Siempre he sentido que, si las respuestas y las explicaciones son demasiado largas y tienen muchas fuentes, debemos pensar que no se conocen o que sus razones fueron olvidadas. O, que quizás sea una manera de proponernos encontrarles nuevo sentido.
No hay mejor ejemplo de ello que Tu Beav, la fiesta popular nacida en Judea durante la época del Segundo Templo, que se festejaba con mucho esplendor en la noche de la luna llena del mes de av.
Pese a ello, Tu Beav (llamada así por la fecha del calendario hebreo, el día 15 (Tet = 9, Vav = 6; 9+6=15) del mes hebreo de Av) es una de las fiestas menos conocidas del calendario judío, quizás porque su íntima relación con la Tierra de Israel se cortó abruptamente con el inicio del Exilio.
Tu Beav, al igual que Janucá, Purim y Tishá Beav, también es una adición rabínica (post-bíblica) al calendario festivo.
La fiesta se instituyó en el período del Segundo Templo para marcar el comienzo de la cosecha de uvas, que terminaba en Yom Kipur, aunque quizás tuvo raíces anteriores. Es muy difícil crear festividades de la nada y que además mantengan algún tipo de vigencia en el transcurso del tiempo.
El Talmud relaciona otras conmemoraciones con Tu Beav-, cuya primera mención que es atribuida a Rabán Shimón ben Gamliel, se encuentra en la Mishná (Taanit, 4. 9, 10; Guemará pp. 26, 31), en ese día, así como en Yom Kipur- el Día de la Expiación, las doncellas de Jerusalén, ricas y pobres, sin excepción, vestidas de blanco, salían a bailar en los viñedos con los jóvenes, pidiéndoles que eligieran un compañero para toda la vida. “No había mejores días para el pueblo de Israel que el quince de Av y Yom Kipur, ya que en estos días las hijas de Jerusalén salen vestidas de blanco y bailan en los viñedos”. Lo que decían: Joven, considera a quién eliges (para ser tu esposa)” (Taanit 4:8). Las bellas cantaban: “Jóvenes, volved vuestros ojos a la belleza; porque la mujer representa la belleza”. Las hijas de los patricios cantaban: “Jóvenes, volved vuestros ojos a la nobleza de la familia, porque la mujer es la que preserva el orgullo familiar”. Los que no poseían ni belleza ni nobleza de nacimiento cantaban: “La gracia es bella y la belleza es vana; pero la mujer que teme al Señor, será alabada”.
De las muchas razones dadas en el Talmud para la celebración de este día, la atestiguada por la autoridad más antigua, R. Eliezer ben Hircanos del primer siglo, es que era el gran día de la ofrenda de leña, cuando tanto los cohanim como el pueblo llevaban leña en grandes cantidades al altar, para usarla en la quema de sacrificios durante todo el año. Siendo este día el de mediados del
verano, cuando el calor solar alcanzaba su punto álgido, la gente dejaba de cortar leña en el bosque, probablemente hasta el decimoquinto día de Shvat, el llamado Día del Año Nuevo de los árboles (véase Rosh Hashaná 1. 1), porque la savia nueva de la primavera entraba en la vegetación en ese día.
En el Talmud se dan también otras razones para esta celebración. Una de ellas es que a las tribus se les permitía casarse entre sí (Bemidbar 36) en ese día; otra, que el interdicto sobre la tribu de Benjamín fue eliminado en ese día (Shoftim, 21. 15 y ss.); de nuevo otra, que la pena de muerte tras el mal informe de los espías (Bemidbar 15. 32) había cesado; o que la interferencia con la peregrinación a Jerusalén en la temporada festiva por parte de Yeroboam I. (I Melajim 12. 32) fue eliminada por Oshéa en ese día.
Otros, sostienen que los muertos en el campo de batalla en la guerra de Bar Kojba recibieron los ritos de entierro habituales en este día, después que los romanos prohibieron su sepultura exponiendo los cadáveres a la intemperie en un acto de crueldad sin sentido.
En Meguilat Taanit, v. y Mishná, 4. 5, dice que nueve familias de Yehudá traían en ciertas épocas del año la leña para la quema de los sacrificios en el altar, de acuerdo con Nejemia 10. 34; en el decimoquinto día de Av, sin embargo, todo el pueblo, tanto los cohanim como los levitas, participaban en la ofrenda de leña.
Josefo (“B. J.” 2. 17, § 6) también menciona esta festividad, y la llama la Fiesta de Xiloforía (“Leña”), pero la sitúa en el decimocuarto día de Av, diciendo que “era costumbre que todos trajeran madera para el altar en ese día para que nunca faltara combustible para el fuego eterno”. El Talmud (Taanit 30b-31a), hace referencia a esa fecha. Aparentemente, no sólo era el día en que se dejaba de traer madera, sino que también era el “Yom Tov Shel Korban Haetzim” “La Fiesta de la Ofrenda de Madera”. Una especie de “La Fiesta del Leñador”.
En Tu Beav, así como en otros días festivos, y cuando los novios están en el minián (oración pública), no se dice Tajanún en el servicio de oración. Además, no se pronuncian panegíricos en los funerales que se celebran en este día (en la tradición judía, se exige que los muertos sean sepultados inmediatamente).
Tu Beav es una fecha popular para que los judíos celebren bodas, ya que se produce sólo unos días después del final del periodo de tres semanas (desde el ayuno de Tamuz, que conmemora la ruptura de los muros de Jerusalén, hasta Tishá Beav, que conmemora la destrucción del Templo) en el que están prohibidas las bodas.
En Israel, Tu Beav es un “día de amor”. Aunque es un día normal de trabajo, suelen celebrarse festivales de música y danza para festejar el día. Los israelíes regalan tarjetas y flores a sus seres queridos en Tu Beav y la fecha es popular
para las bodas. Estas costumbres son observadas por todos los segmentos de la sociedad israelí, se consideren religiosos o no. No cabe duda que es un buen pretexto para festejar.
Como explica el rabino Moshe Wolfsohn, Tu Beav es una “fecha señalada” que los rabinos colocaron en el calendario para la futura celebración del Mashiaj. Él, deseó decirnos que significa que cada año en esta fecha, celebramos un evento que aún no ha ocurrido. Como que la luz de la redención ya está aquí. Todo lo que necesitamos hacer ahora es hacer recipientes para sostenerla. El mayor recipiente de todos es la paz. Cuando el pueblo judío se ame y se convierta en uno, finalmente seremos capaces de sostener esa impresionante luz que está esperando a bajar. Y cuando lo haga, no habrá necesidad de elegir un momento para celebrar… ya hemos guardado la fecha en nuestra agenda.
Por el Rabino Yerahmiel Barylka