Es difícil encontrar la palabra justa que defina el sentir de muchos.
No es asombro porque ya estamos tristemente acostumbrados a que la actual conducción de la DAIA produzca hechos bochornosos que no son producto de errores sino consecuencias de decisiones equivocadas, sin sustento o análisis político, inspiradas en una profunda soberbia que bloquea la mirada abarcativa que se debe tener cuando se dirige una institución representativa.
Porque los actos de la DAIA nos incumben y repercuten en todos. Incluso en los que de ella descreen.
Las palabras que describen los sentimientos son entonces, enojo, desamparo, hartazgo, vergüenza, desesperanza.
La DAIA entregó con motivo del Día del Periodista una menorah, uno de nuestros símbolos más preciados al periodista Gustavo Gato Sylvestre, de reconocida posición pública a favor del Memorándum, del suicidio del Fiscal Nisman y adscrito a cuanta campaña sucia para denostarlo y denigrarlo se montó. Que supo desacreditar a la DAIA incluso. Que da permanente tribuna a todo defensor de Irán y enemigo de Israel.
También le entregan el premio a Silvia Plager y a Edurado Feimmann argumentando que son plurales y que quieren un diálogo con todo el arco periodístico.
¿Qué valor tiene ese reconocimiento cuando se pone en igualdad a quienes no lo son definitivamente? ¿La DAIA compra el diálogo con un premio/reconocimiento? ¿La DAIA premia/reconoce sin más? ¿Es todo lo mismo para la DAIA? ¿No meritua la DAIA el impacto negativo en la mayoría de la gente de la acción y la foto viralizada por ella misma? ¿Cuáles entiende la DAIA que son los valores que sustentan la dignidad judía que debe defender a ultranza?
Son muchas las preguntas y cada quien tendrá la suya.
La palabra es el enojo que sentimos aquellos que siempre creemos en la importancia de la institución, es la vergüenza que experimentamos ante la sociedad al ver sus cabildeos, es la humillación de ver como las banderas que emanan de su misión son arriadas una tras otra en una serie sin fin. Es desamparo porque no visualizamos aquel baluarte que supimos tener en ella y que se requiere en los momentos que como judíos individualmente o como comunidad pudiéramos sufrir.
Hoy los off the record apabullaron hablando de decisiones inconsultas, individuales, e impulsivas.
Es enojo, porque lo alertamos.
Algunos pocos públicamente y muchos otros en silencio. Pero se prefirió una vez más el status quo.
Sabíamos que se iba a profundizar una DAIA errática, irrelevante y que ahondaría su lejanía con la gente.
.El desconocimiento, la impericia es la que lleva a estos actos de absoluta irresponsabilidad institucional:
Ser desplazada sin más del acto del 27 de enero, callar ante la banalización hecha por el Presidente habiendo alardeado a cuatro vientos contra el uso político de ella, ignorar la historia de la DAIA con pedidos de perdón injustificados, la falta de respeto y consideración a un Diputado de la Nación, ex dirigente y miembro activo de la comunidad y lo de hoy, son algunos de estos hechos repudiables.
Es necesario abrir conciencias. Tenemos una sola comunidad y es nuestra obligación cuidarla.
Cuando tantos callan, debatir públicamente y actuar es parte de la solución.
09/06/2022