Polacos heroicos de la época de la guerra

Algunos diplomáticos polacos llevaron a cabo un valiente intento por salvar a miles de judíos. Como resultado, al menos varios cientos de personas se salvaron de la muerte, escribe Mordecai PALDIEL

Tras la caída de Polonia a principios de la Segunda Guerra Mundial, variaos centros misiones diplomáticas polacos en otros países siguieron activaos.. En Berna, Suiza, el embajador Aleksander Ładoś y sus dos principales colaboradores, Stefan Ryniewicz y Konstanty Rokicki, iniciaron una operación a gran escala para salvar a los judíos polacos. El punto de partida fue obtener decenas de documentos paraguayos de Rudolf Hügli, el cónsul de Berna Suiza en Paraguay. Estos documentos fueron expedidos marcados con losa nombres de los judíos polacos como supuestos ciudadanos de Paraguay y debidamente sellados, por lo que algunos judíos que vivían en la parte de Polonia bajo ocupación soviética lograron escapar a Japón. Allí, a su vez, la representación polaca les expidió pasaportes reales, con los que fueron a otros países.

Esto fue solo el comienzo de una actividad más intensa para ayudar a los judíos situados no sóolo en Polonia, sino también en otros países ocupados por Alemania. Para evitar su deportación a los campos de exterminio, se utilizaron pasaportes falsos de países latinoamericanos, principalmente de Paraguay. Los portadores de estos pasaportes eran enviados a campos especiales alemanes como rehenes que el régimen nazi esperaba intercambiar por alemanes residentes en diversos países latinoamericanos. La operación lanzada por la embajada polaca fue coordinada por dos activistas del rescate judío residentes en Suiza: Abraham Silberschein, director de la sección del Congreso Judío Mundial encargada de las operaciones de rescate, y Chaim Eiss, del movimiento ortodoxo Agudat Israel. También participaron Isaac y Recha Sternbuch, del comité de Nueva York conocido como Vaad Hatzalah. Juliusz Kühl, empleado judío de la misión diplomática polaca, también desempeñó un papel importante en la falsificación de los pasaportes.

El cambio de la ciudadanía de polacos a paraguayos se realizó en secreto y sin el conocimiento del gobierno paraguayo. Se llevó a cabo también sin el consentimiento previo del gobierno polaco en el exilio en Londres, aunque este último lo aceptó posteriormente cuando fue informado de esta inusual iniciativa diplomática de Ładoś, que la cual podría pudo haber complicado las relaciones entre Polonia y los países latinoamericanos.

Al declarar ante la policía suiza, Silberschein subrayó que llevó a cabo sus tareas «con la plena cooperación de los servicios diplomáticos polacos en Suiza». Amparado por la misma investigación, Julius Kühl también declaró que la operación de los pasaportes al completo «se llevó a cabo con el conocimiento de nuestro diputado, el ministro Alexander Ładoś».

Cuando Ładoś se enteró de que los alemanes ponían en duda la credibilidad de los pasaportes latinoamericanos presentados por los judíos – en su mayoría polacos – alojados temporalmente en el campo alemán de Vittel, en la Francia ocupada, envió un despacho urgente el 19 de diciembre de 1943 a Tadeusz Romer, el ministro polaco de a Asuntos Exteriores en Londres, solicitando enérgicamente su intervención para que los centros latinoamericanos en Berlín confirmaran la veracidad de los documentos. Justificó la petición con el argumento de que «fueron expedidos solo con fines humanitarios, para salvar a la gente de una muerte segura… El asunto es muy urgente». En los meses siguientes,  Ładoś envió otras solicitudes, incluso al presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja en Ginebra.

