Yehuda Krell
El 20 de junio de 1510 nacía en Lisboa, Portugal, Doña Gracia Mendes Nasi, cuyo nombre de conversa cristiana era Beatriz de Luna Miques, y con los años, fue conocida como ‘La Señora’, una mujer de negocios, empresaria, filántropa, pionera en crear una red de escape que salvó a cientos de cripto judíos de la Inquisición, además de ser una de las damas más ricas e influyentes en la Europa del siglo XVI.
Doña Gracia Mendes nació en el seno de una familia judía aragonesa, hija de Shmuel Nasí, cuyo nombre converso eraÁlvaro de Luna Miques, y de Philipa Mendes Benveniste, hermana de Francisco y DiogoMendes. La familia Mendes, provenía del abolengo de los Benveniste: Yosef Benveniste había sido en el siglo XIV consejero de Alfonso XI, de Castilla, y Abraham Benveniste fue tesorero, consejero real, rabino y jurista de la corte de Juan II.
En los días de la expulsión de los judíos de España en 1492, la familia Nasí Mendes fue forzada emigrar a Portugal por querer continuaren el judaísmo. En 1497, ya en Portugal, la familia fue obligada a convertirse al cristianismo. A la edad de 12 años, los padres de Gracia le revelaron sus orígenes judíos, hasta entonces ella se consideraba cristiana. En 1528, a los dieciocho años, contrajo un matrimonio concertado con su tío materno Francisco Mendes Benveniste, un reconocido comerciante de plata y especias, en especiall a pimienta negra, y miembro de la familia de banqueros portugueses de los Mendes, rivales de los Medicis de Florencia.
Eran los tiempos de apogeo del Imperio Portugués como potencia mundial, los Benveniste/ Mendes eran considerados entre las familias más ricas de Portugal. La importancia del comercio de especias para la economía lusitana fue tan grande que más de una vez la familia Mendes sobrevivió a los horrores de la Inquisición portuguesa gracias a su importante papel en este campo comercial.
Gracia enviudó a los veintiocho años y quedó sola con su única hija Anna/Reyna. Al heredar los bienes de su esposo continuó administrándolos por lo que su riqueza se multiplicó de manera exponencial. Con la muerte de su marido aumentó la presión de la Inquisición portuguesa por lo que Gracia se vió obligada a abandonar Portugal y trasladarse a Amberes con su hija Ana y su hermana Brianda para atender los negocios que unos años antes había abierto Francisco Mendes, junto a su hermano DiogoMendes. En Amberes, Gracia invitó a su sobrino João Miques, conocido también como Joseph Nasi a trabajar con ella.
Su hermana Brianda contrajo matrimonio con DiogoMendes, quien fallece en 1543, quedando ambas hermanas a cargo de la gestión y el control del imperio comercial de la familia Mendes. Parte de los negocios se circunscribía al campo bancario y financiero, en el préstamo de dinero a monarcas y a la curia europea, sobre quienes mantuvo cierta influencia, logrando así la protección de judíos conversos.
Doña Gracia Mendes comenzó a desarrollar y financiar una cuidada red de escape que permitió la huida de numerosos judíos de España y Portugal amenazados o arrestados por la Inquisición bajo la acusación de herejía. La red consistía en enviar en secreto a conversos fugados ocultos en los barcos de especias de su compañía. La Casa Mendes-Benveniste, realizaba rutas regulares entre Lisboa y Amberes. Una vez en Amberes, la propia Doña Gracia financiaba una ruta que los llevaba por los Alpes hasta Venecia y desde la ciudad italiana eran transportados en otro barco hasta las grandes ciudades que se encontraban bajo dominio del Imperio Otomano, era la ruta hacia la libertad.
En 1544, Doña Gracia se vió obligada a dejar Amberes tras la propuesta matrimonial que le hicieran a su hija Reyna de casarse con un noble de la corte de Carlos V. Para evitar la fuerte presión política, la familia se mudó a Venecia. En dicha ciudad, estalló un grave conflicto entre las hermanas por la sucesión de la herencia de DiogoMendesque provocó la posibilidad que Gracia fuera detenida y entregada al tribunal de la Inquisición por actuar ella y su hija como judaizantes, además de poner en peligro su fortuna. Gracia recurrió al Duque de Ferrara, Ercole IId’Este, quien en 1549 reconoció la legitimidad de su herencia y le dio cobijo en su pueblo. En Ferrara, Gracia se unió a la comunidad judía sefardí y vuelve abiertamente al judaísmo, abandona su nombre Beatriz de Luna y adopta su nombre judío, Gracia Mendes Nasi.
