Imagino el frustrado derrotero de la verdad en la causa Amia como una moneda lanzada al aire que no termina de caer. Ha desafiado la ley de la gravedad. Y la fuerza que lo hace posible es la hipocresía.
Pero en una de sus caras la moneda exhibe el juicio en ausencia y en la otra la denuncia de agresión ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Hasta cuando participaremos con inexplicable credulidad de la idea de que nada es posible hacer para que la causa Amia abandone el estado de parálisis procesal en la que se encuentra? Hasta cuando la sociedad argentina permanecerá en la ignorancia deliberada, sostenida por todos los gobiernos desde la ocurrencia del atentado, de que el sistema internacional no admite intento alguno?
En ambos casos la respuesta es la hipocresía.
Respecto del juicio en ausencia no me extenderé en los fundamentos de su pretendida inviabilidad para su frustrado debate desde que el Tribunal Militar de Nuremberg juzgó por esa vía al criminal Martin
Borman. Recientemente lo fueron en Italia los represores latinoamericanos del Plan “Condor”. También el juicio seguido en el Libano por el asesinato de su primer ministro Hariri.
Si los legisladores de todos los partidos no retoman los proyectos existentes y apuran su sanción, sólo cabe considerarlos incursos en un grado de no hipocresía mayúscula que no soporta justificación alguna.
Acaso la posibilidad de buscar la VERDAD en un juicio oral y público contra los imputados iraníes arrojaría el conocimiento sobre hechos ignominiosos que aún desconocemos, independientemente de la condena o no para con aquellos?
La otra cara de la moneda exhibe el planteo internacional ante el Consejo de Seguridad de la ONU por el delito de agresión. Queda acudir al Consejo de Seguridad. Se nos dirá que ni China ni Rusia admitirán promover esa investigación contra la República Islámica de Irán. Y Estados Unidos, Francia y Reino Unido no tienen nada que decir al respecto? No sabremos su opinión si nuestro gobierno no promueve el planteo.
Desde que el Fiscal Nisman, en su acusación, consideró que la decisión del ataque terrorista fue tomada por funcionarios iraníes en ese carácter la investigación sobre el delito de agresión era su consecuencia lógica. Sólo voces aisladas, entre ellas la del ex Canciller Dante Caputo, expusieron con meridiana claridad esta
posibilidad. La mora afecta a todos los gobiernos desde el atentado a la fecha.
Nuevamente la hipocresía .
La moneda no termina de caer.
El engaño continúa.
Y no hay justicia.
Raúl Woscoff