La embajada polaca en Berna también prestó gran ayuda a los judíos utilizando una emisora de radio especial para transmitir mensajes secretos sobre la situación de los judíos en los países ocupados por Alemania. Esto también constituía una violación de la política suiza de neutralidad durante la guerra. Isaac Lewin, de la organización judía Agudat Israel, que recibía los mensajes enviados a través del consulado polaco en Nueva York, afirmó después de la guerra que Ładoś merecía que su nombre «se escribiera en oro en un libro que recordara a las generaciones futuras los intentos de ayudar a las desafortunadas víctimas del nazismo». El 21 de enero de 1944, H.A. Goodman, presidente de Agudat Israel en Londres, escribió a K. Kraczkiewicz, del Ministerio de Asuntos Exteriores polaco, sobre «la actitud de apoyo extraordinario de nuestro ministro en Berna, el Dr. Ładoś; sin su participación, muchas de las actividades que hemos emprendido no habrían llegado a buen puerto». En sus memorias de posguerra, Juliusz Kühl elogió a Ładoś como «un verdadero Justo entre las Naciones» y «un verdadero humanista». Escribió también que Ładoś hizo todo lo posible para proporcionar ayuda, «utilizando su influencia en los círculos del servicio diplomático suizo y el gobierno polaco en el exilio».

El 13 de octubre de 1943, el ministro suizo de Asuntos Exteriores, Marcel Pilet-Golaz, convocó a Alexander Ładoś para que diera explicaciones sobre la operación de los pasaportes falsos. Como señaló, «le hice saber que habíamos observado que miembros del personal de la embajada y del consulado estaban realizando actividades que iban más allá de sus atribuciones y responsabilidades… Por lo tanto, intervenimos». Ładoś respondió airadamente que su gobierno no aceptaría la protesta suiza porque esta actividad tenía un carácter estrictamente humanitario. Además, los titulares de pasaportes falsificados no querían entrar en los países para los que se emitieron los documentos, sino simplemente evitar la deportación a los campos de exterminio.

No hay cifras precisas sobre el número de judíos que se beneficiaron de la operación llevada a cabo por la misión el centro polaco en Berna, pero con toda probabilidad fueron miles de personas. El exembajador de Polonia en Suiza, Jakub Kumoch, ha investigado a fondo el tema y ha estudiado al embajador de Polonia en Suiza, Jakub Kumoch, ha investigado a fondo el tema y ha establecido hasta el momento los apellidos de 3262 personas, de las cuales 796 sobrevivieron. Sin embargo, si tenemos en cuenta que muchos pasaportes también incluían a miembros de la familia, el número total de personas implicadas en la operación podría ascender a 8000, entre ellos 2000 y 3000 supervivientes. El trabajo para obtener datos detallados todavía continúa.

Los diplomáticos polacos (Ładoś, Ryniewicz y Rokicki) se arriesgaron a ser expulsados de Suiza y al cierre de la centro misión polaca. Sabemos por medio la fuente de diversos documentos que las autoridades suizas consideraron seriamente la posibilidad de aplicar sanciones, pero se abstuvieron de hacerlo en vista del cambio de la situación militar a favor de los aliados, es decir, también del gobierno polaco en el exilio.

Este es probablemente el único caso documentado en la historia del Holocausto en el que diplomáticos polacos (principalmente en Suiza, pero también en otros países) establecieron una estrecha e íntima cooperación con activistas judíos, gracias a la cual se intentó salvar a miles de judíos, algo que se logró al menos en el caso de varios cientos de personas. Los protagonistas de esta historia, encabezados por Alexander Ładoś, merecen el reconocimiento y la consideración universal. A día de hoy, el Instituto Yad Vashem ha concedido el título de Justo entre las Naciones a Konstanty Rokicki. Esperemos que un honor similar recaiga en Stefan Ryniewicz y Aleksander Ładoś (la persona más implicada en esta operación de rescate masivo).

Mordecai PALDIEL 

Texto publicado simultáneamente con la revista mensual polaca de opinión Wszystko Co Najważniejsze [Lo Más Importante] en el marco del proyecto realizado con el Instituto de la Memoria Nacional ye con el Banco Nacional de Polonia [Narodowy Bank Polski, NBP].

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