Mientras estuvo en Ferrara, usó su poder y fortuna para proteger y redimir a los judíos prisioneros o perseguidos. Allí, Doña Gracia creó junto con la esposa del rabino Abravanel un centro de caridad para ayudar a los judíos necesitados. También patrocinó varias obras de arte tanto de Miguel Ángel como de Tiziano. Se considera que patrocinó la publicación de la conocida Biblia de Ferrara, en ladino para los sefardíes y en español para los cristianos. También impulsó la publicación del ‘Libro de Oraciones para todo el Año’,1552, de Yom Tov Atias, que contiene textos sefardíes en castellano para ser leídos por quienes desconocían el hebreo, y la obra ‘Consolación para las Tribulaciones de Israel’, de Samuel Usque, 1553.
En esos días la familia Mendes-Nasi decidió mudarse al Imperio Otomano aceptando finalmente la invitación que le hiciera el Sultán otomano, Suleimán I el Magnífico, aconsejado por su doctor MosheHamón.En 1553, su hija Anna adopta el nombre Reyna Nasi, y se casa con su sobrino político y socio comercial, Don Josefh Nasi. En Constantinopla, Doña Gracia se instala en el barrio europeo de Galata, mantiene un estilo de vida judío y asume un papel de liderazgo entre los sefardíes del Imperio Otomano. Es allí donde comienza a ser llamada por su pueblo como ‘La Señora’, por sus acciones benefactoras.
Doña Gracia fue muy activa en la vida judía en el Imperio Otomano e Italia. En 1556, ante una orden del papa Paulo IV de encarcelar en la ciudad de Ancona, Italia, a un grupo de conversos portugueses acusados de volver al judaísmo, ella organiza un boicot comercial al puerto de la ciudad para lograr la liberación de los rehenes. En Constantinopla, Doña Gracia intensifica el uso de su fortuna en auxiliar a los judíos sefardíes que eran perseguidos por la Inquisición, haciendo que gran parte de ellos se refugiaran en el Imperio Otomano. También costea la construcción de hospitales, sinagogas y yeshivot en todo el Imperio con la idea de ayudar a los conversos a regresar al judaísmo.
En 1558, Doña Gracia y Joseph Nasí obtuvieron del Suleimán I un contrato de arrendamiento a largo plazo en la región de Tiberíades, en Galilea, a cambio de garantizar un aumento en los ingresos fiscales anuales del Imperio. Con el acuerdo, Gracia obtuvo del gobierno la autoridad sobre dicha zona, ella misma soñaba con instalarse en Tiberíades. Ayudada por el sultán y por Joseph Nasí, inició la reconstrucción de las ciudades abandonadas en Galilea para establecer allí a los refugiados, su objetivo era convertir la zona en un asentamiento comercial y educativo judío de peso. La noticia entusiasmó a las kehilot de Eretz Israel, sin embargo, Doña Gracia no pudo cumplir su sueño de emigrar a Israel, murió no lejos de Constantinopla en 1569.
En todos los campos en los que le tocó actuar, la tarea de Doña Gracia Mendes Nasí fue enorme: realizó negocios con Enrique II de Francia, con el emperador Carlos I de España, con gobernadores de Países Bajos, también con los papas Paulo III y Paulo IV; y con el sultán del Imperio Otomano, Suleimán el Magnífico. Respecto de la vida judía, Doña Gracia fue un faro para la errante judería sefardí durante de uno de los más tristes y dolorosos periodos de su historia.
Hasta quiso coronar su obra con la reconstrucción de la ciudad de Tiberíades, para que todos los judíos del mundo tuvieran un lugar donde establecerse y vivir en paz y seguridad. En especial, se ocupó de quienes más lo necesitaban: los refugiados judíos de España y Portugal, que vivían huyendo de un lugar a otro por la Europa cristiana. Este fue su gran sueño hasta sus últimos días.
Sin duda, ‘La Señora’ hace honor al conocido versículo del libro de Mishlei (Proverbios): ‘Rabotbanotasujayil, veatalit al kulana’, ‘Muchas mujeres han hecho el bien, pero tú superas a todas’, (Proverbios 31:29)