.
Al tener conciencia del significado de su tarea, los miembros de la jevrá kadisha tienen una sensación de solemnidad y propósito al efectuar la tahará. Al purificar al cuerpo, decimos plegarias y Salmos por la persona fallecida, y le pedimos a Dios que juzgue a la persona que ha partido de este mundo con misericordia.
5. El entierro judío asegura que el cuerpo será tratado con dignidad y respeto.
Así como el manto que cubría un rollo de la Torá y que ya no se puede seguir usando es enterrado con respeto, el cuerpo que estuvo asociado con un alma para cumplir su misión en el mundo también merece respeto.
Por esta razón, de acuerdo con la ley judía, el cuerpo no es expuesto de forma innecesaria. Se lo mueve delicadamente y sólo cuando es necesario. Los hombres preparan a un hombre para su entierro y las mujeres preparan a una mujer. De acuerdo con la costumbre judía, los miembros de la jevrá kadisha cuidan el cuerpo (en hebreo: shmirá) desde el momento de la muerte hasta el entierro para que no parezca que es descartado o que se le falta el respeto.
6. El entierro judío es sensible respecto a la incomodidad del alma.
De acuerdo con el Midrash (Bereshit Rabá 100:7; ver también Talmud Shabat 152b), después de la muerte el alma flota por encima del cuerpo. Si bien no puede hacer nada, el alma observa todo lo que le ocurre abajo a su cuerpo.
La ley judía reconoce esto y en consecuencia requiere que aquellos que se ocupan del cuerpo mantengan un humor solemne y eviten conversaciones triviales mientras preparan al cuerpo para su entierro. Cuando termina el proceso de tahará, los miembros de la jevrá kadisha le piden perdón al muerto en caso de que no le hayan brindado todo el respeto que se merece.
En el pasado, los judíos se esforzaban mucho, a veces incluso a riesgo de sus propias vidas, para enterrar a otros judíos de acuerdo con la tradición judía. Efectuar este último acto de bondad por personas que ni siquiera conocemos nos recuerda que todos estamos conectados y que todos los judíos, sin importar su observancia religiosa, merecen la dignidad de un entierro judío adecuado.