El anuncio de Mostafa Bayram, titular de Trabajo, pilló por sorpresa a muchos palestinos, a los que se veda el acceso a numerosas profesiones desde hace cuatro décadas.
Los palestinos confían en que llegue a su fin la discriminación de que son objeto por parte de una nación árabe como el Líbano. Sin embargo, algunos nacionales del País del Cedro han expresado una fiera oposición al alivio de las restricciones laborales que pesan sobre ellos, pues temen que les quiten el trabajo o se conviertan en ciudadanos de pleno derecho.
El pasado día 8, Bayram, afiliado al grupo terrorista proiraní Hezbolá, publicó un decreto que permite a los palestinos trabajar en profesiones sometidas a regulación sindical. El decreto estatuye que los palestinos nacidos en territorio libanés y oficialmente registrados en el Ministerio del Interior podrán trabajar en profesiones para las que se requiera afiliación sindical, de las que estaban previamente excluidos. Se trata de profesiones relacionadas con la medicina, el derecho y la ingeniería, el transporte público y el turismo.
Ahora bien, esto no significa que el Líbano haya decidido derogar completamente las medidas discriminatorias contra los palestinos. «No todas las profesiones se abrirán a los palestinos con el nuevo decreto, algunas precisarán de cambios legales o en los estatutos de los sindicatos para que los trabajadores no libaneses puedan acceder a ellas», según L’Orient Today, que se describe como una plataforma independiente que tiene por objeto evaluar las fallas del sistema libanés.
«La historia de los problemas de los refugiados palestinos con las políticas restrictivas de empleo se remonta al periodo precedente a la guerra civil libanesa», según un estudio elaborado por una contratista palestina en el Líbano, en el que se explica que el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales libanés propuso en 1964 regular la participación de los extranjeros en el mercado laboral. En consecuencia, los palestinos fueron clasificados como extranjeros y se les requirió un permiso de trabajo.
En 1982 las autoridades libanesas ampliaron la lista de profesiones vedadas a los palestinos, hasta llegar a las 70, tanto de cariz comercial como administrativas. Las restricciones fueron ligeramente aliviadas en 1995, con la introducción de una enmienda que liberó de las mismas a los extranjeros nacidos en el Líbano, de madre libanesa o casados con mujeres libanesas.
Según la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA),
[los refugiados palestinos en el Líbano] son socialmente marginados y tienen severamente limitados sus derechos sociales, civiles, políticos y económicos, lo que comprende restricciones para su acceso al sistema público de salud y enseñanza y a los servicios sociales; además, son objeto de notables limitaciones en sus derechos al trabajo y a la propiedad.
La UNRWA añade que los refugiados palestinos siguen teniendo vedado el acceso a 39 profesiones, principalmente debido a que para desempeñarlas se requiere tener la nacionalidad libanesa. Son profesiones relacionadas con la sanidad, el derecho, el transporte, la ingeniería y el turismo.
El decreto del Ministerio de Trabajo fue recibido con sentimientos encontrados. Si bien hubo palestinos y libaneses que lo saludaron como un paso positivo hacia el fin de la discriminación y el apartheid, otros lo consideraron insuficiente por no contemplar mecanismos claros para su aplicación. El dirigente de la OLP Ahmad Tamimi declaró:
El decreto es un hito importante para la vida de los refugiados palestinos en el Líbano, pues supone el fin de sus penurias y un avance significativo hacia el desarrollo de una vida decente y normal.
Asimismo, dijo que había tenido «un impacto positivo en el corazón de los palestinos en general y de los refugiados en el Líbano en particular».
Los críticos se mostraron menos entusiastas respecto de las perspectivas de poner fin al apartheid y la discriminación en el País del Cedro. «Como todo el mundo, soy crítico y ando preocupado por esta decisión» escribió en las redes sociales un usuario que se hace llamar Islam-#GoldStrike.
Uno de sus primeros y más importantes fallos es que, al haber sido adoptada por el ministro y estar tan ligada a él, puede ser fácilmente revocada por su sucesor.
