“Ariel Sharón, el fiero general que se convirtió en pragmático político”

Escribió el diario español El País “Lo que usted ve desde ahí no es lo que yo veo desde aquí”. Como primer ministro de Israel, entre 2001 y 2006, Ariel Sharón repitió en numerosas ocasiones esa frase, con la que trataba de justificar unas acciones que aplacaban más a la izquierda, que creció detestándole, que a los halcones que quedaban desconcertados por las últimas decisiones políticas del fiero general conocido por su temeridad.

Sharón: el líder de la temida Unidad 101, el impecable estratega que hizo posible la toma del Sinaí, el que cruzó el canal de Suez y aisló al Tercer Ejército egipcio en 1973; el general que miró hacia otro lado durante la masacre de Sabra y Chatila, acabó siendo Sharon el que evacuó a más de 9.000 colonos de la franja de Gaza y proclamó que lo que le quedaba por hacer en vida era alcanzar la paz con los palestinos.

Toda su vida, como militar primero y como político en sus últimos años, estuvo signada por una obsesión: garantizar la seguridad del Estado judío.

Hijo de padres bielorrusos, Ariel Sharon nació en 1928 en un kibutz durante el mandato británico en Palestina y con apenas 14 años se alistó en la Haganah, el grupo paramilitar judío al que también pertenecieron Isaac Rabin y Shimón Peres, ambos premios Nobel de la Paz.

Arik, como lo llamaba su madre y luego lo apodaron sus amigos, colegas y gran parte de los israelíes, peleó como soldado desde muy joven, pero fue recién en 1953 cuando su nombre comenzó a ser conocido entre los dirigentes israelíes. En octubre de ese año fue citado por primera vez por David Ben-Gurion, padre fundador del Estado israelí, para discutir la masacre de Qibya, entonces territorio jordano -hoy Cisjordania-, denunciada por el Departamento de Estado norteamericano. Tres años después fue ascendido a comandante de una brigada de paracaidistas. Arik peleó contra los países árabes en la Guerra de los Seis Días de 1967, pero ganó fama en los años posteriores como el comandante general de la región militar sur que arrasó con la resistencia palestina en la Franja de Gaza. Entre sus métodos se destacaban el uso de informantes encapuchados que entraban a la noche y detenían a sus compatriotas, la eliminación de activistas y militantes; y la constante vigilancia de los campos de refugiados. Pero fue su papel en la toma de la Península del Sinaí, durante la guerra del Iom Kipur, en 1973 contra Siria y Egipto lo que le valió el status de héroe nacional para muchos y el mote de “Arik, rey de Israel”. El reconocimiento popular fue lo que le facilitó la transición a la arena política de su país.

Durante dos años fue asesor de seguridad del asesinado Rabin y en 1977 fue electo por primera vez en el Parlamento, lo que le permitió acceder al cargo de ministro de Agricultura, hasta 1981. Si bien ya era un nombre conocido entre los palestinos, fue al año siguiente y como ministro de Defensa que su imagen quedó para siempre impresa en la memoria colectiva palestina. Tras la invasión al Líbano, Sharón preparó y dirigió la ofensiva del Ejército israelí hacia Beirut para expulsar a la Organización de Liberación Palestina (OLP) y, como lo demostró una comisión de investigación israelí, fue “indirectamente responsable” de la masacre de palestinos en dos campos de refugiados palestinos. Durante dos días y ante la neutralidad de los jefes militares israelíes, entre 200 y 300 milicianos cristianos libaneses masacraron y abusaron de la población de los campos de refugiados de Sabra y Chatila. Israel calculó que 800 refugiados palestinos fueron asesinados. La Cruz Roja Palestina estimó que el saldo de víctimas fue superior a 2.000. Ante la condena internacional y pese a sus antecedentes en la guerra de Iom Kipur, Sharón fue removido de su cargo en 1983 y tuvo que esperar 15 años para su gran retorno.

En 1998 el entonces primer ministro Benjamin Netanyahu lo llamó a sumarse a su gabinete como canciller y rápidamente volvió a ganarse el apoyo de los sectores nacionalistas y conservadores. Ante la dimisión de Netanyahu como candidato del Likud para las elecciones de primer ministro de 1999, Sharón se convirtió en el líder del partido de derecha. Como líder de la oposición conservadora, Sharón visitó el 28 de septiembre de 2000 la Explanada de las Mezquitas (o Monte del Templo para los judíos) de Jerusalén, un lugar santo para los musulmanes. “Estoy aquí porque con mi presencia quiero demostrar que el Monte del Templo nos pertenece”, sentenció Arik. Sus palabras desataron de inmediato la ira de los palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza, y la sociedad israelí reaccionó a la escalada de violencia votando de vuelta a la derecha, ahora liderada por Sharón.

La segunda Intifada, como se conoció al violento levantamiento palestino que duró más de cinco años y marcó el fin de los acuerdos de paz de Oslo, se cobró la vida de casi 5.000 personas, en su mayoría palestinos. Pese al repudio internacional, la popularidad de Sharón dentro de Israel estaba intacta cuando el 4 de enero de 2006 el premier sufrió una grave hemorragia cerebral como consecuencia de un infarto cerebral que había tenido apenas dos semanas antes.

La retirada total de Gaza, que enmendaba su anterior apoyo a ultranza al sueño expansionista del Gran Israel, fue presentada por Sharón como una “concesión dolorosa” en aras de la paz, pero la extrema derecha nacionalista, los ortodoxos sionistas y el movimiento de colonos lo vieron como una “traición”.

En 2005, la retirada del apoyo de estos sectores y la desintegración del Gabinete de coalición formado tras las elecciones legislativas de 2003 fueron remediados por Sharón con la repetición del Gobierno de unidad con los laboristas, que ya había funcionado entre 2001 y 2002. Apoyado en Shimón Peres y –gran paradoja- el conjunto del centro-izquierda, Sharón consiguió ejecutar el Plan de Desconexión al tiempo que reanudaba el diálogo y escenificaba el final de una guerra de 5.000 muertos con el sucesor de Arafat, Mahmoud Abbas.

Vemos entonces que como primer ministro, Sharón demostró ser más pragmático de lo que sus rivales políticos creían. Más aún, pese a haber ridiculizado la idea de la construcción de un muro para separar las dos poblaciones, que según su opinión nunca iban a coexistir pacíficamente, aceptó el pedido de sus aliados y ordenó la construcción del Muro de Separación, que actualmente divide Israel de Cisjordania. Tras ocho años en coma, la figura de Sharón dejó de pesar en el día a día de la política israelí, pero su legado sigue presente en las negociaciones de paz con los palestinos y en la tensión que marca el ritmo político de un Medio Oriente al que él mismo ayudó a moldear.

Ariel Sharón, que el 6 de febrero de 2002 venció en las elecciones a Ehud Barak, nació el 26 de febrero de 1928 en Kafr Malal, Palestina, en el seno de una familia con fuertes raíces sionistas y falleció el 11 de enero de 2014 a los 85 años de edad en el Centro Médico Sheba de Tel Hashomer, Tel Aviv. Junto a él estaban sus hijos, Omri y Gilad

En su obituario el diario El País, de España, tituló la nota “Ariel Sharon, el fiero general que se convirtió en pragmático político”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *