¿Primeros? seis meses de la invasión rusa a Ucrania

Y se están cumpliendo los primeros seis meses de la invasión rusa a Ucrania, iniciada el 24 de febrero de este año, con la intención de demostrar una fuerza avasalladora que pasara como un rodillo sobre las fuerzas armadas ucranianas e imponer una nueva geografía y un nuevo sistema político. Seguramente Vladímir Putin esperaba una blitzkrieg que, por su contundencia, le permitiera rediseñar el espacio ex soviético ante la aceptación pasiva del hecho consumado por los gobiernos occidentales. Pero la guerra se terminó concentrando en la región del Dónbas, en torno a las autoproclamadas “repúblicas populares” de Lugansk y Donetsk, sólo reconocidas por el gobierno de Rusia, y en la conexión territorial de estas con la península de Crimea. El propósito del régimen imperante en el Kremlin es que se celebren en septiembre plebiscitos en esos territorios, a fin de avalar la anexión de los mismos a la Federación Rusa.

Pero comenzó la contraofensiva ucraniana gracias a la nueva tecnología militar que le brinda Occidente, y al entrenamiento que están recibiendo los oficiales en Europa. Lo más llamativo de las últimas semanas, son los objetivos militares que han sido detonados en la península de Crimea, bajo dominio ruso desde 2014, y que marcan una debilidad inesperada. Se cuenta que el ajedrecista Emmanuel Lasker no necesariamente hacía la mejor jugada, pero sí la que molestara a su rival para desconcertarlo: en esas tierras orientales en donde el juego de los escaques es una cuestión de Estado, probablemente alguien conociera esa referencia.

A esto se suma el atentado contra Daria Dugina, hija del filósofo ultranacionalista Aleksandr Dugin. Inmediatamente los dardos de los medios de comunicación de Rusia apuntaron contra el gobierno de Ucrania, pero aún no hay datos que permitan tener alguna certeza sobre el mentor, ni sobre el objetivo. Dugin es un personaje incómodo para el presidente Putin, porque exige medidas mucho más extremas contra el pueblo ucraniano y otros vecinos en sus sueños de expansión imperial.

Lo cierto es que el ejército de Ucrania todavía no tiene la cantidad y calidad suficiente de efectivos para una contraofensiva masiva que le permita recuperar grandes porciones del Dónbas o la ciudad de Jersón, a orillas del río Dnieper, pero está ejerciendo presión sobre las fuerzas rusas. Es, hoy, una guerra de marchas y contramarchas, una situación que puede prolongarse durante meses o años, hasta que alguna de las partes termine cediendo por falta de fortaleza militar, económica o moral.

 

Por Ricardo López Göttig.