Algunos libaneses parecen especialmente preocupados por que los palestinos se hagan con trabajos desempeñados por nacionales, en un país donde la tasa de desempleo se estima en más del 40%, y por que se allane el camino para el asentamiento permanente de los palestinos en el país.
Son varias las razones por las que los libaneses no quieren a los palestinos. Una de ellas es que, desde los años 70 del siglo pasado, han llevado al país la guerra y la destrucción, y convertido los campos de refugiados en bases para grupos terroristas.
Los libaneses temen que la presencia permanente de los palestinos en el Líbano tenga consecuencias demográficas y económicas de calado. Así, aducen que su país está sufriendo una grave crisis económica y que no puede permitirse absorber a no libaneses, empezando por los palestinos, cuyas condiciones de vida en los campos de refugiados son muy difíciles.
También temen el tautín (reasentamiento). Algunos sospechan que hay árabes y actores internacionales a los que gustaría ver al Líbano convertido en un hogar para los palestinos, de ahí que consideren a éstos «forasteros».
En resumidas cuentas: los libaneses están diciendo que la permanencia de los palestinos en su país no es bienvenida.
Los directivos de los colegios de médicos y farmacéuticos, que se oponen al alivio de las restricciones que pesan sobre los palestinos, han expresado su conmoción ante la referida decisión ministerial. Así, inciden en que sus estatutos dictan que ningún médico puede ejercer la medicina en territorio libanés sin estar colegiado. Por su parte, el partido cristiano Kataeb ha advertido de que la decisión de permitir trabajar a los palestinos podría tener graves repercusiones en la situación política y económica del país:
Abrir las puertas a los refugiados en el Líbano para que desempeñen decenas de profesiones es un ataque a los derechos de los libaneses y una consolidación de su presencia permanente en el Líbano; y mientras, los libaneses, emigrando… Con eso se reducirán los salarios en las mencionadas profesiones, de acuerdo con la ley de la oferta y la demanda. Asimismo, se requerirá a las instituciones y a los empleadores que den de alta a sus empleados [palestinos] en la Seguridad Social, que habrá de soportar una carga que la llevará a la bancarrota.
Igualmente, advirtió de que la decisión tenía intenciones ocultas y maliciosas, como el asentamiento permanente de los palestinos en el Líbano.
Pese a estas opiniones claramente antipalestinas, algunos libaneses no temen expresar su vergüenza por el maltrato de su país a los palestinos. «Ha llegado la hora de poner fin a esta historia de discriminación y segregación sistemática», escribió la periodista Sawsán Abu-Zahr.
Los palestinos cualificados deberían poder ejercer sus profesiones, especialmente en los ámbitos donde más se les necesita. Me atrevo a decir que ha llegado la hora de garantizar a los palestinos, al menos, alguna clase de representación en los municipios. Son muy pocos los libaneses que comparten mi posición. Algunos me acusan de traición, pero son más los que ni siquiera toman en consideración mi propuesta, bien por racismo o por miedo a que la mejora de las condiciones de vida de los refugiados equivalga a su asentamiento permanente en el país.
A estas alturas, no está claro si la decisión del ministro de Hezbolá provocará verdaderamente el fin de las políticas de apartheid contra los palestinos. Lo que sí lo está es que la comunidad internacional ignora las violaciones contra los derechos humanos de los palestinos perpetradas por un país árabe.
Los periodistas que cubren los asuntos de Oriente Medio generalmente ignoran los padecimientos de los palestinos en los países árabes. Para ellos, lo que hace el Líbano con los palestinos no es digno de atención mediática.
La demonizacion de Israel por parte de tantos periodistas, políticos y organizaciones pretendidamente pro derechos humanos les deja poco tiempo para preguntarse por qué un palestino no puede practicar la medicina en el Líbano, mientras que una significativa porción del personal de los hospitales israelíes está conformada por médicos y enfermeros árabes.
Imagine el clamor en la ONU y los campus universitarios de Estados Unidos y Canadá si lo que hace el Líbano lo hiciera Israel. Pero cuando un país árabe somete a discriminación a los palestinos y viola sus derechos humanos más elementales, lo único que se escucha es un silencio sepulcral.
Jaled Abu Toameh / Gatestone Institute