Antes de que finalizara la Primera Guerra Mundial, la región de Palestina formaba parte del Imperio Otomano. Los británicos, que bajo el mando del general Allenby, derrotaron al ejército turco en 1917 y ocuparon Siria y Palestina, territorios que administraron hasta que terminó la guerra.
Tras la rendición de Turquía, en octubre de 1918, franceses e ingleses buscaron consolidar sus respectivas posiciones en Siria y Palestina.
Los acuerdos siguieron en grandes líneas lo establecido en el tratado Sykes-Picot, de 1916, un convenio secreto entre Gran Bretaña y Francia para dividirse el Oriente Medio una vez concluida la Primera Guerra Mundial, que debe su nombre a los negociadores del pacto, Sir Marc Sykes, en representación de Gran Bretaña y Charles Francios Georges-Picot por Francia).
En la Conferencia de San Remo se confió a Gran Bretaña el control de Palestina gracias al Tratado de Versalles, el cual establecía la Sociedad de Naciones en 1919.
Las antiguas posesiones del Imperio Otomano en la zona quedaban divididas en mandatos: para Gran Bretaña dos mandatos sobre Palestina y Mesopotamia y para Francia uno sobre Siria.
Durante la Primera Guerra Mundial los británicos habían hecho dos promesas sobre sus territorios en Oriente Próximo. En primer lugar, prometieron a los árabes de la zona, a través de su agente Lawrence de Arabia, que obtendrían la independencia para crear un gran Estado árabe unido, que abarcaría todo Oriente Próximo. Los británicos habían asegurado a los Hachemitas que les entregarían la gran mayoría de los territorios de la zona en agradecimiento por su ayuda durante la Rebelión Árabe, acontecida durante la Primera Guerra Mundial.
Pero también habían prometido, a través de la Declaración de Balfour en 1917 que se crearía un “Hogar Nacional Judío”, la cual rezaba “El gobierno de Su Majestad favorece el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, y se esforzará por lograr este objetivo, quedando bien claro que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y el status político que gozan los judíos en cualquier otro país.”)
La comunidad judía de Palestina cifró grandes esperanzas en la rápida concreción de las promesas de la Declaración Balfour, que se vieron reforzadas con la designación de un judío, Herbert Samuel, como primer Alto Comisionado en Palestina y ésta quedó dividida en seis distritos administrativos: Acre, Galilea, Gaza, Haifa, Lydda y Samaria.
En 1920, en la Conferencia de San Remo (Italia), la Sociedad de Naciones asignó el mandato sobre Palestina al Reino Unido. Este territorio incluía lo que más tarde sería el Estado de Israel, la franja de Gaza, Cisjordania, parte de los Altos del Golán y el Reino de Jordania. La mayoría de los 750.000 habitantes de esta región multiétnica eran árabes de religión musulmana (incluyendo una población beduina de unos 100.000, según el censo de 1922 y concentrada en el área de Beersheva y al sur y al este de esta localidad), así como judíos (que eran el 11% del total y eran en su mayoría inmigrantes ashkenazis o judíos originarios de Europa oriental).
Otros grupos minoritarios eran los drusos, sirios, sudaneses, caucásicos, egipcios, griegos y árabes del centro de Arabia. En junio de 1922, la Sociedad de Naciones estableció el Mandato Palestino. Era un documento en el que se recordaba al Reino Unido sus responsabilidades y obligaciones respecto a la administración de Palestina, incluyendo “asegurar el establecimiento de un hogar nacional judío”, y “salvaguardar los derechos civiles y religiosos de todos los habitantes de Palestina”.
El documento que definía las obligaciones británicas era una copia del texto de la Declaración de Balfour sobre el establecimiento del hogar nacional judío.
Muchos artículos del documento especificaban acciones para apoyar la inmigración judía y un estatus político especial. Sin embargo, en el extenso y árido territorio al este del río Jordán, región por entonces denominada Transjordania, el Reino Unido pretendía ‘posponer o cancelar’ la aplicación de los artículos que trataban sobre el ‘hogar nacional judío’, de modo que los árabes de la región conservaran íntegra una parte de ese territorio.
En septiembre de 1922, el gobierno británico presentó un memorándum a la Sociedad de Naciones en el que establecía que Transjordania sería excluida de todos los acuerdos referentes al Estado judío, y este memorándum fue aprobado el 11 de septiembre. Partiendo de esta base, el Reino Unido administraría la parte oeste del Jordán como Palestina y la parte este como Transjordania. Técnicamente continuaba siendo un sólo mandato, pero la mayoría de los documentos oficiales se referían a él como si fueran dos mandatos separados. Transjordania permaneció bajo mandato británico hasta 1946. La llegada de judíos continuó de manera significativa a pesar de las restricciones británicas. De manera proporcional a la llegada de importantes contingentes de colonos surgió una reacción de rechazo de los palestinos ante los recién llegados.
Las instituciones sionistas a nivel internacional recaudaban fondos para comprar tierra en Palestina para los colonos. La estructura de la tierra era el latifundismo y los dueños recibían cantidades muy superiores al valor de mercado, esto hizo que los árabes que cultivaban estas tierras fuesen sustituidos por los colonos judíos.
En los años treinta la inmigración judía aumentó de manera exponencial, sobre todo entre los procedentes de Alemania que huían tras la llegada de Hitler al poder en 1933 con un programa claramente antijudío
Los británicos restringieron la entrada, pero la inmigración ilegal desbordaba a las autoridades del mandato y las comunidades judías compraban barcos destartalados, que cargados hasta el tope arribaban a Palestina. El resultado de este proceso es que a finales de los años treinta los judíos representaban ya el 30% de la población de Palestina, mientras que en 1914 sólo era el 7%.
Comenzaron entonces los disturbios y enfrentamientos y las limitaciones a la inmigración judía, como el Libro Blanco y la cuota de 10.500 judíos por año establecida el 13 de enero de 1946.
Pero esto será el tema de otras notas
Dr. Mario Burman para Radio Jai