El sistema de admisión a cupos preferentes a las universidades públicas y privadas se basa en las notas que los escolares traen de secundaria, así como también el acceso a becas por limitaciones económicas. Este sistema aunque le resulta muy cómodo a los evaluadores es altamente inequitativo y discriminador. Lo que hace es vaciar de contenido la evaluación humana para reemplazarla por estándares que tienen una visión muy sesgada de los talentos, méritos académicos, liderazgo proactivo y capacidad de contribuir al bienestar colectivo por parte de los estudiantes evaluados. Veamos un par de ejemplos.
El alumno “A” es hijo único de una familia que tiene ambos padres empleados y un ingreso familiar que oscila entre 3 y 4 mil soles mensuales y va a un colegio público; tiene una computadora con acceso a Internet en casa, libros, y un lugar en casa para estudiar. No tiene que trabajar. Saca un promedio escolar de 17 con lo que entra al tercio superior.
En cambio el alumno “B” es el hermano mayor de otros 4 que viven solos con la mamá que se gana la vida como informal vendiendo unas viandas con las que obtiene un ingreso de 40 a 50 soles diarios. B se levanta todos los días a las 4 am. para ir a trabajar a una panadería vecina hasta las 6.30 a.m.; regresa a casa con 5 soles y unos panes y prepara el desayuno para sus hermanos, a quienes luego deja en el colegio para irse al suyo. Cuando uno de los hermanos o la mamá están indispuestos o tienen necesidad de ayuda, deja de ir al colegio para atenderlos. Aún así, hace enormes esfuerzos por cumplir sus estudios y tareas escolares, pese a que viven en una vivienda de una sola habitación en la que hay el ruido propio del hogar.
Hace lo que puede para no rezagarse en el colegio y usa su inteligencia para aprender rápido lo que le es posible. Con todo ello obtiene un promedio de 14. Por lo tanto su promedio lo elimina de la posibilidad de obtener un cupo y una beca por méritos.
Según la norma socialmente aceptada, automáticamente se considera al primero (A) como el “buen alumno” que merece ingreso preferente y beca. El segundo, no merece que le den las mismas oportunidades porque no tiene las notas (méritos) que lo avalen.
Si ustedes fueran evaluadores de los estudiantes ¿a quién le darían el cupo y la beca?
Veamos este segundo caso. El alumno “X” es estudioso y usualmente obtiene en todas sus áreas de evaluación notas entre 16 y 17, lo que le da un promedio general de 16.5 con lo que accede al tercio superior. El alumnos “Z” se aburre en el colegio, saca entre 13 y 14 en las áreas que no le interesan, pero saca 20 en las que sí le interesan, con lo que obtiene nota promedio de 16.5
Ambos tienen el mismo promedio, pero solo hay un cupo para el ingreso preferente. Los evaluadores consideran que X tiene más méritos porque evidencia ser estudioso y parejo en todas las áreas, que es algo que los profesores señalan como mérito.
Si Ud. fuera el evaluador, ¿coincidiría con ellos? ¿Quién tiene más potencial de ser un universitario destacado, capaz de llegar a la frontera del conocimiento y desarrollar innovaciones en la profesión en la que escoja especializarse, y por lo tanto, dar mejor uso al cupo universitario disponible?
Quienes están conformes con el sistema informatizado basado en estándares y rankings de promedios para escoger alumnos para darles cupos preferentes o becas, están conformes con los criterios vigentes, aún a pesar que hay sobradas evidencias de que esta correlación entre sacar buenas notas en el colegio y ser universitarios exitosos no es tan buena. Basta tomar nota de la cantidad de alumnos que entran a las universidades con los criterios vigentes que son “buenos alumnos” pero desaprueban cursos, ciclos y hasta abandonan la universidad por no estar en condiciones de lidiar con sus exigencias. El sistema vigente se basa en la suposición de que obtener buenas notas en el colegio predice que van a obtener buenas notas en la universidad, como si la universidad fuera una extensión lineal de la vida escolar. Son criterios que dejan fuera de competencia antes de empezar si quiera, a la enorme cantidad de jóvenes talentosos e inteligentes que por razones familiares o de precariedad económica no han podido dar todo su esfuerzo en sacar las buenas notas. Paradójicamente, los más vulnerables muchas veces invierten más tiempo y responsabilidad en sobrevivir a la vida escolar, pero son considerados no meritorios para recibir becas o ingresos libres.
Regreso a la pregunta, ¿a quién le darían el cupo y la beca, ¿a “A” ó “B”? ¿A “X” ó “Z”?
León Trahtemberg.