Nos hemos acostumbrado a decir que la democracia es el mejor sistema imperfecto de gobierno.
Sería bueno pensar y revisar esas imperfecciones para que ellas no corrompan el objetivo de la misma que hace al bien común y la representación de todos los ciudadanos.
En primer término y aunque no es nuevo, vale recordar que la democracia no debería ser solo el trámite cívico de votar una vez cada tantos años, sino la participación e involucramiento en el fortalecimiento de una sociedad y país.
Una de las paradojas de las democracias es que en defensa y respeto por las minorías, cosa que está muy bien, muchas veces las mayorías se ven impedidas de gobernar. Sectores minoritarios ejercen un poder cuasi mafioso que jaquean las estructuras y no permiten resolver situaciones acuciantes.
Los ejemplos son múltiples y vale la pena pensar en los antídotos necesarios para que no se desgaste el menos malo de los sistemas que hemos sabido conseguir.
Escuche a Miguel Steuerman, director de esta emisora, con algunas reflexiones inquietantes sobre una realidad compleja.